Nosara, Opinión

Lo que he aprendido recorriendo Nosara por dos años

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La primera vez que llegué a Nosara sentí que la jungla se abría ante mis ojos, como con una fuerza magnética que le da la bienvenida a sus visitantes. Era noviembre del 2019 y la comunidad estaba envuelta en una fina capa blanca del polvo de las calles de lastre que en ese momento gobernaban. El internet fallaba, la piel me picaba y los ojos ardían, y aún así fue muy fácil enamorarme de ese pueblo lejano y místico que me recibía.

Nosara, aunque polvorienta y turbulenta, tenía un encanto innegable. Esa vez llegué para escuchar un discurso de la Primera Dama Claudia Dobles sobre la Ruta 160. Yo tenía la sensación de estar inmersa en una selva moderna, conviviendo con pizotes y monos en media carretera. Al mismo tiempo, sentía la fuerza de grupos que aunque vivían entre conflictos y desacuerdos, no dudaban en unirse para luchar y reclamar por el bien del pueblo.

Una comunidad que el tiempo llenó de colores, olores y acentos que lentamente intentan entenderse. Nosara era como ningún pueblo, pero representaba las carencias y necesidades de muchos otros lugares costeros de Guanacaste y el país. Ese noviembre me prometí a mí misma sumergirme en Nosara. Todavía lo sigo intentando.

En ese entonces llevaba poco más de un año viviendo en Costa Rica y casi un mes en la provincia, tras integrarme a La Voz de Guanacaste. Venía de una época de turbulencias y de repente mi objetivo principal en la vida era entender a un pueblo costero que nunca había conocido. Parecía fácil, soñado, pero Nosara no es cualquier pueblo. Es una tierra con vida propia. 

Poco más de dos años después me gusta pensar que más que “entender a Nosara”, la gente de la comunidad tomó y sigue tomando la decisión de educarme y apoyarme en mi contienda. Tampoco es que ya descubrí la “clave” para cubrir al pueblo o que no tengo que saber más: Nosara vive cambios constantes a los que debo seguirles el paso. Siempre estoy aprendiendo.

Crédito: Dunkan Harley

Por esas mismas ganas de aprender y retribuir más, en el 2020 lanzamos Nosara, un boletín en el que cuento a profundidad las noticias más relevantes de la comunidad. Era un reto que asumí muy feliz, pero no podía olvidar que estábamos en medio de una pandemia y en La Voz nunca habíamos hecho un proyecto parecido. El boletín, al final, era una forma de afrontar los golpes económicos que nos dejó la crisis sanitaria, buscando una especie relación de mutua ayuda con nuestros lectores nosareños.

Por esa razón lo lanzamos como un boletín de suscripciones pagas. Cada persona suscrita pagaba también la suscripción a otro miembro de la comunidad que en ese momento no podían financiar su membresía. Nuestro objetivo era cubrir la mayoría de aristas de la comunidad: su historia, su cultura, los embates que sufre por la crisis climática y los retos en seguridad social que aún debe saldar.

Así, entrevistando a muchos personajes de la comunidad e iba entrando poco a poco a las entrañas de Nosara. Desde entender por qué con mi salario de periodista no puedo pagar un alquiler en la comunidad, a comprender cómo inició el proyecto americano, relatado desde los ojos de una de sus fundadoras, Beverly Kitson. 

Esa ayuda constante de la comunidad me ha hecho contar a Nosara no solo como el paraíso verde y místico que cualquiera ve al principio —que igual creo que es, sino también desde un lente más crítico con el que es posible ver las desigualdades y los grandes desafíos que enfrenta el pueblo.

Así también hablamos de las desigualdades del sistema educativo en la comunidad, las irregularidades en infraestructuras públicas en la zona y hasta llegamos a revelar una serie de denuncias de mujeres que sufrieron agresiones sexuales en fiestas en el distrito. Estos trabajos me llenan de orgullo, pues el objetivo principal es facilitarle a la comunidad información que les dé herramientas para construir una mejor Nosara.

Crédito: Dunkan Harley

Tras pasar lo que creo que fue lo peor de la pandemia, nuestro equipo comenzó a pensar cómo mejorar el proyecto, que justo en mayo cumple dos años desde su creación. Concluimos que cada quince días servimos sobre la mesa información que no podemos darle solo a algunas personas. Todas y todos merecen adentrarse en Nosara. Por eso, desde hoy, ni vos ni nadie más tendrá que pagar por recibir este boletín. 

Como sabemos que hay personas que creen en el periodismo investigativo como catalizador del desarrollo, queremos financiar este proyecto con colaboración de negocios locales en Nosara y otras partes de Guanacaste que quieran anunciarse o aliarse con nosotras para nuevos proyectos comerciales

También queremos trabajar de la mano con personas como vos que siempre nos apoyan y creen en nuestro periodismo y su impacto. Aunque no te vamos a pedir una tarifa mensual para recibirlo, tus donaciones voluntarias nos ayudarán a hacer cada vez más historias sobre la comunidad.

No soy fan de los spoilers, pero el próximo boletín abordará a profundidad la situación del agua en las construcciones del pueblo y en el siguiente después de ese te contaré cómo nació el cementerio frente a Guiones, que guarda los restos de personajes icónicos del distrito como Mark The Welder o David Kitson. 

Suena cliché, pero cuando vine a Nosara pensé que iba a quedarme solo por un año. Sin quererlo ni planearlo comencé a echar raíces en este pedazo de bajura guanacasteca y ahora no veo un futuro donde pueda alejar a esta costa de mi vida. Ojalá juntos logremos seguir contando historias locales por más tiempo. 

También me encantaría escuchar tus perspectivas y opiniones sobre la comunidad y nuestro trabajo. Por esta razón, te invito desde ya a que respondás este correo y me comentés qué opinás de estos cambios y sobre temas que te gustaría leer. 

Si todavía no estás suscrito al boletín, podés ser parte de nuestra comunidad entrando a este enlace.Y si ya lo estás, te pido atentamente que nos recomendés con tus amigos y familiares. Queremos llegar a todos los rincones de Nosara y más allá. 

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