Mariela Briceño recuerda el 17 de setiembre del 2020, cuando desde las ventanas de la sala de maternidad, en el quinto piso del Hospital La Anexión en Nicoya, podía ver personas vestidas de astronautas llevando a quienes murieron a causa del coronavirus. Ella y otras mamás con sus hijos en brazos se asomaban para poder observarlos. En lo alto, las vidas recién llegadas y la promesa del futuro mejor, y abajo, la presencia de la muerte como un recordatorio del momento que atravesamos.
“Uno recién parido, imaginate, que le duele todo y el bebé que llora y uno estresado, cansado, desgastado. Y ese miedo, ese susto, uno lo que quería era que le dieran salida apenas naciera el bebé. Pero había que dormir ahí, pasar la noche ahí”.
Unas horas antes, atravesó con su esposo el parqueo hasta donde ya no pudo acompañarla más; él o cualquier otro acompañante no tenía permitido entrar. A la mañana siguiente se reunieron ahí mismo los tres, en ese parqueo su esposo conoció a Alma y volvieron juntos a casa.
Durante el 2020, nacieron 5.029 bebés en Guanacaste, es probable que muchas madres debieron enfrentarse a escenarios muy similares al de Mariela. Aunque las fotos de “bebés pandemia” —como algunas mamás los llaman— y “autoshowers” inundaron las redes, en la provincia hubo 501 nacimientos menos comparado al año anterior. A nivel nacional, el fenómeno fue el mismo: la mayor caída en la natalidad en décadas.
En La Voz decidimos conversar con cinco mujeres para saber qué significa ser mamá en pandemia y qué las motiva a seguir adelante en medio de la crisis. Leé sus relatos a continuación, editados levemente por el autor de la nota.
Este 15 de agosto decidimos recopilar siete historias de mamás que están haciendo cambios en la provincia
Mariela y Alma
Yo me enteré que estaba embarazada a finales de enero del 2020. Ya escuchamos la noticia del virus pero en China, aun no había llegado acá, entonces era algo que nos ponía atentos pero pensábamos que no iba a llegar acá, y mucho menos tan rápido. Nos privó de muchas cosas ese virus. Hay muchos familiares que ni siquiera me vieron embarazada.Yo lo que hice fue esperarme aquí en la casa, casi que toda la labor de parto para estar lo menos posible en el hospital. Entonces cuando llegué al hospital ya casi que Almita iba a nacer. A mí me daba mucho miedo que me diera embarazada, el virus, tener que irme de aquí y dejar a mi otro bebé solito. Les voy a contar lo que viví no solo durante el embarazo, sino también lo que está pasando en el mundo, yo a veces me pongo a pensar y me pregunto ¿será que vamos a tener que seguir con mascarilla para toda la vida?, porque el virus se comporta tan extraño y muta tan raro, y yo digo ¿será que después de eso va a venir otra cosa y otra cosa?
Glenda y Cameron
Yo quedé embarazada en noviembre. Yo tenía cuatro o cinco meses cuando se originó el virus y creíamos que estábamos muy lejos de todo. Cuando Cam nació estábamos en alerta naranja, fuimos al hospital el papá y yo, a él no lo dejaron pasar de la sala de emergencias. Me tocó tener a Cam sola, totalmente sola, no dejaron pasar a nadie. Ni a mi mamá ni a él, que estaba preparado con un curso, nadie. Pero tuve una experiencia muy buena porque había alguien, una muchacha llegó y ella fue como mi mamá en ese momento. Me agarró las manos y me dio muchísimo apoyo emocional, me empezó a tratar con muchísimo cariño. Me llevó a bañar, me daba masajes, me enseñó cómo relajarme, cómo respirar. A pesar de que no había nadie de mi familia me ayudó muchísimo, porque ahí fue como el momento en que yo me sentí acompañada y ya pude tenerla. Cameron es la persona que me da fuerza para seguir, independientemente de cómo esté la situación afuera. Que si la gente se cuida o no se cuida. Yo sé que regreso a mi casa y que mi bebé está en mi casa y que está sana y que está a salvo, y eso es lo que me da fuerza para afrontar todo lo que está en el exterior. Tanto en lo económico como en salud, ella es la que me da la fortaleza para seguir confiada en que todo va a estar bien.
