Los precios de los insumos agrícolas se han disparado en los últimos meses, y esto preocupa a agricultores de todo el país, incluyendo a los de Santa Cecilia de La Cruz.
La presidenta de la Asociación de Agricultores y Ganaderos de Santa Cecilia y San Vicente, Iveth Guzmán, es una de ellos. Guzmán se cuestiona si la actividad que realiza desaparecerá, a raíz del alza en los precios de las materias primas y los combustibles.
«Está tan caro pero tan caro el precio del abono, el precio del insumo. (…) ¿Qué va a pasar con los pequeños productores? ¿Será que nos vamos a morir o nos vamos a desaparecer?”, se pregunta la agricultora de plátano, maíz, arroz, frijol y tiquisque.
Según el jefe de la Agencia de Extensión Agropecuaria (AEA) del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) de La Cruz, Gilberto Mora, el rendimiento de la producción puede bajar. Mora menciona que, por los altos costos, los agricultores no aplican los mismos insumos, sino que buscan otros que no son los más adecuados, aplican menos producto o del todo dejan de utilizarlo.
¿Por qué todo está tan caro?
El presidente de la Cámara de Insumos Agropecuarios, Federico Lizano, explicó que los suministros incrementaron de precio desde mediados del 2021 por múltiples razones, y que no espera que vuelvan al precio anterior.
El primer motivo es la logística de transporte a nivel mundial, pues la mayoría de insumos, o sus materias primas, son importados. Los costos de los fletes marítimos incrementaron hasta tres o cuatro veces y, ese aumento, se trasladó al costo de productos como abonos o agroquímicos.
El segundo motivo es la guerra entre Rusia y Ucrania. Ambos países producen fósforo, nitrógeno y potasio necesarios para producir fertilizantes granulados. A raíz del conflicto, dejaron de exportarlos. Esto genera una mayor demanda y una menor oferta a otros países que siguen produciendo esas materias primas.
Lamentablemente no es una situación que yo vea que vaya a terminar a corto plazo y tampoco creo que los precios de esos insumos vayan a volver a los precios de hace un año”, cree Lizano.
Según él, el productor tendrá que acostumbrarse a producir con costos más elevados y sin recibir más pago por su trabajo. Lizano dice que aunque en los supermercados los precios sí suben, al productor no ve reflejada esa alza.
“A un productor de papa le dicen que si le compran el producto es al mismo precio, pero usted va al supermercado y sí subieron la papa, porque dicen que todo está más caro. Entonces, ¿dónde queda la plata?”, ejemplifica Lizano.
Iveth Guzmán, la productora de Santa Cecilia, es una que se desmotiva por la paga injusta de sus productos. “Ahorita está tan caro el abono, ¿y a cómo cree usted que le compra el quintal de maíz? ¡A ₡8.500 se lo pagan! Uno como que se abate, yo me frustro y no sé ni qué hacer. Uno se mata en el sol trabajando”, lamenta.
Apoyo que no llega
A Guzmán también le preocupa la falta de apoyo de algunas instituciones públicas para combatir la problemática que viven los productores en esta zona del cordón fronterizo.
Muchos de ellos alquilan las tierras y no cuentan con todos los papeles de los terrenos al día, como los planos catastrados o los títulos de propiedad. A veces tienen únicamente una carta de venta [un papel informal que dice que se vendió la parcela] y las instituciones no les reciben ese documento para darles créditos u otros apoyos para las producciones.
También, parte de las limitantes que tienen las instituciones públicas para colaborar con estas personas es la falta de recurso humano y económico. El MAG, en este caso, busca realizar proyectos de forma interinstitucional con otras entidades que puedan aportar una mayor inversión.
Mora explicó que, en un cantón tan grande como La Cruz, el MAG no tiene tanta capacidad para resolver todas las demandas de la población. “Entonces, cubrir a toda la población es muy difícil. Nosotros ahorita somos dos funcionarios”, comentó.
Para que el MAG pueda ayudarles con apoyo técnico e insumos es importante que ellos estén registrados como pequeños productores. Además, el MAG sí asesora a las y los productores en qué tecnologías necesitan para mejorar sus producciones, pero no es la institución la que las provee.
“Hay que buscar recursos en otra institución para poder financiarlos a ellos, y eso lleva muchos años”, explicó Mora.
La presidenta de la Asociación para el Desarrollo Social de La Cruz, Isabel Rodríguez, quiere lo mismo que Iveth Guzmán: no que les regalen las cosas, sino que les den facilidades para trabajar.
No ocupamos que el productor quede a cargo del Gobierno, sino necesitamos que nos den las facilidades para trabajar, porque la mayoría, casi el 90%, somos trabajadores independientes porque trabajamos la tierra”, afirma Rodríguez.
La líder comunitaria también explica que el abono que a inicios de 2021 compraba en ₡12.000-₡15.000, en noviembre de ese mismo año lo adquirieron en ₡36.000. Rodríguez comenta que incluso costaba hasta ₡50.000 en otros comercios.
Por eso, incluso sabiendo que es ilegal, muchos de los productores tuvieron que adquirir los insumos en Nicaragua para poder cosechar el frijol.
“Nosotros sabemos que la situación en Nicaragua es complicada pero ni así los productos que ellos ocupan ahí salen mucho más baratos”.
Algunos cambios son necesarios
Las productoras saben que son los agricultores quienes tienen que adaptarse a las condiciones aplicando nuevas metodologías de producción.
Por ejemplo, Gilberto Mora de la AEA de La Cruz menciona que hay opciones que el productor puede implementar, como fertilizantes orgánicos, pero admite que es una cultura que hay que ir cambiando y que toma tiempo. Esto, aunque no soluciona todo el problema, suaviza los altos impactos que vienen teniendo los productores.
Eso ha aliviado a algunos agricultores, como el nicoyano Gualberto Obregón. Siembra arroz, frijoles, yuca y maíz y con apoyo de un proyecto impulsado por la Universidad Earth aprendió a producir sus propios abonos orgánicos a base de frutas.
Por poner un ejemplo, uno de los abonos orgánicos que Mora produce tiene como base frutas descompuestas. El agricultor se ahorra ₡55.000 produciendo y utilizando ese abono, en vez de comprar el abono.
“Yo lo hago con frutas, cáscaras de plátano, mangos, hago una concha de huevo, todas esas cosas se tiran ahí y se deja descomponiendo y ya tenés un abono potásico”, explica el agricultor.
Según él, es normal que muchos agricultores ‘de la vieja escuela’ no quieran adaptar nuevas metodologías, pero esto les puede brindar muchísimas ventajas más allá del ahorro meramente económico.
Esto también lo afirma el agrónomo y regidor de La Cruz, Julio Camacho. Para él, es necesario que el productor quiera implementar las nuevas tecnologías y metodologías, si no, se harían inversiones sin sentido.
Además, también afirmó que es importante que las instituciones hagan un cambio en la forma de ayudar al productor, y lo hagan más a largo plazo. Para él, no basta con que las instituciones brinden insumos a los productores, sino que piensen en una forma más empresarial.
“Hay instituciones que han apostado a dar abonos, agroquímicos, pero un agroquímico te ayudó para una cosecha, ¿y la que sigue? Es ahí que se están haciendo malas inversiones”, opinó el agrónomo y regidor.
Comentarios