Esto lo exige un personaje que carga una vasija con agua por el escenario, rodeado de candelas y acompañado solamente por un quijongo guanacasteco. Una imagen con aires de sesión espiritista.
Minutos antes, las personas del público encendieron una por una las candelas que hay en el piso, y ahora esperan pacientemente lo que este hombre vestido de sabanero tiene para contarles.
Lo que están presenciando es Quijongo, sonoridades y movimiento, una obra unipersonal que combina danza contemporánea y teatro, interpretada por el liberiano Julio Borbón, director del colectivo artístico Bor Bor movimiento y más allá.
“Mi idea era crear una fotografía viva de cómo vivía esta gente en tiempos de la colonia, porque una de las particularidades del instrumento es que contribuyó muchísimo a la socialización de los sabaneros”, explica el artista, pues ellos utilizaban el quijongo durante las fiestas en las haciendas.
Desde hace cuatro años, retomó una práctica ancestral con un formato más contemporáneo, pero para llegar a este resultado primero tuvo que iniciar un viaje que le permitiera conocer mejor su propia historia y la de la provincia.
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Pienso, luego bailo
“Antes de que yo creara la obra estaba teniendo una crisis de identidad”, recuerda Julio. Durante un viaje por México fue testigo de cómo este país celebra su tradición y descubrió que él estaba totalmente desconectado de su tierra.
“Yo con el arte empezaba a sentir una necesidad por nutrir mis obras de algo. Yo quería cantar, quería actuar, quería que mis obras fueran un toque más robustas”, explica el liberiano. Pero cuando se hacía preguntas sobre sus antepasados, se quedaba corto de respuestas.
Fue ahí cuando decidió inscribirse en el Taller de confección e interpretación del quijongo (podés descargar un pdf gratuito acá) de la Oficina de Cultura de Guanacaste. En este mismo instrumento encontró el pretexto y la herramienta para hablar de esos otros temas que él y mucha gente desconoce todavía: nuestra herencia africana, española y chorotega.
Cada vez que viajaba a Santa Cruz para asistir al taller, iba con el quijongo en la mano y las personas lo paraban en la calle para conversar. “Me sentía como una superestrella, porque la gente me detenía, quería conversar y validar su conocimiento conmigo porque lo ven y lo recuerdan. Y entendí que había una necesidad por parte de la gente de conocer más, y dije ‘esto hay que convertirlo en una obra’”.
Julio quiso ser un portador de conocimiento y promotor del instrumento, pero para ello debía investigar más sobre la mezcla de estas culturas.
Así fue como poco a poco fue profundizando en todos los elementos que componen la obra, como su vestuario, la camisa y el pantalón beige arremangados, que disimulaban la suciedad de los sabaneros de las haciendas, y que aún vemos en el Tope de Toros en Liberia. También incluyó la cerámica chorotega, un poema en idioma mangue como un manifiesto de la herencia indígena y el quijongo como un recuerdo de los esclavos negros que llegaron a la provincia en el siglo XVI.
“Entonces, me di a la tarea de tratar de reunir la mayor cantidad de información académica y de traducir todo eso que estaba puesto en un libro de una manera dinámica”, cuenta.
La historiadora de arte y profesora de la Universidad Nacional Sede Liberia, Lauran Bonilla Steiger, incluyó la obra de Julio en el contenido de sus dos clases: Turismo cultural y Artes y culturas populares.
“Muchas veces existe la noción de que las investigaciones son algo muy de la academia y quería enseñarles lo importante de la investigación en todos los quehaceres. Aún en la danza”, destaca la historiadora.
Turistear con cultura
Julio ve en su obra una gran oportunidad para enganchar a los turistas que visitan la provincia desde el arte escénico, que muchas veces buscan este tipo de experiencias culturales más allá del turismo de sol y playa.
Para que esto suceda, Bonilla piensa que es importante que quienes estudian turismo entiendan muy bien cuáles elementos componen su identidad. Ella asegura que en sus cursos, la gran mayoría de las y los estudiantes guanacastecos no conocían el quijongo antes de ver la obra.
“La gente de turismo a veces es la única portavoz de nuestro país y es importante que ellos entiendan que a quienes vienen a Costa Rica les gusta aprender un poco más sobre quienes somos”, señala.
Para la historiadora, más allá de la importancia de ver la identidad como un atractivo turístico, es vital para tener sociedades más saludables.
“A la hora de tener claro nuestras raíces, nuestras tradiciones, nuestro patrimonio, hay un mayor arraigo a lo nuestro y con eso un mayor sentido de pertenencia”, explica Bonilla.
El quijonguero más longevo de la provincia nos muestra cómo se construye un quijongo desde cero
Hace apenas un mes la Comisión para la Salvaguardia del Quijongo Guanacasteco, junto con la Universidad Estatal a Distancia, organizó el primer Encuentro Nacional del Quijongo. Una manera de celebrar este instrumento y reconocer a las personas que han mantenido este patrimonio vivo.
La obra de Julio formó parte del calendario de actividades del encuentro, que estuvo cargado de conciertos, reconocimientos y documentales. Además, sirvió de plataforma para conversar sobre el camino a seguir para darle muchos más años de vida al quijongo.
“Yo no creo que para salvar el patrimonio tiene que conservarse tal cual está, porque todo está avanzando. Todo está vivo y necesitamos aproximarnos al instrumento desde otros lugares. Yo creo que es muy necesario para que el instrumento siga llegando a otras casas, a otras exploraciones y a otros sonidos”, opina el artista.
¿Cómo y dónde ver Quijongo, sonoridades y movimiento?
Podés contactar a Julio Borbón a través de su cuenta de Instagram o al teléfono 7217 5942.
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