Jessica y Evans
Estando en las bases de la Caja (del Seguro Social) es donde uno más ha vivido con el COVID, ha tenido que luchar relativamente. No soy de la primera línea de atención como los enfermeros y los médicos, pero uno siempre está ahí pendiente de quién sale, quién no sale, quién se murió, quién no se murió. Estuve con la presión alta, entonces me internaban a cada rato. Todos los fines de semana iba a internarme, ingresaba los viernes y me daban salida los lunes. A mí me tocaba ir a internar 15 días antes y no fui porque había COVID y un ginecólogo me dijo “usted pare con o sin COVID, ¿según usted el bebé va a esperar a que el COVID se vaya?”. Por dicha cuando yo ingresé ya no hubo más casos. Uno no se preocupa ni por uno, se preocupa por él. Pero ahorita, en este momento, siento más miedo que desde que inició la pandemia. Me motiva que con mi trabajo contribuyo a mejorar la salud de las personas. Cuando sale alguien de COVID siento un cosquilleo en el estómago y digo “alguien salió”. Y en parte mi hijo, que yo sé que tengo que cuidarme mucho por él, no es que me dé fortaleza, pero es el pilar de por qué yo tengo que estar bien para que él esté bien.
Enilda y Marcus
Al principio fue muy fuerte porque cerraron todo, no se podía hacer nada, entonces hasta yo misma empecé a sentir mal anímicamente, triste. Pero no, no podía estar así porque tenía que dar la cara por mi hijo. Siempre había querido tener un segundo hijo, pero jamás me imaginé que vendría en esta situación, porque estaba luchando primero por sacar a Paul adelante y venía el segundo ya. Yo dije ‘pero qué voy a hacer ahora. Se me viene doble responsabilidad ¿cómo voy a afrontar todo esto?, ¿de qué manera yo voy a salir adelante? Estoy tratando de sacar a mi hijo mayor y viene otro que me ocupa más’. Eso lo pensaba todas las noches cuando estaba embarazada. De ahí sólo me quedaba pedirle a Dios. Entonces, tuve que coger fuerzas de donde no tenía. Hasta que ya casi al final, como a los siete meses, ya me fui calmando. O sea, ya caí en la realidad, por decirlo así. Me empecé a dar cuenta que esto iba a seguir, que esto no era de que ‘ahorita el COVID se va ir’, digamos ya me empezó a cambiar la mentalidad. Antes de que naciera el bebé, yo ya puse los pies en la tierra, desperté y me puse tranquila. Pero ese día tenía mucho miedo. Me levanté muy temprano, salí afuera a rezar. Hizo un amanecer rosado lindísimo. Ver a otras mamás en el hospital también me dio fuerza, porque todas estábamos en la misma situación. Yo siento que es mejor tener menos trabajo, pero más tiempo con la familia. Estar sana para estar con mis hijos y no en una cama asfixiándome. Eso me ha abierto mucho la mente. Que él siempre tenga eso, que lo que vivimos nos unió más y que eso siga para adelante. Que no desaproveche el tiempo y que las cositas pequeñas las viva a todo corazón. Eso es lo que yo quiero que recuerden.
María Fernanda, Evolet, Paulete y Emilano
Yo siento que mi hijo fue un hasta aquí, si no hubiese sido por él yo creo que todavía estuviera con el papá de mis hijos. Cuando yo quedé embarazada, yo dije ‘yo no quiero esto para mi hijo’. De mis tres embarazos es el que más he disfrutado porque he estado sola. No soy como de hablarles demasiado en la pancita, solo como ‘buenos días, buenas noches, me duele, acomódese’. A veces se me pasa el día y hasta la noche ‘ay mi amor ya, todo el día te he dejado abandonado’. Entonces le he ido explicando esas cosas bonitas. Yo le voy a decir cómo fue la experiencia totalmente. Dónde lo concebí, cómo fue, porque siempre preguntan ¿dónde nací yo?, ¿cómo nací, mamá?, ¿de dónde soy yo? Entonces, me imagino que va a hacer todas esas preguntas. Y contarle que el nombre lo escogió su mamá, y que fue muy difícil también que mamá se tuvo que cuidar muchísimo porque le daba miedo el COVID. Hasta me lo imagino con los ojillos brillosos poniendo atención.
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