Hace ya dos meses que la belleza de la iglesia colonial de Nicoya no se apaga al caer la noche. La comunidad, la parroquia y algunos negocios locales se unieron para iluminar el exterior de la estructura, que es patrimonio arquitectónico, ante dos situaciones que aquejaban al pueblo: la inseguridad y el abandono de una de las iglesias más antiguas de Costa Rica.
Desde La Tortillería, ubicada diagonal al templo, sus trabajadores fueron testigos de que hubo gente que por las noches ingresaba a la zona verde a dormir o a beber alcohol, según cuenta su dueño, Diego Pochet. El cura párroco de San Blas, Luis Humberto Quesada, también cuenta algo similar.
“Era un lugar apropiado para otras cosas. Los borrachos se metían a dormir y otra gente a hacer cosas impropias”.
La iglesia colonial está cerrada desde el 2012, cuando sufrió daños estructurales con el terremoto de Nicoya. Desde entonces, pese a las inversiones del Ministerio de Cultura, no deja de verse descuidada.
La cúpula, la sacristía y la capilla son las partes más afectadas por el terremoto de Nicoya del 2012
Pochet y Quesada se reunieron para ver de qué forma revivían la estructura, que aguarda una última intervención arquitectónica para reabrir sus puertas. Pensaron que, si diferentes sectores del cantón se unían, Nicoya podría solucionar los dos problemas. La meta era reunir ¢2.310.890.
Se trataba de iluminar el corazón de Nicoya. Si el corazón esta muerto, entonces difícilmente hay vida”, agrega Quesada.
Un grano de arena aquí y uno allá
Luego de hacer estudios para averiguar el costo del proyecto, La Tortillería se comprometió con el párroco a pagar la mitad del costo, y que la comunidad diera el resto. “Sin embargo, nosotros asumiríamos la responsabilidad de poner lo que faltara si no podíamos llegar a la meta”, cuenta Pochet.
Durante mayo y junio de este 2018, el sacerdote pidió donaciones de dinero en las misas de la comunidad y tocó las puertas de negocios. Al mismo tiempo, un afiche empezó a circular por todo el cantón, exhortando a la población a donar: “Rescatemos juntos la iglesia colonial de Nicoya. ¡Que vuelva a tener luz y que la podamos usar!”, decía.
Mientras recolectaban los fondos necesarios, el proyecto avanzaba por otros lados. En un día de junio, trabajadores de la panadería La Castellana se dedicaron a limpiar la zona verde que rodea el templo. La gente estaba entusiasmada con volver a poner la mirada sobre él.
Excelente iniciativa. Ojalá todos nos preocupáramos más por nuestro patrimonio que es una joya hermosa y debemos cuidarla”, decía uno de los comentarios de las fotos donde se evidenciaba el trabajo de La Castellana.
Por las noches, algunas personas involucradas con el proyecto iban a hacer pruebas para encontrar la luz perfecta. Pochet, que es un apasionado de la iluminación, consideraba que las luces tenían que tener su esencia.
“Cuando estuvimos viendo las luces con el padre, nos dimos cuenta de que no podían ser apagadas y que la ubicación tenía que ser perfecta. Buscábamos que no se viera pesada pero sí glorificada”, cuenta Pochet.
Durante la recaudación de fondos, decidieron también izar cuatro banderas: la de Costa Rica, la del Catolicismo, la de Nicoya y la de Guanacaste. Para lograrlo, la empresa local RF Ingenieros aportó las astas.
El mandatario Carlos Alvarado culminó su primera gira como presidente electo en Guanacaste con un discurso en el parque Recaredo Briceño en Nicoya este 25 de julio ante decenas de espectadores.
Las donaciones de dinero de los feligreses sumaron ¢677.000, la lavandería Toscana aportó ¢25.000 y los restantes ¢1.608.890 los donó La Tortillería. Pese a los esfuerzos, fueron pocos los negocios que se sumaron a la causa.
La iluminación se inauguró el 15 de julio, en el inicio de la semana cultural.
El proyecto también se convirtió en una estrategia para que la comunidad volviera a fijar su mirada en la joya colonial de Nicoya.
Querían que en su visita al cantón para la celebración de la Anexión, el presidente Carlos Alvarado se diera cuenta de que la comunidad está esforzándose para darle vida a su corazón: la iglesia colonial San Blas y que si el pueblo da de su parte, el gobierno también debía comprometerse a finalizar la reconstrucción. El 25 de julio, Alvarado prometió que en el 2019 la reconstrucción finalizará.
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