Él ha sido parte integral de Samara durante tantas décadas, garantizando que el agua potable continúe fluyendo a las casas y negocios de Sámara, que es difícil imaginar el día en que Eduardo Arnáez Montes, quien actualmente tiene 79 años, se retire de su puesto como administrador del ASADA (Asociación Administradora del Agua). Aunque no está planeando retirarse este año ni el que viene, la ASADA se encuentra buscando a alguien a quien comenzar a entrenar para llegar los zapatos de Eduardo, algo que no es tarea fácil.
Eduardo tuvo a alguien que lo siguió en tres ocasiones sin embargo, esta persona decidió que el trabajo no era para él - demasiado difícil y demasiado estrés al tener que lidiar con lo que dicen las personas cuándo están enojadas por un problema con su abastecimiento de agua. Pero Eduardo tiene un don para calmar a la gente. "Necesitan descargar las cosas" reconoció. Así que él los escucha, reconoce su problema y se los explica con el fin de convencerlos de la mejor forma para evitar mayores problemas más adelante.
"Me identifico tanto con la comunidad que eso me obliga a tener conocimiento," comenta Eduardo. |
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La formación de un líder comunitario
Eduardo se convirtió en un líder innato en Sámara por dos características: su conocimiento y amabilidad. Su primera profesión fue como educador. Eduardo explicó que cuando se encontraba estudiando para ser maestro, sus profesores insistían en que un maestro debía ser un líder dentro de la comunidad y que debían visitar a las personas del área.
Sus primeros siete años como maestro de escuela fueron en La Virginia, en lo profundo de las llanuras de Nicoya. Inicialmente, las instalaciones de la escuela difícilmente podían ser llamadas instalaciones y durante los primeros meses tuvo que dormir en una banca. Sin embargo, Eduardo supo cómo enfrentar la realidad y cómo luchar por superarse por lo que pronto obtuvo el apoyo de la comunidad para mejorar las instalaciones de la escuela.
En 1972, se trasladó a Sámara y se enfrentó a un reto diferente. Aunque las instalaciones de la escuela se encontraban en buen estado, los estudiantes no lo estaban. Junto con el ambiente de playa encontró mucha vagancia y los estudiantes preferían ir a pescar en vez de asistir a la escuela. Eduardo comenzó a visitar las casas de sus estudiantes, viendo cómo vivían, haciendo amigos e influenciando a los padres para qué comenzaran a obligar a sus hijos a ir a la escuela y a tomar su educación más en serio. Eduardo también tomó el papel de dirigente comunal.
Luego de 25 años como profesor, Eduardo se retiró, aunque sus antiguos estudiantes aún lo llaman "maestro" cuando lo ven. Eduardo asegura que cuando lo hacen siente la alegría de un padre, como si sus hijos lo estuvieran saludando. Sus demostraciones de agradecimiento le hacen saber que su labor como profesor fue buena.
La evolución del sistema de agua de Sámara
Cuando Eduardo llegó a Sámara, no existía un sistema de acueducto comunitario. En aquel momento no había mucha contaminación y por lo general, las casas tenían sus propios pozos. Cinco años después Eduardo, trabajando junto a un Comité, dio los primeros pasos para traer acueductos a Sámara.
El agua en Samara es superficial, explica Eduardo, y experimentó en sangre propia los problemas ocasionados por el agua contaminada, como la diarrea.
De 1978 a 1996, Eduardo fue parte integral del Comité de Agua de Sámara. Por lo tanto, cuando el AyA (Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados) promovió la formación de las ASADAs para legalizar los comités locales encargados del agua y la junta debió nombrar a un administrador, Eduardo fue la opción obvia. "Yo era quien conocía todo", señala.
A través de los años, su objetivo ha sido proveer agua potable de calidad, con cantidad y continuidad a la comunidad. Con ese fin, aproximadamente en 1987 se reemplazo el tanque metálico de almacenamiento de agua del pueblo, el cual se encontraba oxidado, por uno de concreto. En años recientes, con el crecimiento de la población de Sámara, la red de distribución ha evolucionado de tubos de dos pulgadas a tubos de tres pulgadas con el fin de proveer una mayor cantidad de agua. El año anterior, el gran dolor de cabeza para Eduardo fue intentar determinar cómo reparar las fisuras del tanque de almacenamiento. Finalmente encontró la solución: una geomembrana, un material especial que recubre el interior del tanque para que el agua no tenga contacto con este. La membrana fue instalada en septiembre pero no de forma correcta (lo cual representó otro dolor de cabeza para Eduardo), por lo que tuvo que ser reparada nuevamente a inicios de noviembre.
Otra mejora al sistema de agua fue la instalación, el año pasado, de un sistema de emergencia, el cual hace posible enviar el agua directamente de las bombas al pueblo, sin pasar por el tanque de agua. Eduardo explicó que el sistema de emergencia fue instalado pensando en el famoso terremoto previsto para la península, el cual podría ocasionar que el tanque estalle.
La vida está llena de cambios. Eduardo ha sido testigo de como Sámara se ha transformado de una comunidad pesquera y agrícola a una zona turística, con las ventajas económicas que esto representa pero también con las desventajas - ahora las personas no conocen tan bien a sus vecinos, muchos jóvenes han comenzado a utilizar drogas y el aumento en el uso de estas se ha visto acompañado de un incremento en los robos para poder comprarlas. Eduardo cierra sus ojos por un momento y su semblante se entristece mientras reflexiona sobre estos cambios. Pero una cosa no ha cambiado aún: Eduardo continúa trabajando como un líder de la comunidad.
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