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Encuentre su ritmo con tambores Djembe

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Kun kun kan kan Kin kin.

Con esta secuencia básica de dos bajos, dos medios y dos altas, se nos introduce a los tres sonidos básicos del tambor djembe durante nuestra primera clase de percusión africana con el instructor Christophe Chaix, originario de Francia y residente de Nosara.

Al principio mis manos se pegan un poco al tambor cada vez que lo golpeó, amortiguando la vibración, y Christophe me explica que las manos deben flotar como martillos… No sé cómo flotan los martillos, pero mejoro con un poco más de práctica, aunque mis dedos empiezan a doler y se ponen un poco rojos e hinchados.

Esto es normal, Chaix me asegura, mientras mis manos se sienten cada vez más como  martillos. Cuenta que los tamborileros en África tienden a tener las manos muy gruesas. Empezamos a practicar diferentes ritmos. Se requiere de mucho enfoque y varias veces perdemos nuestro ritmo, pero luego escuchamos al otro y nos unimos de nuevo.

En un momento, cuando uno de nosotros pierde el ritmo, Chaix se ríe y exclama: “¡Me encanta! El cerebro va así como WAU”. La coordinación entre el cerebro y las manos es un aspecto importante de los tambores. Por esta razón, Chaix dice que aprender a tocar el tambor es bueno para los niños para que desarrollen una mejor coordinación, pero deben tener por lo menos de 8 a 10 años de edad para poder prestar suficiente atención para empezar a aprender a tocar los tambores.

Chaix mismo tenía 8 años cuando recibió su primer tambor. Al principio, él hizo mucho ruido en la casa y molestaba a su familia, pero los tambores se convirtieron en parte de quien es. “Es una buena manera de tranquilizarse. Siempre tenemos que golpear algo. El tambor toma esa energía”, observó.

En la actualidad Chaix tiene por lo menos 10 tambores. Los tambores djembe, que él consigue de Bali, están hechos de madera y piel de cabra. Para tocar, hay que sentarse con la espalda recta, colocar el tambor entre las rodillas a un ángulo que permite que sus manos pueden hacer buen contacto con el tambor. Una vez que uno encuentra el ritmo y gana un poco de confianza, es fácil casi ponerse a bailar y acelerarse, hasta que se pierda el ritmo otra vez.

“Es algo muy poderoso”, señala Anat Aronowicz cuando terminamos la lección. Ella es una canadiense que decidió tomar clases de tambor Africano mientras está en Nosara de vacaciones. “Es inspirador encontrar el ritmo, cuando uno piensa que no tenía ritmo”.

Chaix ofrece clases por $10 (5.000 colones) por persona por hora. Para programar una sesión, llame al 8848-8279.

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