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Así es como los pacientes de Guanacaste reaprenderán a vivir tras un infarto

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Primero vino un dolor con ardor en el pecho, después una presión y por último un adormecimiento de los brazos. Marco Monge no entendía muy bien qué estaba pasando con su cuerpo. “Yo decía ‘esto no es normal, no es un dolor común’», recuerda.

Había estado surfeando temprano, lo rutinario de sus mañanas en playa Tamarindo, donde vive desde hace seis años. “¿Será que me está dando un infarto?”, se preguntó, pero de inmediato pensó que sería rarísimo. Tenía 36 años, era saludable y siempre había sido muy activo.

Cuando su cuñada lo ayudó, llamaron a un médico privado que lo llevó a su consultorio. El diagnóstico: Marco había sufrido un infarto y su condición no era nada estable. Una ambulancia lo trasladó a emergencias del Hospital de La Anexión, otra lo llevó escoltado por un oficial de tránsito hacia el aeródromo de Nicoya y, de ahí, una avioneta hasta el Hospital México. Lo ingresaron a sala de operación. 

Un coágulo le había obstruido una arteria del corazón y los médicos debieron colocarle un stent (una prótesis) para permitir que fluyera la sangre. Su recuperación no sería nada fácil. 

Hasta ahora, quienes sufren cardiopatías en Guanacaste y necesitan rehabilitación han tenido que trasladarse hasta centros médicos en San José. En la terapia les hacen monitoreos y ejercicios para retomar sus actividades cotidianas, como caminar, ir a hacer compras, trabajar e incluso ejercitarse. 

La mayoría no puede costearse ir hasta San José, por distancia, tiempo y dinero. Marco hizo el esfuerzo para ir. Tenía la facilidad de que sus papás viven en el centro del país.

Pero para otros pacientes como él, la historia está por cambiar. El Hospital de La Anexión inauguró un proyecto piloto de rehabilitación cardíaca, la primera fuera del Gran Área Metropolitana. 

Marco Monge sufrió su primer infarto a los 36 años. Le pareció rarísimo: estaba joven y era muy activo. Luego se dio cuenta de que tenía una condición que provocaba que su sangre coagulara. A pesar de los esfuerzos para asistir a rehabilitación cardiaca en San José, pensó que no tenía otra opción. Quería aprender a vivir nuevamente. Ahora, pacientes como él tendrán la oportunidad de tener terapia sin movilizarse hasta la capital.Foto: César Arroyo Castro

Fue una necesidad que identificó el excardiólogo del hospital, Kenneth Steele, tan pronto como empezó a laborar en Nicoya en el 2021. Encontró una incidencia mayor a la que esperaba de pacientes con enfermedades del corazón

Hay una gran cantidad de gente entre los 40 y 60 años que están con enfermedad cardíaca muy severa o que han tenido múltiples infartos”, detalla el médico. Su lectura es que los cambios de hábitos están agravando la salud de la población. 

“Todas las semanas el hospital ve por lo menos unas tres o cuatro personas nuevas con infartos o con algún problema cardíaco en emergencias o que requieren internamiento”, dice. A eso se suman unos 50 expedientes nuevos a la semana solo para cardiología. 

Ahora el hospital apunta a mejorar la calidad de vida de pacientes con esta rehabilitación, que tiene amplio respaldo científico internacional. 

El fisiólogo y coordinador del Centro de Rehabilitación Cardiovascular de la Universidad Nacional (UNA), Felipe Araya, recopiló los estudios publicados sobre esta terapia en Costa Rica entre el 2001 y el 2021. Encontró que las publicaciones reportan mejoras de los pacientes en aspectos como los niveles de colesterol, porcentaje de grasa corporal, flexibilidad, capacidad funcional e incluso los niveles de estrés y estado de ánimo

2.300nuevos pacientes entre el 2021 y el 2022

Un paciente inusual

La mayoría de las complicaciones cardíacas se asocian a la obesidad, el colesterol y la presión alta, la diabetes y a las adicciones al fumado y al alcohol. Todos estos factores obstruyen las tuberías que llevan la sangre al corazón, causando un infarto, explica Steele. 

Otras enfermedades tienen que ver con corazones débiles y con las válvulas, que son “las puertas de paso dentro del corazón”. “Llega un punto donde no abren o cierran, entonces hay que cambiarlas”, dice el médico. 

Luego del infarto, Marco supo que tiene una condición llamada trombofilia, que provoca que la consistencia de su sangre aumente la probabilidad de que los vasos sanguíneos se coagulen

La rehabilitación no es un proceso obligatorio. Lo recomiendan principalmente a pacientes con secuelas complicadas. Cuando a Marco le sugirieron la terapia, pensó que para él no podía ser optativo. 

Debés entender que si no la hacés, no vas a saber medirte para empezar otra vez con tu vida, para tener una vida normal”, recuerda que le dijeron en el hospital.

Durante las terapias, les monitorean el ritmo cardíaco, la presión y la glucosa. Les instruyen en ejercicios de flexibilidad y aeróbicos en bicicletas, elípticas y caminadoras. También tienen sesiones con pesas, para aumentar la masa muscular, que les ayuda a realizar actividades con más estabilidad e incluso a prevenir fracturas por caídas. 

