Mientras muchos ganaderos de Guanacaste miran al cielo con rostro de súplica para que llegue pronto la lluvia, otros están literalmente tomando el toro por los cuernos para que la sequía no les tome desprevenidos. Siembran pasto, caña, tienen sistemas de riego por goteo o recolectan agua de lluvia.
Así como en un distrito de Nicoya encontramos reses débiles y flacas, en otro vemos vacas bien alimentadas con pasto sembrado en la misma finca en la que pasta el ganado. ¿Cómo es posible que encontremos ejemplos tan dispares en un perímetro de apenas 300 km?, ¿es tan difícil organizarnos en una comunidad tan pequeña?
Si bien los especialistas consultados para el reportaje de portada de nuestra edición de mayo coinciden en que muchos de los ganaderos no tienen la visión, el dinero o las ganas de adaptarse a las cada vez más rudas sequías, las instituciones, las cámaras y las municipalidades no tienen justificación para no atacar amplia y profundamente el problema.
La forma en que los productores se adapten al cambio nos afecta a todos los habitantes de Guanacaste y del país, pues la ganadería es una fuente de empleo determinante para la provincia y una forma de vida para muchas familias de comunidades alejadas.
Otro elemento se suma al cambio climático y es que en el 2025, el país eliminará por completo los aranceles para la importación de leche, debido al Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos. Eso quiere decir que los productores están ya a las puertas de una caída en los precios de sus productos aunque, al mismo tiempo, sus costos estén aumentando por las condiciones desfavorables del clima.
El cambio climático y las sequías cada vez más intensas son contundentes para la provincia, pues formamos parte del corredor seco centroamericano. En Nicaragua, El Salvador y Guatemala el panorama es mucho más desolador que en la provincia y por eso los especialistas insisten en que debemos observar y aprender.
Si los grandes países no toman mejores decisiones, zonas como el corredor seco no tendrán más remedio que adaptarse al cambio y ser resilientes. No hay una mejor forma de hacerlo que aprendiendo de los errores y replicando insistentemente las buenas prácticas de quienes ya las están implementando.
Guanacaste necesita tener una visión unificada sobre su futuro y esta edición es una prueba contundente de ello. Las soluciones de la provincia no pueden sostenerse con esfuerzos aislados y experimentos que no se relacionen entre ellos, sino que deben ser parte de una visión de la provincia que queremos.
A las autoridades les toca potenciar a los emprendedores e innovadores que ya están teniendo un impacto en sus comunidades e idear una forma de llegar a quienes están esperando de un milagro para salvarse.
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