Regional, Derechos Humanos

Homosexualidad: De eso no se habla

This post is also available in: English

“No todo el mundo puede salir a la luz del sol”, dice Deiby Aju para referirse a la doble moral que existe, influida por las grandes presiones familiares, religiosas y sociales. Aju es un homosexual que vive en Nicoya y cuenta que él está feliz por haber respetado su yo, su personalidad y declararse abiertamente homosexual, aunque no fue nada fácil.

La perspectiva de la homosexualidad en las comunidades de Nicoya y Nosara está permeada por  las creencias religiosas y las reglas sociales de lo que “es aceptado y lo que no” y por ende ocasionan una invisibilización de la discriminación de la homosexualidad en la zona.

En la  totalidad de las opiniones recolectadas entre los vecinos de estas dos localidades sobre su percepción de la homosexualidad, indicaron que no están de acuerdo con ella por motivos religiosos. Algunos señalan que si sus hijos tuvieran una preferencia sexual distinta a la convencional los aceptarían; por el contrario, otros señalan que los rechazarían.

No existen estudios que tipifiquen o cuantifiquen la población homosexual de Costa Rica pero, en un mapeo realizado durante el 2007 por el Centro de Investigación y Promoción para América Central de Derechos Humanos (Cipacdh) en los centros de socialización para la población bisexual, gay, lésbica y transgénero, se contabilizó que en los espacios de reunión de esta población que vive en la gran área metropolitana, existe una asistencia regular de 7000 hombres gay en un solo día.

Para Aju, vivir el proceso de asimilación de su inclinación sexual, por parte de su familia y de sus compañeros de secundaria, fue muy difícil. Sufrió un rechazo muy marcado por parte de su padre, “quien representa el típico rol de macho mujeriego”;  y sus compañeros de colegio inclusive se marchaban cuando él llegaba, por esa creencia de que “eso podía ser contagioso”, comentó nostálgico el joven de 19 años.

Deiby se dio cuenta de sus inclinaciones homosexuales en la escuela, siempre fue muy femenino, recalcó. Al dar la noticia de su homosexualidad a su familia los tíos reaccionaron con no hablarle durante un tiempo. Inclusive, recibía críticas como: “no te da vergüenza andar vestido de esa forma”. Este lapso de “aceptación” en su entorno familiar tardó entre 4 y 5 años.

Aju concluye que “no se puede cambiar la percepción de la gente, pero si se debe generar un ambiente de respeto”.  Aunado a ello, considera que hay un mayor rechazo hacia los homosexuales más afeminados.

Actualmente, Aju trabaja como estilista y estudia psicología, con ese afán de comprender a la gente y señaló está muy interesado en enfocarse en colaborar con la temática de los movimientos de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales (LGTB).

Por su parte, Jordan Baltodano,  de Corralillo de Nicoya, un homosexual de 18 años, tenía una fuerte presión familiar para que presentara alguna novia en su hogar, por lo que anduvo con 4 mujeres antes de aceptar por completo su real inclinación sexual.

Sobre su historia personal, Baltodano a los 12 años se sentía diferente con respecto a los demás y lo convencional de las preferencias sexuales, pero no sería hasta los 15 que aceptó por completo su homosexualidad.

Su madre se enteró de su homosexualidad en medio de una discusión con su hijo, y su reacción fue no hablarle durante tres días.

La madre, después de la noticia, se comportaba con indiferencia, con miedo, insegura, le restringía las salidas pero al pasar el tiempo cambió su actitud y ahora le apoya. Su madre no comparte su homosexualidad pero lo respeta, nunca le pidió que intentara cambiar, expresó Baltodano.

Caso contrario ocurre con sus hermanas, en edades de niñez y adolescencia, quienes aceptaron la inclinación de su hermano desde el principio, indicio de una percepción más tolerante y abierta a la diversidad en las generaciones más jóvenes.

