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Gonca Gul, una cosmopolita le imprime glamour a la selva

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En 1992, la ciudad de Miami empezaba a tomar fuerza. Una revolución de jóvenes de distintas partes del mundo convertían a South Beach en un destino codiciado. Sobre sus calles, una joven turco-alemana de 27 años, Gonca Gul, montaba unos patines y repartía volantes con invitaciones para fiestas de playa.

Hoy ya no usa patines, pero recuerda que sobre ellos comenzó a crear su carrera profesional hasta llegar a ser una exitosa stylist de producciones en las que trabajó con modelos de la talla de Heidi Klum o en videos musicales para artistas como Gloria Estefan, Celine Dion, Jennifer López y NSync.

Cuesta que de la boca de Gonca Gul salgan esos nombres: ella prefiere ser reconocida por sus proyectos y no por la cantidad de famosos a los que vistió.

En Nosara, su tierra soñada, ella es su propia marca. Desde hace casi nueve años comenzó su línea de ropa Gonca Style, con ropa ropa diseñada por ella misma y producida de manera artesanal en Bali, Indonesia, desde donde la trae. Cada una de las piezas son creadas a mano y sus telas son teñidas con minerales sin químicos.

Hoy vende esa ropa en Bazzar, frente al Hotel Harmony, en Guiones, y tiene un restaurante de comida turca en la misma playa llamado La Casa.

Quienes saben de ella sienten que su esencia está impregnada en Guiones. Un vestido suyo es fácil de identificar. “Tienen algo”, dicen quienes los usan. A ese algo, ella le llama “Mi firma, mi concepto”, sin ninguna modestia.

Las críticas sobre ella no faltan, principalmente por sus altos precios -sus vestidos pueden rondar los $150 hasta más de $300- pero eso no le quita el sueño ni la molesta. “El buen trabajo tiene un alto costo”, dice.

Del gueto al sueño americano

Gonca tiene ojos grandes y una mirada fuerte que ella sabe que intimida. Su voz es baja, suave y tiene facilidad para conversar. Eso sí, en inglés, porque en español no se siente tan segura.

Su vida no fue fácil. Creció en un gueto turco en Alemania -como ella misma lo califica. De niña, su mentalidad era ser mamá. A sus 27 años, su matrimonio no funcionó y decidió cambiar de aire.

Se mudó a Miami con su dos hijas pequeñas  -Dilara y Melise, quienes actualmente tienen 26 y 28 años-,y comenzó a trabajar como repartidora de volantes. Cuenta que ganaba $10 por hora, mientras que las niñas se quedaban bajo el cuido de Johnny Dread, un conocido cantante de reggae, quien vivía en su apartamento.

Las oportunidades fueron apareciendo. Sin darle muchas vueltas, se postuló a un puesto como model booker, para ser la encargada de programar sesiones de fotos como modelos y hacer contactos clientes.

“Yo conocía a todo el mundo. Fui ahí y les dije: ‘Puedo hacer el trabajo’. Ellos me dijeron que no tenía experiencia, entonces les dije: ‘aprendo rápido’. Tuve una entrevista con el dueño de la agencia, que quedó impresionado y me dio el trabajo”.

También le gusta el cambio. A nueve meses de trabajar en la agencia, la vida de oficina la agobió y comenzó a trabajar como asistente en producción. Después de unos cuantos meses de sesiones fotográficas, se dio cuenta de que había un trabajo que consistía en elegir las prendas que se iban a fotografiar y dejarlas impecables llamado stylist. Cuando supo que pagaban $500 por día dijo: “Yo quiero hacerlo”.

No tenía portafolio para postularse a un puesto como ese, pero sí una agenda llena de contactos, así que llamó al editor de la revista Marie Claire y trabajó en ella seis meses sin paga para poder tener su propio portafolio y salir a buscar trabajo.

“Soy muy, muy buena aprendiendo y entendiendo qué es lo que la gente quiere”, dice ahora orgullosa.

Así, se incorporó al mercado de los videos musicales donde no solo conoció celebridades sino también al “amor de su vida”, su esposo Gunther Intelmann o Gunni, como ella lo llama desde hace 17 años.

Tierra de sueños

Para llegar a la casa de Gonca, en Culiacán de Ostional, hay que enfrentarse a uno de esos caminos de lastre típicos de Guanacaste que solo se pueden atravesar con un 4×4.

A ella le divierte subir y bajar con su Toyota Land Cruiser color crema y la verdad es que prefiere una ruta como esta para salvaguardar la privacidad de su hogar: una finca de 50 hectáreas a la que llamó Dreamland (tierra de sueños) y donde no tiene más compañía que su esposo y los amigos especiales que la visitan.

Su casa, casi sin paredes, está inspirada en la arquitectura de las Islas Griegas.Tiene arcos marroquís y una decoración que mezcla reliquias con elementos contemporáneos. La brisa del mar y el sonido de la selva son parte del soundtrack de este espacio.

Justo en su terraza parece estar la mejor vista de todo Ostional. Sentada aquí, recuerda que visitó Nosara por primera vez en el 2000, de vacaciones, y desde ese momento supo que era el lugar en el que siempre había soñado vivir.

“Muchos años pasamos soñando con este lugar. Por eso se llama Dreamland”, cuenta.  

Gonca también tiene algunos miedos: perder la salud, no poder lanzar su nueva colección, dejar de disfrutar al lado de Guni… pero en este lugar de sueños prometidos, los males parecen lejanos.

Desde aquí, en su terraza predilecta, esta mujer de mirada profunda y retos constantes cumplió muchos de sus sueños, pero se le queman las manos por iniciar el próximo proyecto tanto como cuando era una muchacha de 27 subida en unos patines de línea.

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