“Bajamos la cuchilla que conectaba el rancho desde el salón [comunal] pero no había nada que hacer, era demasiada llama. Como es un rancho, eso no duró cinco minutos para quemarse”. Así recuerda Margarita Ramírez, integrante del Comité de Cultura y Rescate de Tradiciones Matambugueño, la noche del sábado 26 de febrero en que el rancho del pueblo se redujo a cenizas.
Era una estructura que habían construido entre personas de la comunidad y que representa una identidad del único grupo de indígenas en la Región Chorotega.
Las estaciones de bomberos de Nicoya y Nandayure despacharon unidades para atender el incendio de la estructura de entre 40 y 50 metros ubicada a un costado de la plaza de deportes de la comunidad.
El bombero en Nicoya encargado de turno esa noche, George Acuña, recuerda que cuando él y sus compañeros llegaron el rancho ya estaba consumido por el fuego. Por ese motivo decidió informar a la unidad de Nandayure que se devolvieran, porque no era necesario más equipo ni personal.
“Simplemente lo que hicimos fue controlar los pequeños focos de fuego que había en la madera y en el suelo, que podía ser la paja que estaba toda quemada”, explica Acuña.
Desde el centro de Nicoya, el único territorio indígena de Guanacaste, Matambú, está a unos cinco kilómetros. “No hay chozas ni indígenas con taparrabos como cree la gente”, dice el líder comunal Ezequiel Aguirre. A esa comunidad también llegó el COVID-19 y la paralizó.
El origen del fuego aún está en investigación. Ramírez interpuso la denuncia ante el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) al día siguiente del incendio.
La oficina de prensa de la institución informó que tienen en curso la causa. “De momento por encontrarse en la etapa de investigación no se pueden brindar mayores detalles”, dijeron a La Voz.
La integrante del comité de cultura sospecha que el fuego pudo ser provocado. Intencionado o no, el incendio redujo a cenizas el producto de un largo proceso de investigación sobre una de las tradiciones más emblemáticas de Matambú: la construcción de ranchos.
Una tradición hecha cenizas
La tradición de construcción de ranchos se ha compartido de generación en generación en la comunidad de Matambú y se encuentra en la memoria colectiva de sus habitantes. Según la encargada de la oficina de Gestión Cultural de Guanacaste, Vera Vargas, construir un rancho en Matambú significa todo un ritual y un proceso de trabajo comunitario. Más allá de ser un oficio es una vivencia.
La práctica de construcción de ranchos fortalece y suma a la identidad del territorio indígena de Matambú, muchas veces ante la escasez de otras manifestaciones comunes en otros territorios como el idioma o su vestimenta», explica Vargas.
Hace dos años, el 29 de febrero del 2020, los vecinos terminaron de levantar la estructura, con fondos provenientes del proyecto Puntos de Cultura del Ministerio de Cultura y Juventud.
Su plan era realizar ventas, actividades culturales y turísticas en beneficio de la comunidad indígena.
“La ilusión de nosotros era que ese rancho sirviera de un punto de encuentro para nosotros y los visitantes. Aparte de presentaciones culturales como relatar historias de Matambú, también teníamos previsto hacer ferias, exposiciones de productos de la comunidad llámese alimentos o artesanía”, relata el secretario de la Asociación de Desarrollo Integral de Matambú, Alex Zambrana.
Sin embargo, la comunidad no pudo aprovecharlo tanto como quiso. El gobierno decretó el estado de emergencia en todo el país por la pandemia, que impedía todo tipo de actividades masivas como las que tendrían lugar en el rancho, apenas dos semanas después de finalizado.
Con el dinero de Cultura, la comunidad también elaboró una “Guía didáctica del proceso de construcción del rancho cultural indígena de Matambú”. Es un libro de 72 páginas que documenta el paso a paso de la construcción de esta estructura chorotega. Recopilaron la información por medio de entrevistas a personas mayores portadoras de la tradición.
“Los materiales se cortan en cierta luna. La palma lleva un proceso diferente. O sea, tiene un valor tanto material como inmaterial”, subraya Zambrana, de la ADI de Matambú.
La guía divide cada etapa en 19 pasos. Cada proceso tiene su propio nombre como: aplomo de horcones, amarre de estribos, puesta de sobrecumbreras, etc. El último es el empajo, cuando se cubre la construcción con palmas secas. Una vez que las personas terminan de empajar inicia una gran fiesta con comidas, bebidas y marimba.
No importa si el rancho que construyen es en un terreno privado o en la escuela de la comunidad, el pueblo se involucra desde el momento de ir a la montaña en busca de los materiales, cortar la palma real y la madera para los postes.
Un vecino de Matambú, llamado Pedro Aguirre, hizo su propio rancho pocos días antes del incendio que consumió el de la comunidad.
Aguirre tiene un proyecto turístico con enfoque cultural llamado Nangu Chorotega. Su proyecto busca atraer visitantes que quieran degustar bebidas y comidas de la zona a base de maíz como el chicheme, la rosquilla y la chicha. Todo esto bajo un rancho típico chorotega.
El día del empajo de su rancho su familia preparó pozol, chicheme, chicha y tiste para los vecinos que vinieron a trabajar y a disfrutar.
“Se les da un traguito para que empajen alegres y ponemos a sonar la marimba a partir de las nueve de la mañana. Cuando terminan almuerzan. Y si quieren bailar, se baila. Esa es la tradición”, relata Aguirre.
La gestora cultural opina que esta tradición le da un significado como comunidad, algo sobre lo cual luchar. Por eso la quema del rancho es tan significativa para la comunidad.
“Queremos pensar que fue un accidente”
“El incendio no comenzó donde estaba la corriente. Cuando yo llegué fue que comenzó a chispear, pero el incendio comenzó al otro lado completamente”, relata Ramírez, del Comité Matambugueño, quien cree que fue un fuego provocado.
De confirmarse su sospecha, no sería la primera vez que vandalizan una estructura relacionada a la cultura indígena. Anteriormente rayaron un mural con temática chorotega en las gradas de la plaza, muy poco tiempo después de haberse realizado.
“Pasan esas cosas en la comunidad que uno lo desmotivan, pero yo entiendo que es una minoría la que hace daño y que la mayoría de la gente siempre está agradecida y reconoce el trabajo”, destaca también Ramírez.
Zambrana explica que a pesar de no tener el presupuesto para iniciar la construcción de un nuevo rancho, esperan lograr alianzas con personas o empresas que quieran colaborar.
“Queremos pensar que fue un accidente. Parece que fue provocado, pero es algo que no podemos asegurarlo. Si en algún momento volvemos a comenzar la construcción, tenemos la plena seguridad del apoyo que vamos a tener de la comunidad”, concluye Zambrana.
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