Salud

Cómo una clínica en Guanacaste recupera la movilidad de sus adultos mayores

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“¿Cómo era el ejercicio para ponernos las medias o secarnos los pies?”, le pregunta la fisioterapeuta Angie Jiménez en tono cariñoso a un grupo de cuatro adultas mayores. Sentada, con una pesa chiquita en sus manos, una de las alumnas recuerda el movimiento y lo hace de inmediato. Las otras tres lo ven y algunas lo repiten cuidadosamente. 

El curso lo imparte en una sala estrecha, con un montón de instrumentos de fisioterapia alrededor. “Pongan atención chiquillas: los ejercicios los habituamos a las actividades de vida diaria”, les recuerda Jiménez. 

Es un jueves por la mañana y estamos en una sesión de la Clínica de la Marcha, un programa del Área de Salud de Cañas que busca incrementar la movilidad de los adultos mayores y, con eso, su independencia y seguridad.

El programa consiste en cuatro sesiones y una extra de revisión que se realizan a lo largo de un mes y medio. Hoy es la tercera sesión para las adultas mayores que acompañan a Jiménez. Para empezar, se sientan en unas sillas y repasan los ejercicios de la clase anterior con una mancuerna, una bola y una pesa en el tobillo. Luego la fisioterapeuta las pasa a las barras para practicar el equilibrio. 

El pie izquierdo arriba. Doña Elena, cuente 10 segundos”, continúa la fisoterapeuta mientras las alumnas se concentran. En otros momentos, se ríen por haber logrado lo que les parecía inimaginable: sostenerse con un pie, subirse a una bola de equilibrio, hacer una sentadilla.

La fisioterapeuta, la médica de familia y una enfermera instruyen a grupos de cuatro pacientes en ejercicios de fuerza, equilibrio, coordinación, movilidad y resistencia. Incluso, les ayudan a activar el cerebro a través de ejercicios mentales.

La doctora, Élnida Acevedo, y la fisioterapeuta dicen que el programa logra que los adultos socialicen con otros y que haya menos costos de hospitalización por caídas o fracturas. 

«Hemos tenido desde pacientes que llegan con un bastón y que en la revisión (la última clase) llegan sin él. O pacientes que se caían cinco veces a la semana y no se han caído en mes y medio”, cuenta Jiménez.

“Algunos han estado metidos en casa, aislados, y a raíz de la rehabilitación volvieron a retomar sus vidas y actividades”, agrega.

“No puedo decir que haya más seguridad total para mí, pero sí siento que haciendo el ejercicio voy a estar más tranquila”, cuenta Elena Gómez, una paciente de 78 años que padece de artritis.

Durante la sesión, las cuatro adultas que hoy reciben la terapia se esfuerzan por hacer los ejercicios. Para ellas significa tener un espacio de convivencia y apoyo, al tiempo que fortalecen sus extremidades.

Cuando se tiene un adulto mayor encamado, que no sale de la casa, se deteriora la dinámica de una familia. Diferente a un adulto mayor activo que hace sus compras solito y que quiere pasear con su familia. Ese es el adulto mayor que queremos, uno que tenga un envejecimiento saludable”, explica la médica de familia Élnida Acevedo.

La Clínica de la Marcha inició en noviembre y, a la fecha, ya han pasado por ella al menos 16 adultos mayores en grupos de cuatro personas.

¿Quiénes son los adultos?

Los pacientes son referidos a la Clínica de la Marcha por la visita domiciliar, los servicios de emergencia, los Ebais, la consulta externa e incluso por el Hospital de Liberia.

“La persona no puede estar muy deteriorada, porque tiene que poder caminar. La idea es justamente evitar caídas y fracturas”, explica la doctora Acevedo. “Y para eso se requiere trabajo en equipo. Si los médicos de los otros servicios no están sensibilizados, no los van a referir”.

Durante la sesión, las adultas mayores también hacen ejercicios mentales. Aquí practican la coordinación mental y física al tocarse rítmicamente la nariz y las rodillas. Foto: César Arroyo Castro

El personal médico del Área de Salud de Cañas tuvo una reunión para presentar el proyecto. Así todos están enterados y saben cuándo referir un paciente.

Para conformarlos, toman en cuenta el orden en el que fueron referidos y las posibilidades de movilización de cada uno. “Tienen que tener capacidades similares, porque sino un paciente se puede frustrar al ver que el otro logra hacer una sentada y él no”, explica la fisioterapeuta.

También es indispensable que los pacientes lleguen con el cuidador para que les ayude a practicar en la casa.

Según la doctora, en las sesiones de revisión han notado que la mayoría siguen apegados a los ejercicios. “Hay problemas cuando no recuerdan los circuitos. Por eso nosotros dejamos que el familiar tome video para que se acuerden”, cuenta Acevedo.

Agrega que ahora la clínica debe mejorar en dos aspectos: un lugar más amplio para recibir más adultos mayores y grupos exclusivos de adultos mayores hombres.

Son poquitos los varones que se han referido porque uno de los requisitos es que ellos quieran venir y al hombre no le gusta, no quiere. Por una cuestión cultural del machismo”, dice Acevedo.

Mientras tanto, quienes sí vienen a la clínica cambian poco a poco sus capacidades.

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