El nicoyano José Luis Barrantes Baltodano de 50 años y la porteña Sonia Romero Vargas de 61 se conocieron hace 20 años en el Barrio San Martin de Nicoya. Duermen en diferentes camas, son hogareños y viven tranquilos compartiendo todo, incluyendo un gozo especial por la televisión.
José Luis viaja mucho por su trabajo de construcción y Sonia lo sigue a donde sea para cocinarle y acompañarlo. Aunque no están casados, con sólo verse a los ojos saben que lo suyo es para siempre, sin importar la diferencia en edades.
Maria Esquivel e Irina Méndez, comenzaron una relación en Febrero del 2014. Lo que las une va màs allá de las etiquetas y roles inculcados.
Irina Méndez (pelo corto) tuvo un hijo con su ex pareja, quien es hombre, cuatro años atrás, pero cuando conoció a Maria Esquivel, supo que había encontrado al amor de su vida. Juntas crían al pequeño Nahuel Méndez, quién con tan sólo 4 años entiende que no pertenece a una típica familia nicoyana.
A Jorge Arturo López “Zamo” de 28 años y su esposa Karla Gonzáles de 23, los unió la pasión por el arte corporal hace 5 años. Desde que ella lo buscó para su primer tatuaje se enamoró del tatuaje y de Zamo, haciéndose inseparables.Desde hace un año están casados, tienen un niño de 4 meses y trabajan juntos desde casa.
Entre risas, Karla y Zamo cuentan que es frecuente que algunas personas crucen la acera al verlos en la calle. Un día normal en su vida gira en torno a los tatuajes, las perforaciones y el cuidado del niño.
Valeria Briceño se enamoró de Freyman Campos a primera vista. En Marzo del 2015 cumplirán 2 años desde que “Ches” la cautivó con su estilo metalero, tatuajes y cabello largo.
El centro de Nicoya les parece sofocante porque es común que los vean raro por su forma de vestir. Comparten el gusto por el rock pesado, las fábulas, el amor a los animales y la naturaleza.
El destino hizo que Juan Carlos Briceño y Diana Alvarado chocaran un día hace 13 años en el Colegio Agropecuario. Ella es sordomuda y no pudieron hablarse hasta dos meses después, cuando Juan aprendió el lenguaje Lesco para comunicarse con ella.
Viven juntos, pero las tardes las pasan en el parque Recaredo Briceño, donde pueden pasar horas en su propia burbuja, hablando sin prestarle atención a la gente que los mira extraño.
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