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El ojo biónico de Manuel Canales

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  • Revista NatGeo contrata a diseñador guanacasteco

De chico, llegaba al pueblo de Curubandé de donde era su mamá, en las faldas del volcán Rincón de la Vieja, y Manuel Canales se imaginaba como eran las montañas por dentro: sus capas, sus elementos, sus secretos escondidos. Él dice que el haber nacido en Liberia y visitar ese pueblo en particular lo hizo tener “ganas de ver qué hay debajo de las cosas”.

Hoy Canales está empacando para irse a vivir a Washington DC, porque a partir del 23 de marzo empieza a trabajar como Editor Gráfico- Senior Graphic Editor es el nombre técnico- para la famosa publicación National Geographic, y seguro que ese majestuoso volcán que le disparó la imaginación le está deseando suerte.

Manuel Canales, de 40 años y recién casado con la diseñadora Alejandra Hernández, nació en Liberia y a los ocho años se fue a vivir a San José. Él es el único de los cuatro hermanos que no se volvió a su querida Guanacaste, aunque confiesa que extraña la libertad que siente al caminar por los bosques y fincas sabaneras.

Estudió Diseño en la Universidad Veritas y luego cursó la carrera de Diseño Publicitario en la Universidad de las Ciencias y el Arte. Trabajó haciendo de todo un poco “de carajillo en una ferretería llevando sacos de cemento, de cajero en un supermercado, vendiendo artículos de surf, como encuestador en zonas marginales, como profesor de arte en un colegio”. Dice que le sirvió mucho para trabajar en equipo y valorar el trabajo: “Te va adecuando a la idea de que es un trabajo, no un juego. Te da conciencia de los retos de la vida”.

En el año 2000, la revista Viva lo contrató para hacer caricaturas estilo retratos y luego de unos meses, el jefe del departamento de diseño lo trasladó al recién formado Departamento de Infografía. “Lo primero que hice fue preguntar qué era infografía, nadie sabía que era eso”.

Con los años aprendió no solo qué era la infografía sino que se volvió experto en el tema y referente de muchos otros diseñadores, ganando premios internacionales como el Malofiej, galardón que reconoce desde 1993 a los mejores gráficos publicados en medios impresos y online de todo el mundo.

Canales, quien es una persona sumamente humilde y divertida, siempre anda con su tableta y una libreta donde dibuja todo. En las reuniones, le encanta rayar paredes, pizarras y todo el espacio que tenga disponible para dibujar.

No solo sabe cómo son los volcanes por dentro, sino que también se mete debajo de una guitarra, de una megaestructura o de una nave espacial. Canales indaga e indaga, capa por capa en las cosas, hasta llegar a la complejidad máxima. “Me gusta hace un ojo biónico, atravesar el elemento y verlo desde la raíz, ver sus huesos”, explica.

El secreto de su éxito está en que a la hora de comunicarle al lector todo lo que aprendió, lo hace de una manera simple, sin sofocar. “Es importante recordar que no publicas para otros infografistas, la idea no es complicárselo al lector”.

Un gran ejemplo de la capacidad creativa de Canales son los mapas de Costa Rica que publicó La Nación llamados “Costa Rica de punta a punta”. El desafío era “realizar el mejor mapa, el más preciso y teatral, como NatGeo”, recuerda Canales orgulloso.

Cuenta que tuvo un nuevo paso en su carrera: involucrar a gente fuera del equipo de diseño como geógrafos y trabajadores de transporte. Estaban incursionando en lo que hoy se está volviendo cada vez más común en las salas de redacción, los novedosos Equipos Interdisciplinarios. Para Canales, haber hecho esos mapas y ver que las personas se los guardaban, que las escuelas los colgaban en las paredes de sus aulas, fue la mejor recompensa a cinco meses de trabajo.

Y así es que gracias a esta capacidad de ver más allá de lo normal y haber aprendido de jóven lo importante de tener un trabajo digno, Canales ganó premios, trabajó por 15 años en el periódico más reconocido de Costa Rica y ahora dibujará y diseñará para la revista que de chico “siempre miraba, no leía”.

Recuerde que cuando usted tenga en sus manos una National Geographic, probablemente estará mirando a través del ojo biónico de Canales, a quien el Rincón de la Vieja y su amada Curubandé le enseñaron a ver el mundo como pocos pueden hacerlo.

 

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