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Ambientalistas denuncian destrucción de corales en Bahía Culebra y piden colaboración de embarcaciones

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Javier Baltonado vive en Liberia y siempre que puede viaja casi una hora a playa Jícaro, en Bahía Culebra, para esnorquelear en lo que queda del arrecife coralino que envuelve la pequeña playa.

Antes veía pulpos escabullirse entre los corales para protegerse y comer, pero ahora le parece un milagro encontrarlos.

La sobrepesca y la contaminación en la costa de Guanacaste son dos de los factores que han afectado la vida marina. Uno de los ecosistemas más impactados son los corales, por ser el punto de encuentro entre las costas y los mares. 

Baltodano, quien es biólogo de profesión, ha sido testigo de malas prácticas turísticas que dañan directamente a los corales. Pero él cree que pueden tomarse acciones.

“Los ‘banana boat’ y ‘jet skis’ pasan sobre el arrecife generando ruido y contaminación. Algunos turistas hasta se paran sobre el arrecife sin que sus guías les informen de manera adecuada sobre los posibles daños ocasionados”, escribió él en un comunicado que elaboró junto al Colectivo Ecologista Liberiano, del cual forma parte. Ese grupo de vecinos y vecinas de Liberia decidió unirse de forma voluntaria para denunciar problemas ambientales.

Existen esfuerzos de instituciones y organizaciones para rescatar los arrecifes de esa zona. Uno de esos es el del Centro de Investigación en Ciencias del Mar y Limnología (Cimar) de la Universidad de Costa Rica (UCR) con empresas privadas como Península Papagayo. Juntos trabajan para sembrar corales en Bahía Culebra, una técnica que corta pequeños fragmentos de coral vivo y los coloca en otra estructura natural o artificial para reproducirlos. 

El grupo que integra Baltodano también ha puesto algunas boyas para delimitar el arrecife y que así los capitanes de embarcaciones sepan dónde no lanzar anclas. 

Para los grupos, es urgente tomar acciones porque ese es el último parche de coral que queda en la zona y una de las tareas pendientes es trabajar en las regulaciones y con los encargados de embarcaciones turísticas para cuidar mejor el ecosistema.

Los yates y jetskis pueden alterar la conducta de muchas especies como peces y delfines. Además, el ruido de los motores estresa a los animales que habitan cerca o en los corales. Otro de los problemas es que los capitanes tiran anclas directamente sobre los arrecifes. 

Coral destruido por el daño de un ancla. Foto: Colectivo Ecologista Liberiano

Presión bajo el agua

Bahía Culebra estaba llena de arrecifes de una especie de coral llamada pocillopora, conocida como sirio. Sin embargo, en los últimos 15 años casi todos han muerto, explica Juan José Alvarado, investigador del Cimar y que ha estudiado estos arrecifes por más de dos décadas. 

Es una playa pequeñita protegida de los vientos y muchas embarcaciones pasan ahí el día por comodidad. Como otros sitios están alterados, entonces muchos se van para allá”, opina Alvarado. 

Los arrecifes están protegidos por la ley orgánica del ambiente y son custodiados por el Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac). Sin embargo, el subdirector del Área de Conservación Tempisque (ACT), Mauricio Méndez, asegura que, en la práctica, es complicado vigilarlos y probar las afectaciones.

“Es más fácil demostrar que alguien cortó un árbol o que saqueó un nido de tortugas, que [la destrucción por] el impacto de un ancla. Se podrían pero es más difícil”, añade Méndez.

En caso de que llegue a comprobarse un daño de este tipo, un juez decide si lo refiere al Sinac o cuál es el mecanismo de ejecución de la pena que debe establecerse.

Sin embargo, para Alvarado, uno de los principales pasos es crear un estudio de manejo que indique cuántas embarcaciones pueden circular simultáneamente porque los arrecifes son un patrimonio natural.

Méndez coincide y explica que cuando alguien tira un ancla y esta cae en una de las colonias la quiebra en muchos pedazos.

Al igual que cualquier persona llega y quiere estacionarse donde le parece, muchas veces los capitanes llegan y quieren anclar donde les parece. Aunque haya una boya de amarre, no la usan”, menciona Méndez.

El capitán y dueño de la empresa turística GoSouth, Walter Lotz, reconoce que dentro del gremio hay malas prácticas, y considera que la solución más efectiva y a largo plazo es la educación de los tour operadores.

Lotz enumera las malas prácticas que ha presenciado mientras realiza tours: botes que encienden sus motores cerca de la playa y levantan sedimentos que cubren los corales. Personas inexpertas que utilizan las ‘patas de rana’ para ponerse de pie sobre el arrecife y turistas que utilizan bloqueadores tóxicos para los corales. 

Todo el gremio debería saber qué es importante para los corales y cómo ayudar a mantenerlos. Es del interés de nosotros que estas cosas se mantengan”, cree.