Para Baltodano, el proceso de asimilación de su preferencia ha sido complicado, en una ocasión intentó suicidarse por medio de la intoxicación con pastillas, y a veces tiene deseos de cambiar, de no aceptar su homosexualidad.

La presión social ocasiona que los homosexuales se  sientan totalmente excluidos, “uno llega a sentirse como un bicho, por los constantes comentarios y miradas, es una lucha diaria, que cansa”, enfatizó Aju.

¿Existe el amor gay?

Sobre la existencia del amor gay, tanto Deiby como Jordan consideran que las relaciones homosexuales son más promiscuas, están motivadas primeramente por el deseo sexual y luego por los sentimientos, lo vinculan con la naturaleza del hombre, la cual está más inclinada a lo carnal.

Distinto a lo afirmado anteriormente, en una entrevistada anónima a una mujer lesbiana que ronda los cuarenta años y que vive en un pueblo costero del Canton de Nicoya a la que llamaremos Judy, afirmó que el amor gay es real, que ella ha estado y está enamorada en este momento.

Concepción de la vida basada en religión

Referidos al tema religioso, Aju y Baltodano se sienten en pecado, influenciados por su crianza basada en creencias donde Dios castiga la homosexualidad y por las ideas del imaginario colectivo social de lo que es “aceptado” en las preferencias sexuales.

Con respecto a su experiencia religiosa, Aju asistía a una iglesia y no regresó por indirectas de rechazo y discriminación de parte del pastor. No obstante, afirma creer en Dios y esto le da una sensación de vivir en pecado.

Por su parte, Baltodano es evangélico y decidió no volver a la iglesia, porque se cuestiona el porqué Dios le permitió ser así.

Judy hizo referencia a la persecución de insultos y acoso que vivió por parte de una agrupación religiosa, a la que asistía su madre, después de que su familia se enteró de que era lesbiana.

Para el sacerdote de Nosara, Juan Galindo, la homosexualidad es una enfermedad con causas psicológicas y sociales, que afecta en su mayoría a los hombres y en edades jóvenes principalmente.

Por su parte, para el pastor de la Iglesia de Dios del Evangelio Completo de Nosara, Henry Matarrita, la homosexualidad se puede ver en dos etapas, lado espiritual basado en la desobediencia del hombre, y en que es una enfermedad. Realizó la aclaración de que Dios no creó con esa condición a la personas.

Estas dos autoridades religiosas coincidieron en que la preferencia sexual distinta a la heterogénea es considerada una enfermedad para las agrupaciones que representan, basada en las enseñanzas de la Biblia, aunque ninguno pudo citar específicamente en que parte de las Escrituras es que se señala dicha aseveración.

Sobre los efectos emocionales que viven los homosexuales, el sacerdote Galindo aseguró que, después de tener estas prácticas homosexuales se sufre de remordimiento, por sus principios, se da un choque emocional. Ambos líderes religiosos mencionan que las personas con preferencia sexual distinta a la convencional deben someterse a procesos para cambiar.

Matarrita comentó la experiencia de un amigo suyo, él cual fue homosexual y que ahora está casado y tiene una hija, y ahorita es un predicador: “Dios hizo un trato con él”, recalcó.

En caso de que parejas homosexuales  se acerquen a las congregaciones, tanto Galindo como Matarrita expresaron que no existirá ningún problema de que asistan pero no podrían involucrarse activamente en las actividades de los grupos.

Los derechos de convivencia

Para Deiby y Jordan el proyecto de ley Sociedades de Convivencia es necesario, aunque no lo conocen a detalle. La iniciativa pretende crear y regular una nueva figura llamada “sociedad de convivencia” con el fin de proteger derechos personales y patrimoniales de las parejas constituidas por personas del mismo sexo, por ejemplo beneficios del sistema de seguridad social, del sistema financiero nacional para la vivienda; herencia legal y visitas especiales en caso de  hospitalización o privación de libertad del conviviente.

