Imagine Sámara sin agua potable, sin electricidad, con calles de grava y sin servicio de autobús; imagínela sin centro comunal, clínica y con un doctor que visite el pueblo una vez al mes. Así fue el pueblo al que llegó Emilce Steller Ramírez en 1973, pero gracias a sus esfuerzos Samara es diferente.
Como tesorera para tres grupos comunitarios, Emilce, actualmente con 66 años de edad, ha servido a la comunidad de Sámara por décadas. En agosto del 2012 se le entregó el certificado de Lideresa Comunitaria en Excelencia por la Fundación Comunitaria Zona Azul, reconociendo así sus méritos en la iniciación de proyectos de bien social.
Emilce creció en Santa Elena de Nicoya, donde asistió a la escuela hasta el quinto grado. De joven iba a las fiestas en Hojancha, donde conoció a Eduardo Diógenes Villalobos Jiménez, diez años mayor que ella. Contrajeron matrimonio cuando ella cumplió 20 y se fueron a vivir a Maravilla de Hojancha. Cuando Emilce cumplió 27, la pareja y sus tres hijas se mudaron a Sámara. Al iniciar sus hijas la escuela, Emilce se involucró con la junta de educación y el patronato, y así ayudó a recoger fondos para cubrir las necesidades de la escuela: “Siempre me ha gustado y me sentía comprometida porque tenia mis hijas en la escuela. Comencé por poquitos y ahora tengo bastantes compromisos. Todo lo que uno hace, lo hace con gusto, con amor por el pueblo”.
El mismo año que ella y su esposo se mudaron a Sámara, la carretera que conectaba Nicoya con Sámara fue inaugurada, aunque en aquel entonces era apenas de lastre. El matrimonio abrió una pulpería frente a la playa, diagonal a la estación de policía; pero, para conseguir productos y bienes tenían que viajar a pie por un puente de hamaca en Belén, y luego cargarlos en un vehículo que los esperaba del otro lado. El esposo de Emilce trabajó arduamente para conseguir que se instalaran puentes para vehículos; después de eso, la compañía autobusera Alfaro contactó a Emilce para proponerle iniciar un servicio de buses Sámara – San José. Ella consiguió las firmas necesarias para la aprobación del proyecto, y desde entonces ha supervisado el servicio de autobús, el cual ha contribuido a aumentar el flujo de turistas y visitantes que llegan a Sámara.
Aún más progreso llegó a Sámara en 1977 con la apertura del acueducto rural. Sin embargo, al no haber aún electricidad, ella y su esposo tenían que traer diésel desde Nicoya para poder operar la bomba de agua. En 1982, Emilce aceptó el cargo de tesorera para el comité del acueducto, y aún hoy en día trabaja como tesorera para la ASADA.
Al cumplir Emilce 47 años, el matrimonio vendió su propiedad frente a la playa y construyeron su vivienda actual en la entrada principal del pueblo. Por 5 años, pudo dedicarse por completo a la comunidad pues no tenía un negocio que atender. Un amigo de Nicoya le señaló las carencias y necesidades que tenía el pueblo de Sámara, y aconsejó a Emilce y a otros formar una asociación para atender estos problemas. El 15 de julio de 1993 se formó la Asociación Progresista de Sámara (APROSA), y Emilce fue nombrada su tesorera. La asociación empezó a organizar fiestas cívicas para reunir dinero para atender proyectos comunitarios, el primero de cuales fue el salón comunal. Al pasar los años, se instalaron las aceras a lo largo de la calle principal, se ayudó con la construcción de la Iglesia Católica (Emilce también es la tesorera para el consejo pastoral), la reparación de la estación policial y varios otros proyectos que involucraron la escuela y el colegio.
A pesar de tanta responsabilidad, Emilce saca el tiempo para descansar y disfrutar con su familia, especialmente con sus nietos, 4 de los cuales viven justo al lado de su casa. Al preguntársele cuál es el secreto de sus 45 años de matrimonio, ella contestó: “Estar tranquilo uno y tener responsabilidad en la casa, pensar mucho en sus hijos, sacrificarse un poquito. Y tener un esposo bueno”. Ella y su esposo siempre han trabajado y manejado su negocio juntos, sin embargo, algunas veces ha viajado sin él, como cuando a sus 35 años visitó Panamá; o a Ecuador, una vez cerrado su negocio en la playa, a sus 47. En algún momento le gustaría viajar de nuevo, quizá otra vez a México o a los Estados Unidos, pero Emilce asegura sentirse bien trabajando para la comunidad, siendo responsable y sintiéndose apreciada por sus coterráneos.
Comentarios