El ambiente no es el único que pierde con el mal manejo de estas embarcaciones. La afectación impacta directamente al turismo, ya que genera malas experiencias, usuarios insatisfechos o incluso accidentes, al haber embarcaciones transitando por encima de quienes practican esnórquel. Incluso, la pérdida del ecosistema puede ocasionar que la zona pierda su valor turístico. 

Lotz, de GoSouth, sabe de las consecuencias graves que atraviesan otras zonas cercanas. 

“Playa Huevos tenía un arrecife coralino super lindo y grande, ahorita no queda ni el 5%. Lo terminaron de matar porque, sistemáticamente durante los últimos 15 años, caían al menos 100 personas a esnorquelear en el mismo lugar con todas esas malas prácticas”, subraya el capitán.

Durante el plan piloto del proyecto interinstitucional se instalaron tres viveros en Playa Jícaro.

Soluciones dentro y fuera del agua

En cuanto a las acciones que ya están tomando, el jerarca del ACT destaca la certificación internacional Green Fins (aletas verdes), que verifica los centros de buceo certificados que adoptan medidas amigables con el ambiente en sus operaciones. 

Es una certificación internacional, voluntaria y gratuita creada por Reef World Foundation, un programa de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para la conservación de arrecifes de coral.

En Costa Rica, la organización Misión Tiburón es la encargada de chequear el cumplimiento de medidas de las empresas.“En playas del Coco tenemos siete sitios de buceo ya certificados y la idea es llegar a certificar todos”, destaca Méndez.

Existen otros frentes para atacar este problema, como por ejemplo incluir la delimitación de los arrecifes en las cartas náuticas un mapa que indica las aguas navegables y sus características. El subdirector del ACT asegura que el Sinac mantiene conversaciones con la Dirección de Navegación y Seguridad Marítima del Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT) para lograrlo.

La intención es generar los mapas y decirle al MOPT ‘aquí están los arrecifes de coral, por favor publíquenlo en los instrumentos de navegación para que entonces evitemos que se lancen anclas donde están las colonias’”, señala Méndez.

Por otro lado, Alvarado agrega que es necesario reforzar la educación ambiental en las formaciones del Instituto Nacional de Aprendizaje (INA), quienes podrían hacer módulos de educación para los cursos de buceo y de capitanes de barco. 

La Voz de Guanacaste contactó a Proyecto Corales en playa Sámara, quienes también trabajan con jardinería de corales, para saber cómo han manejado sensibilizado al sector turístico que maneja embarcaciones, pero al cierre de esta nota no obtuvimos respuesta.

Pez trompeta en los corales de Jícaro. Foto: Colectivo Ecologista Liberiano

Sembrar corales para tiempos difíciles

Algunas iniciativas buscan darle un empujón a este ecosistema para acelerar su recuperación. Alvarado, por ejemplo, participa del proyecto de jardinería de corales que el Sinac, Cimar, la organización Raising Coral, Península Papagayo y la Agencia de Cooperación Alemana están implementando en el lugar para recuperar ese ecosistema.

Playa Jícaro formó parte de las zonas donde ejecutaron un plan piloto para desarrollar el Protocolo para la Restauración de Arrecifes y Comunidades Coralinas de Costa Rica, un instrumento que explica cómo extraer fragmentos de coral de un arrecife para reproducirlos en viveros y luego implantarlos en otros arrecifes deteriorados.

El documento también plantea hacer censos periódicamente para evaluar su incremento a través del tiempo.

“Empezamos (observando) 10 y 15 especies (de peces). Ahora tenemos casi 50. Y los arrecifes cuando estaban saludables en los años noventa tenían 70 especies de peces, entonces estamos alcanzando casi el 80% de las especies en los sitios de restauración”, comenta Alvarado.

Otro de los hallazgos del grupo es que los corales de los viveros crecen más rápido que los corales que crecen en condiciones naturales: 8,5 y 5,5 centímetros por año respectivamente. También han comprobado que en promedio el  87% de los corales de los viveros sobreviven.

Pero estas estructuras no son ajenas a los mismos problemas que enfrentan los arrecifes.

Por ejemplo, en marzo del 2021, un bote arrojó el ancla en una de las zonas donde el proyecto opera y arrancó una de las estructuras que albergaban casi 300 corales. Después, los responsables la arrojaron en la playa, lo que mató todas las colonias que tenía.

Aunque aún hay retos por delante para su supervivencia, los arrecifes de coral de la provincia parecen estar recuperándose. 

Méndez del ACT, explica que se necesitan datos de muchos años para poder determinar los períodos cíclicos de los corales para entenderlos mejor. Pero atribuye su recuperación a la resiliencia de este ecosistema y a las aguas frías del fenómeno de La Niña que favorecen los arrecifes.

“Cuando venga el fenómeno del Niño vamos a tener aguas cálidas, y puede que tengamos mortalidad de corales. Entonces la intención es estar mejor preparados para ayudar al ecosistema a salir adelante”, concluye.

Cualquier persona puede interponer una denuncia ambiental a través del a través del teléfono 1102 o mediante el sitio web www.sitada.go.cr. Si querés poner una denuncia pero no sabes cómo, aquí hay una guía.

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