Es sábado por la mañana y mientras llego a las cuadras El Esperado, en Sábana Grande de Nicoya, William Marchena de 36 años, o Marchenia como le dicen popularmente, recibe una carga de pacas que en breves instantes se convertirá en el desayuno de los 10 caballos.
La faena de este hacedor de caballos inicia todos los días a las 6 a.m. cuando les da el concentrado y una hora más tarde las pacas de pasto seco.
Desde los 15 años, Marchenia ya tenía buena pierna para los toros y ya sabía lo que era andar encaramado en los lomos de un animal de más de 400 kilos. Sin embargo, terminó decidiéndose por la nobleza de los caballos y fue así como decidió cuidarlos y domarlos.
“Yo domo para montar”, me asegura. “Yo intento hacer un binomio con el caballo. Es decir, yo tengo que entender al caballo. El caballo te conoce el olor, la voz, el pulso y hasta el peso cuando lo montas”.
La primera lección que Marchenia les enseña a los caballos es “cabrestear”, es decir que acepte el mecate y siga sus órdenes.
Luego él les pone de a poco la montura, y le va dando “una montadita breve” para que se vayan acostumbrando. Posteriormente, y tras varias sesiones de práctica, Marchena les pone las riendas.
Marchenia me revela algunos de sus secretos de domador y justo antes de colocarle el Filet (tipo de freno) a Tormenta, una yegua de 3 años de edad, le aplica un poco de melaza. “Es para que lo acepte mejor”, me dice.
Otra técnica que usa el nicoyano es bañar y cepillar a los caballos antes de ponerles la montura. Para ello utiliza una rasqueta que es una especie de cepillo el cual elimina las células muertas del pelo del animal y hace que se realce su brillo y color natural.
Posteriormente, Marchenia le pone la montura a Espíritu, una yegua baya (color similar al pardo) de 6 años, y la pone a calentar dando vueltas en un espacio reducido intercambiando pasos cortos.
“El caballo es un atleta y tiene que estar bien preparado antes de salir. Conforme ella calienta se pone mejor”, me dice.
Finalmente le pregunto sobre cómo definiría el estilo de doma suyo y me lo resume: “es con amor”.
Hojancha, cuna de campeones
Hojancha también es famoso por la cría y doma de caballos. Uno de los hacedores de caballos más reconocidos a nivel nacional e internacional es Orlando Venegas, quien tiene más de 30 años de formar caballos campeones.
Venegas define su estilo como para “hacer caballos de paso” y casi siempre para competencias, sin dejar de lado el amor que siente por ellos. “Lo primero que hago cuando nacen es abrazarlos y darles cariño. Es muy importante para que sientan el calor de uno”, asegura.
Luego, con el paso de los meses, Venegas empieza con las diferentes técnicas: cirquear, amarrarlos y mecatear (que acepte el mecate), y finalmente ponerles el bozal y la montura.
En sus cuadras maneja aproximadamente unos 20 caballos de diferentes partes del país. Los resultados de la formación de Venegas están a la vista y asegura que ha vendido caballos hasta en $30.000 (unos 16 millones de colones).
Mientras me alejo de las cuadras me queda claro que el relincho bravío, la elegancia y el paso sin igual de los caballos guanacastecos, seguirán deleitando a los amantes de la monta.
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