No solo las leyendas, los refranes, las retahílas o las bombas cuentan quiénes somos, sino también las historias que nombraron a los cantones de nuestra Guanacaste.
Así como la provincia lleva el nombre de un regalo natural -el árbol de guanacaste- algunos cantones fueron nombrados por características de la naturaleza.
Otros cuentan historias cristianas, de caciques y princesas e, incluso, de gobernantes del país que quisieron que los pueblos tomaran sus apellidos.
En La Voz de Guanacaste recopilamos el origen de los nombres de nuestros 11 cantones para contarles las historias que nos nombran. Consultamos al historiador Édgar Solano, al escritor Carlos Araúz, la información que recopila cada una de las municipalidades guanacastecas y otras fuentes documentales.
Liberia: la tierra de los libres
En el siglo XIX, cuando se funda la ciudad de Liberia, los pobladores sabían cómo querían ser definidos y recordados: la tierra de las personas libres.
Ellas y ellos eran descendientes de migrantes que habían trabajado como peones en Rivas y que habían huido de los hacendarios para ser libres. En la ciudad blanca encontraron un espacio para iniciar esa nueva vida en libertad.
Decidieron apoderarse de la palabra “liberia” para nombrar a su tierra, porque proviene del latín líber y significa “libre”. Estaban decididos a vivir en libertad y nunca volver atrás.
Carrillo: un jefe de estado
En la década de 1830, Costa Rica era gobernado por el Jefe de Estado Braulio Carrillo. Él impulsó el desarrollo de algunos pueblos lejanos de las provincias costeras: Guanacaste, Limón y Puntarenas.
Los habitantes de los barrios Siete Cueros y El Sardinal, parte de lo que hoy conocemos como Carrillo, querían separarse de Villa de Santa Cruz para incorporarse a la ciudad de Guanacaste, que era como se conocía a Liberia.
El Jefe de Estado, Braulio Carrillo, los apoyó, entonces ellos quisieron honrarlo adoptando su apellido como nombre de su tierra.
Santa Cruz: el símbolo cristiano
Bernabela Ramos, una hacendaria muy poderosa del siglo XVIII, construyó su casa en unos terrenos sobre una loma al oeste de Santa Cruz.
Como era una devota cristiana, Bernabela colocó una gran cruz afuera de su casa y anualmente celebraba un santo rosario al que invitaba a todos los habitantes de Las Delicias, como se conocía previamente al cantón.
Por esa cruz, Las Delicias empezó a conocerse como “el lugar donde hay una santa cruz”.
Finalmente, lo que selló el nombre de “Santa Cruz” fue que Bernabela donó unos terrenos para desarrollar al pueblo y los habitantes quisieron honrarla cambiando el nombre de Las Delicias a Santa Cruz.
La Cruz: el lugar de la muerte
La Cruz era parte de Liberia antes de convertirse en un cantón.
No tenía una ciudad, pero era un lugar en el que a diario pasaban los arrieros y el ganado que iba desde Nicaragua hasta Esparza de Puntarenas.
Un día una res escapó del grupo de ganado y el arriero decidió perseguirla pero, por algún hecho desconocido, el hombre falleció mientras la perseguía.
Los arrieros decidieron colocar una cruz en el lugar en el su compañero que cayó muerto.
Esa cruz se convirtió en un punto del camino de los arrieros para tomar un descanso y, posteriormente, se fue formando un pueblo cerca del símbolo, por lo que el territorio se llamó La Cruz.
Hojancha: de las hojas
Hojancha, antes de ser cantón, era un poblado de Nicoya. Su nombre proviene de las hojas de una planta que antes abundaba en el cantón.
Estas plantas tenían unas hojas anchas y largas, por lo que poco a poco se empezó a reconocer al pueblo como el lugar con hojas anchas.
Posteriormente, ambas palabras se unieron para simplificar el nombre del lugar y finalmente bautizarlo como Hojancha, en honor a la planta que abundaba en el cantón.
Cañas: a la orilla del río
Luego de nombrar al río con el nombre de Cañas, por la gran cantidad de caña brava que nació al margen de él, el poblado también empezó a adoptar el nombre de Las Cañas.
Existe otra versión que atribuye el nombre del cantón al general José María Cañas, quien hizo una visita al cantón cuando este se llamaba El Escarbadero. Al sentirse tan agradecido por la forma en la que los habitantes lo atendieron, les ofreció tomar su apellido para nombrar el territorio.
Tilarán: tierra de viento y lluvia
Tilarán proviene de la palabra indígena “tilawa” que se refiere a un lugar con viento y lluvias.
Su nombre, dado desde los años 1900, honra las características del cantón: un lugar en el que la brisa corre entre el verde del cantón y sus habitantes.
Nicoya: el cacique poderoso
El nombre de la ciudad colonial de Nicoya honra al cacique chorotega más poderoso de la región guanacasteca en el siglo XVI: Nicoa.
Fue uno de los últimos gobernantes del Reino de Nicoya y su supremacía fue tal que el cantón, la península y el golfo llevan su nombre.
Nicoa, en lengua náhuatl, la lengua de los aztecas, significa lugar dividido por aguas. En este caso, hace referencia al Río Tempisque y al Océano Pacífico. A Nicoa lo nombraron así por el lugar que estaba destinado a gobernar.
Bagaces: el cacique corobicí
Bagatzi fue un cacique anciano del siglo XVI.
Lideró a los corobicíes que habitaban la región cuando los españoles llegaron a conquistar las tierras.
La palabra bagatzi proviene del náhuatl, y significa lugar de cañas o carrizos.
Nandayure: la princesa guanacasteca
Nandayure era una hermosa princesa de origen chorotega, hija de un cacique que habitó la región de la Península.
Algunas historias cuentan que tuvo un romance con el cacique Nicoa, lo que ocasionó conflictos entre él y el padre de ella.
Enojado ante la relación de ambos, el padre de Nandayure la ofreció en matrimonio a un español de nombre Fernán, pero Nicoa hirió de muerte a Fernán con una lanza.
Al mismo tiempo, a Nandayure la mataron los conquistadores españoles y Nicoa la encontró muerta a la orilla de una poza.
El cantón fue nombrado en su nombre, como un símbolo de la resistencia de los aborígenes de la Península de Nicoya.
Abangares: el cacique del pacífico
El nombre de Abangares honra a Avancari, un cacique garabito que habitó lo que hoy conocemos como Abangaritos, de Puntarenas.
Previamente, Abangaritos se extendía hasta Abangares. De ahí que, a pesar de que Avancari fue un cacique con una influencia predominante en el Pacífico Central, hoy su legado lo recordamos también en Guanacaste.
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