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Guadalupe Urbina Juárez regresa a Guanacaste tras más de un año de su última visita. Llega a Liberia para recibir este miércoles 31 de julio un homenaje a su trayectoria en el marco del bicentenario de la Anexión del Partido de Nicoya a Costa Rica.
Es el único acto de la provincia que se engalana con su presencia, y no porque así lo haya querido. “Yo nunca he sido una gran bienvenida en la provincia”, cree firmemente y lo dice con voz calma.
Su voz crítica ―dice a La Voz en una conversación esta mañana― la repele de actividades donde continuamente se exalta una única personalidad guanacasteca, la del hombre sabanero y el hacendado, y donde se reproduce el machismo vestido de tradición en retahílas, bombas y canciones.
“Este ocultamiento [el de las mujeres] no solo distorsiona nuestra comprensión del arte musical, sino que también priva a futuras generaciones de modelos femeninos inspiradores”, escribió ella misma en su Facebook cuando reflexionó por qué no fue invitada a “ninguna celebración oficial del bicentenario”.
Mirar el papel de la mujer en la historia guanacasteca fue lo que buscaron hacer desde la sede de Liberia de la Universidad Nacional (UNA), la Asociación para la Cultura de Liberia y el Centro Literario de Guanacaste.
Para eso, las eligieron a ella y a la centenaria y marimbista, María Bolandi, como las homenajeadas de sus actos conmemorativos de los 200 años.
Hace cuatro años fue declarada hija predilecta de Liberia por su aporte a la cultura musical regional.
“Generalmente nos enfocamos en varones que han impregnado las tradiciones guanacastecas, ¿y qué pasa con las mujeres?”, se preguntaban en la comisión conmemorativa del bicentenario en la UNA de Liberia, cuenta Blanca Barahona, la coordinadora y bibliotecóloga en la institución.
«Y la mayoría en la comisión somos mujeres y tal vez pasa por un principio de sororidad, porque todas, además de ser mujeres, todas somos guanacastecas, de las que creemos que la mujer guanacasteca vale, tiene temple y merece todo esto”, agrega.
A continuación un extracto del diálogo que La Voz sostuvo vía telefónica con Guadalupe Urbina Juárez sobre este reconocimiento, sobre su rol y ojo crítico en Guanacaste, y lo que significa para ella compartir homenaje con María Bolandi.
En la comisión se trazaron el objetivo de reconocer a mujeres, tomando en cuenta que en muchos espacios siguen estando al margen de los reconocimientos y de los eventos culturales. ¿Qué la hace pensar y sentir ser una de las homenajeadas?
Me parece muy bien y no porque las mujeres debamos tener un reconocimiento especial, sino porque debemos tener un lugar en los reconocimientos.
Es urgente sobre todo en una provincia como la de Guanacaste, una provincia todavía con un fuerte acervo que le honra permanentemente y abre espacios, aplaude, le pone el colchón y peina a sus varones, y nos toca todavía escuchar retahílas que dicen “esa linda morena, que yo soy un potro que en cualquier corral relincho y que en cualquier yegua me monto”. Eso es muy triste, que nosotras sigamos siendo comparadas en el humor de las coplas tradicionales como la yegua que cualquiera puede montar.
Y ese tipo de manifestaciones se siguen reproduciendo en las actividades culturales…
Bueno, yo lo acabo de ver en la celebración del bicentenario, coplas de ese tipo. Y son muy tristes porque no puede ser que en pleno siglo XXI en una celebración tan importante no haya una persona que cure esos eventos y que diga “no, esto no se puede”. Ahí sí podemos poner una censura.
¿Hubo algún evento en específico que le hizo notar esto en este bicentenario?
Normalmente eso lo ves en todos los sitios y no quiero decir nombres y cosas directas porque por eso yo nunca he sido una gran bienvenida en la provincia. Por dos razones. Una; porque soy una persona incómoda para quienes reproducen y reproducen y reproducen las mismas formas de celebrar, de vivir el folclor y de ver la tradición de los pueblos, como si todos fuéramos sabaneros con botas tejanas montando caballo. Y no. En Guanacaste hay pueblos que no son así. Son pueblos agricultores, de la costa, con pequeñas parcelas. Pero seguimos emulando las grandes haciendas con los caballos y los toros. Para mí es muy penoso. Y segundo; tampoco soy bienvenida porque yo puedo decir esas cosas, que nosotras estamos aquí y tenemos un lugar en esta tierra. Yo no puedo callarme esas cosas, pero también he aprendido que una no puede llover sobre mojado.
Parece que posicionarse fuerte contra los estereotipos y el machismo sigue siendo un acto de valentía, aunque no debería serlo.
Yo siempre lo digo. Y no me da vergüenza ni mucho menos. Yo nunca soy la invitada en las fiestas importantes de la provincia y nunca voy a serlo porque yo no voy a sentarme a tomar tragos en una mesa para emular a los señores que tienen mucho dinero que pagan eso y que les fascina que aquí sigamos con tradiciones que no son muy saludables para la provincia. En una provincia que tiene siempre que ser amable con los señores, yo no soy tan amable con los señores a menos de que me tengan un profundo respeto en mi condición como persona trabajadora, persona creativa, como mujer inteligente.
Mi trabajo cultural no ha sido promovido en la provincia como un trabajo dedicado a la provincia. Antes me dolía mucho, ahora ya no. Ahora ya comprendo que han de pasar muchos años y que deben haber muchos cambios para que este trabajo pueda ser escuchado y aprovechado también.
¿Cómo le dejó de representar una carga emocional el no sentirse bienvenida en su propia tierra?
Una está consciente de que es importante lo que hace, que es importante hacerlo, que no importa cómo lo percibe la gente de afuera, porque es tu propio legado y herencia, y vos tenés que honrar esa herencia y ese legado.
Ambas, María Bolandi y usted son íconos y genias artísticas. ¿Qué significa compartir con ella el reconocimiento?
Es un enorme honor. Yo escuchaba a mi padre contar de las fiestas en Liberia en la casa de las Bolandi, recuerdo eso. La conocí a doña María Bolandi en una presentación en Liberia, hace unos 10 años o más. Para mí es un enorme orgullo estar al lado de una mujer como ella, es de esas mujeres que siempre rompieron el molde.
También debo decir que Liberia siempre me ha tenido mucho cariño. Y no es la primera vez que yo recibo atención del pueblo liberiano y expresiones de cariño hacia el trabajo que hago.
Estando lejos de Guanacaste, al otro lado del país, ¿cómo mantiene viva a la provincia dentro de usted?
Quien nace acá ya llevamos gratuitamente ese legado, con solo el hecho de haber nacido aquí. Es un legado que determina de alguna manera cómo te pones frente al mundo.
Yo creo que una camina con el legado a donde quiera que vaya. Y Guanacaste es una tierra que deja una huella muy profunda en quienes nacieron aquí y en quienes vivieron aquí un tiempo de su vida.
El homenaje a Guadalupe Urbina Juárez será este miércoles 31 de julio a las 4 p. m. en la parroquia de la Inmaculada Concepción de María, en Liberia.
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