Para ambos, Costa Rica todavía no está preparado para hacer cambios como aceptar el matrimonio gay, aprobar el proyecto de ley de Sociedades de Convivencia o permitir la crianza de niños para personas del mismo sexo.

Ambos entrevistados no apoyan la crianza de hijos por parte de padres del mismo sexo. Deiby cree que se verán influenciados por los patrones homosexuales; y que además, socialmente sería difícil para los niños recibir los cuestionamientos sobre sus padres.

Caso contrario, Judy hizo referencia a una experiencia de crianza de un niño por parte de una pareja homosexual, de la cual es testiga, y mencionó que ese niño es una persona que está creciendo de forma integral y con excelentes valores y actitudes.

Con respecto a la aprobación de este proyecto de ley, el sacerdote Galindo, opinó que todos tenemos derechos pero hay ciertas instituciones que tienen derechos específicos, como la familia. Aunado a lo anterior, destacó que los políticos deben de detenerse a reflexionar sobre las posibles consecuencias de  darle los derechos que tienen las familias a los homosexuales, y mencionó que “si manifiestan comportamientos anormales deben recibir un trato distinto”.

La Voz, entrevistó a siete ciudadanos de Nosara y Nicoya. Para la vecina de la comunidad de Nosara, Stephanie Artavia,  sobre el proyecto de ley Sociedades de Convivencia, considera que por un lado si debería pasar ya que una pareja que viva junta, sin importar si es hombre-hombre, mujer-mujer o hombre-mujer, están forjando una construcción social, y por otro lado cree que por cuestiones sociales no debería pasar, ya que la homosexualidad no debe verse como natural, pues sería darles como una especie de impulso.

La opinión anterior y varias de las aportadas por los vecinos, evidencian un claro sincretismo entre las creencias religiosas, la concepción de derechos civiles y las normas sociales que propician una percepción mezclada de los derechos a los que todos los ciudadanos deberían poder accesar sin excepciones de preferencias ideológicas, políticas, religiosas y en este caso sexuales.

Además, es necesario aclarar que la concepción de la homosexualidad es teñida por una visión de “sexualidad enferma” acrecentado por el tabú que normalmente representa la sexualidad en nuestra sociedad  ya que los entrevistados tienen opiniones definidas sobre las preferencias sexuales homosexuales; sin embargo esta seguridad se ve diluida cuando se les pregunta lo mismo pero en el caso de que sus hijos fueran los homosexuales. Este hecho es reflejo también de una sensación de lejanía con las preferencias sexuales no convencionales. 

 

¿Qué opina de la homosexualidad?

“La homosexualidad es  anormal, lo que Dios dejó es esposo y esposa. Si tuviera un hijo homosexual lo dejaría en manos de Dios, le pediría que cambiara y si no cambia no lo aceptaría”. Lubiz Pichardo de Nicoya

“Respeto y amo a cualquier persona. Si tuviera un hijo homosexual lo trataría con amor, sin despreciarlo o aislarlo, la ciencia nos ha dicho que es posible que tenga una preferencia distinta, por lo que habría que aceptarlo”. Stephanie Artavia de Nosara

 “Si los homosexuales son felices así hay que respetarlos. Si el proyecto de ley Sociedades de Convivencia los hace felices, que pase. Si tuviera un hijo homosexual lo apoyaría, lo ayudaría, no lo trataría diferente por su preferencia”. José Zúñiga de Nicoya

“La preferencia sexual va en cada persona, todos tenemos libre derecho a hacer lo que queremos, cada quien toma posesión de su cuerpo como lo considere”. Luis Romero de Nosara

“Somos cristianos y no aceptamos la homosexualidad. Dios nos hizo como hombre y mujer. Si tuviera un hijo homosexual procuraría enseñarle, educarlo para que cambie, pero no rechazarlo. Sí debería tener derechos civiles como los que se plantean en el proyecto de ley Sociedades de Convivencia, pero no se debe aceptar que vivan en pareja”. Isabel Umaña de Nosara

Comentarios