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Dos hombres y un sueño estacionado en La Cruz de Guanacaste

Él está despierto y su padrastro está dormido; así se turnan. Nadie les ha hecho nada, pero la desconfianza  se apoderó de la mente de ellos desde el 18 de octubre que salieron de Cuba.

Michelle León de 27 de años es ingeniero electrónico, pero el salario mínimo de $30 (un poco más de ¢15.000) que recibía en Cuba no le alcanzaba, por lo que prefería trabajar como taxista y hacer todas las horas extras posibles. De ese mismo pensar es su padrastro Luis Pedro Pietro, quien trabajaba de lunes a lunes como camionero en la isla para juntar $60 (un poco más de ¢30.000)  al mes.

Ambos tienen esposas e hijos, pero ellos están en casa, en Cuba. Llevan casi un mes cruzando América desde Ecuador, para cumplir el gran “sueño americano” que ahora está en jaque tras el cierre de fronteras en Nicaragua, y se suman a los casi 1.070 cubanos que están varados en La Cruz  de Guanacaste.

«La verdad de Cuba es mucho más cruda de esa  superficialidad que le venden al mundo. ¿Cuántos cubanos estamos aquí? eso quiero decir algo», dice León con desesperación.

La meta es Estados Unidos, aunque no está claro el destino, pero están dispuestos de trabajar de lo que sea para poder enviar dinero a sus mujeres y poder reclamarlas.

Los dos ya están despiertos y están deseosos de contar su historia. La cara de Pietro lleva reflejo de desesperación, tan es así, que ya perdió 15 libras de peso gracias al estrés. «No ha sido de hambre, pues he comido bien y aquí en Costa Rica no nos podemos quejar de cómo nos han atendido», dice.

La comida también es una experiencia nueva, pues ahora pueden comer carne sin sentir que van a prisión. «En Cuba si te ven con un kilo de carne de res vas directo a la cárcel, no se puede tener carnes pues te acusan de recepción (actividad económica ilícita). En Cuba todo es increíble».

Esta fotografía fue captada por Michelle León a su padrastro Luis Pedro, mientras cruzaban puerto La Miel, frontera entre Colombia y Panamá.

Costosa travesía

A la fecha entre los dos hombres ya han gastado $5.000  de Ecuador a Costa Rica, dinero que ha sido el resultado de los ahorros de toda la familia y algunas cosas que vendieron para poder salir.

La estrategia en Cuba no es tan difícil como parece. Desde la isla se visita a una agencia que les ayuda a conseguir los tiquetes de avión a Ecuador  y el contacto de un coyote que los lleva a Colombia, país que es el más difícil de cruzar.

«La policía de Colombia es más corrupta que el propio narcotráfico. Cobran por todo, siempre quieren una mordida. A la mujeres las violan y las golpean», asegura Pietro.

Caminatas, buses de ocho horas y botes, son parte de la travesía que debieron pasar para llegar hasta Panamá, y de ahí el proceso es más fácil al igual que Costa Rica.

Por ahora siguen cargando las dos mochilas con las que han viajado. Utilizan un teléfono celular que compraron en Ecuador para darle últimas noticias a su familia y esperan cada minuto recibir una noticia buena de que pueden seguir atravesando el continente americano.

El Colegio Nocturno de La Cruz es uno de los seis centros que está recibiendo migrantes cubanos en ese cantón. Ahora el gimnasio de la institución es utilizado de dormitorio para más de cien cubanos.

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