Regional

Editorial – Agricultura irresponsable

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Mauricio Pineda, quien aparece en el reportaje “Ganadero nicoyano se anima a usar riego subterráneo para alimentar a sus vacas durante las sequías”, es un ganadero con una producción mediana que encontró una manera bastante efectiva de ahorrar agua al tiempo que mantiene la producción de pasto para alimentar a sus reses: el riego por goteo.

Pineda no  lo hace por caridad. Aunque todavía no sabe exactamente cuál es la rentabilidad del nuevo sistema, sabe que puede mantener a sus reses vivas durante las sequías que azotan a la región y ese es un motivo suficiente para hacerlo. También protege el manto acuífero de Nicoya que está justo bajo su finca al utilizar fertilizantes hidrosolubles más nobles que otros químicos.

Su experiencia debe multiplicarse en la región. En vez de la típica política asistencialista de regalar pacas a los ganaderos afectados -como lo hizo la Comisión Nacional de Emergencias durante el 2015-, el Gobierno debe enfocarse en facilitar créditos más flexibles para pequeños productores y en una capacitación intensiva y amplia que también abarque y sensibilice a los ganaderos y agricultores extensivos.

 

 

Muchos de los grandes sembradíos y terrenos dedicados a la agricultura en Guanacaste parecieran ir en busca de excusas para no adaptarse al cambio climático en vez de aprender de experiencias como la de Pineda, la de los reservorios de agua de lluvia en Hojancha y en Cerro Negro de Nicoya.

La tecnología y los recursos están disponibles. Los cambios no son solo necesarios: también son urgentes. De la agricultura, que consume el 75% del recurso hídrico del país, depende que todos tengamos agua en el futuro cercano.

Algunos funcionarios de la Universidad de Costa Rica, la Municipalidad de Nicoya y el Instituto de Desarrollo Agrario ya están empapados de estas nuevas propuestas, que surgen desde los mismos productores y que necesitan del apoyo del Gobierno para crecer.

Estos mismos funcionarios deben llevar el mensaje al resto de las instituciones para que las experiencias exitosas en el ahorro de agua y el uso eficiente de los recursos dejen de ser una novedad y se conviertan en la norma de la región.

Si sigue sin aprender de sus propios errores, la producción agrícola y ganadera -y las instituciones que velan por ellas- será la responsable a la que todos podremos señalar en un futuro sin agua suficiente para el consumo humano. 

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