“La gente lo ve similar a un gimnasio, pero no es un gimnasio como tal, aunque sí tiene equipo de entrenamiento”, explica el cardiólogo, Kenneth Steele. “No es tan sencillo como mandarlos a hacer ejercicios solos. Primero, para asegurarnos de que sea seguro, que no vaya a pasar ninguna complicación. Y también para darles a las personas esa sensación de tranquilidad, de que están acompañadas por alguien”, añade. 

Cuando el cardiólogo Kenneth Steele llegó a Guanacaste se sorprendió de la incidencia de enfermedades cardíacas. “He visto una cantidad mayor [de pacientes] a la que yo esperaba”. Pensó que debía tomar cartas en el asunto y empezó a tocar puertas para abrir la primera clínica de rehabilitación cardíaca fuera del Gran Área Metropolitana.Foto: César Arroyo Castro

También reciben charlas sobre nutrición, terapia física y cardiología. Para Marco fueron días de preguntarlo todo para entender lo que estaba ocurriendo con su cuerpo y cómo recuperarse bien. También fue muy observador. 

Durante la rehabilitación, estuvo rodeado de personas adultas mayores. Sabía que a esas edades, la población pierde mucha movilidad, pero notó dificultades mayores a las que suele ver en la población mayor de Guanacaste en tareas como agacharse. 

“Las personas de 60 años en San José estaban bastante limitados a hacer algunos ejercicios debido a la agilidad de ellos”, recuerda. “La motora era muy, muy deficiente, y para mí era muy sencillo por la edad, pero también he visto señores de aquí que viven muchos años y son muy saludables [con mejor movilidad]”. 

Conforme avanzaban los seis meses, Marco notaba mejoras enormes en su salud y en la de las y los otros pacientes. “Eran señores totalmente cambiados, caminaban mucho mejor y ya tenían una disciplina para poder levantarse y hacer sus ejercicios diarios. Se veía una mejoría en ellos, totalmente otra cosa de cuando los vi las primeras veces”, relata. 

El doctor Kenneth Steele dice que, según su experiencia, es más común ver personas a partir de los 40 con complicaciones cardiacas en la Gran Área Metropolitana. Y cree que Guanacaste está viviendo una transición que provoca que ahora la población de la provincia repita ese patrón. Buena parte de ello se debe a cambios en la alimentación y en la actividad física, dice.

“Uno ve muy, muy claro el cambio, los papás o los abuelos de ellos caminaban, andaban en bicicleta y la alimentación era muy sana y eso ha permitido que lleguen a los 90 años. Ahora los abuelos están muy bien y los hijos o los nietos son los que están muy enfermos”, relata. 

Un nuevo capítulo

Para abrir la clínica en el hospital de Nicoya, el doctor Kenneth Steele salió a tocar puertas. Le presentó el proyecto y preguntó por fondos a empresas y gobiernos locales de cantones cuya población atiende La Anexión y encontró una única ayuda: la Municipalidad de Nicoya. 

El gobierno local donó el equipo, valorado en 12 millones de colones. Incluye una máquina para monitorear signos cardiacos, tres bicicletas estacionarias, una caminadora, una elíptica y dos oxímetros de pulso. También pliegos de piso de hule y mancuernas y ligas. 

El alcalde de Nicoya Carlos Armando Martínez dijo a La Voz que donar equipo al hospital es un compromiso anual que asumió en su plan de gobierno y que los recursos provienen del cobro de bienes e inmuebles que paga la ciudadanía

La clínica cuenta con equipos de monitoreo cardiaco y máquinas para optimizar la movilidad y fuerza.Foto: César Arroyo Castro

El hospital habilitó un espacio en el tercer piso para adecuarlo para la clínica, y también envió a parte del personal a capacitarse al Hospital San Vicente de Paúl en Heredia, que para Steele es uno de los que tiene más experiencia y de los mejores servicios. 

A la médico general Sonia Palma, una de las que visitó la unidad para aprender los procesos, le sorprendió que incluso la clínica de rehabilitación cardiaca puede ayudar a descongestionar los servicios de emergencias. Como les enseñan a identificar los signos de alarma para buscar ayuda, llegan directamente a la unidad de rehabilitación cardiaca para que el personal que conoce su situación los valore. 

“Revisan con qué llegó y hacen una referencia muy completa al servicio de emergencias para que lo aborde si lo amerita, o le resuelven al paciente con medicamentos para que se sienta mejor y a veces ni los mandan a emergencias”, relata. 

Según lo que aprendió Palma, a las y los médicos generales les corresponde prescribir el ejercicio de acuerdo al grado de funcionalidad de quienes sufrieron el evento.

Se ve claramente en las caras de los pacientes y en las experiencias que cuenta cada uno cómo la rehabilitación cardiaca les ha ayudado. Todos tienen algo positivo qué decir y a mi eso me llena demasiado”, cuenta ilusionada de lo que están por empezar en Nicoya. 

El centro médico iniciará el plan piloto con dos grupos de cinco personas, uno de ellos exclusivamente de personas adultas mayores. En el otro, de personas más jóvenes, también estará Marco, que sufrió un nuevo infarto a finales de agosto del 2022.

“A mi me alegró tanto [saber que habilitarían la clínica en La Anexión], porque muchas personas sienten que cuando les da un infarto se les acabó la vida, pero no es así. Esto hasta en la parte psicológica te ayuda”, dice. 

“Yo no cometí muchos errores en mi recuperación después del infarto. Y no los cometí porque tuve esta rehabilitación. Si no la hubiera tenido, probablemente hubiera salido corriendo porque me sentía bien, pero no era así”, cuenta. 

 

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