Medio Ambiente

La teca conquista Guanacaste tras cachetadas de sequía y crisis ganadera

This post is also available in: English

Primero llegó como una intrusa escondida entre el bosque; luego se le pidió que nos visitara más seguido, para ser finalmente la “estrella” de las maderas de exportación. Es alta, fina y con hojas grandes, raíces profundas y difíciles de ser olvidadas por el suelo que la sostiene. El árbol de teca se fue apropiando de grandes extensiones de tierras en las zonas altas y llanuras guanacastecas, y hoy tiene un gran valor en el mercado de maderas internacional.

 

La siembra de teca llegó a Guanacaste a principios de la década de los 80 como una manera para reforestar las áreas convertidas en pastizales; sin embargo, años después la actividad se convirtió en una opción económica atractiva para los productores agrícolas y ganaderos, especialmente del cantón de Hojancha.

Las crudas sequías y la crisis en los precios de la carne de esos años, produjo frustración en los campesinos de esta zona del país, quienes se dedicaban mayoritariamente a la ganadería y a la agricultura de subsistencia. Buscando mejores opciones, los campesinos descubrieron que la teca era una buena alternativa debido a los altos precios internacionales de la madera, sobre todo en países como Tailandia, Singapur e India.

En principio, los productores necesitaban préstamos que daba el sistema bancario nacional, para apoyar la reforestación y devolver el equilibrio a las áreas de pastoreo. Por otra parte, el Ministerio de Ambiente y Energía (Minae) impulsaba el cultivo con incentivos provenientes del programa de Certificado de Abono Forestal, y pagándole a los productores en concepto de servicios ambientales. Paulatinamente, los productores fueron intensificando la actividad hasta convertirla en una de las principales actividades económicas de Guanacaste.

José Miguel Valverde, ingeniero forestal del Centro Agrícola Cantonal de Hojancha, explicó que actualmente la mayoría de campesinos están relacionados con esta actividad y aseguró se ha vuelto cotidiana entre productores.

“Al principio la madera se comercializaba a nivel nacional, pero después el panorama cambió al abrirse el mercado internacional. Actualmente el 90% de la madera producida se exporta, especialmente a la India, y es una actividad rentable por la calidad de los suelos y, si se le da un buen manejo, los resultados son positivos”, dijo Valverde.

Según José Ángel Jiménez, Jefe del Fondo Nacional de Financiamiento Forestal (FONAFIFO), hasta mediados del 2015 existen más de 30 mil hectáreas cultivadas de teca en la provincia de Guanacaste; sin embargo, no todos están recibiendo ayuda económica por medio de pagos de servicios ambientales, pues muchos realizan la actividad por su propia cuenta.

FONAFINO es una entidad gubernamental cuya misión es financiar proyectos forestales. En la península de Nicoya, apoya a más 8.000 proyectos de teca a un monto de ¢480.000 por há.

“El cambio de actividad ganadera a la siembra de teca ha sido muy buena, al principio iniciamos con melina, teca y gallinazo, pero la más rentable es la teca por los precios. Por ejemplo, un contenedor de madera de teca vale lo que pagan por tres de gallinazo o melina y con los mismos costos de mantenimiento”, dijo Adrián Rodríguez, uno de los mayores productores de teca de Hojancha.

La familia Rodríguez tiene cerca de 350 há, entre plantaciones nuevas, de rebrote y plantas adultas listas para la corta.

La buena se va, la mala se queda

La madera de la Teca es fina, de contextura fuerte y liza, de un color rojizo y muy elegante. Tiene un buen peso y consistencia que la hacen resistente en contra de la polilla y el comején. Los muebles, cuando son hechos por un ebanista habilidoso, suelen ser de excelente presentación.

Pero construir una casa o tener muebles de ésta madera es un lujo para muchos de los que viven en Costa Rica, ya que los precios son altos. La pulgada de Teca oscila entre ¢1500 y ¢1600, mientras que la pulgada de melina cuesta entre ¢600 y ¢700.

Jiménez, de FONAFIFO, aseguró que como la madera es muy cara en el mercado local, solo se utiliza la de inferior calidad, pues los mejores ejemplares se venden al exterior.

Luis Alemán, quien tiene una ebanistería en Matambú de Hojancha, produce todo tipo de muebles y considera que no es rentable trabajar con ella.

“Trabajar con madera de teca es para los ricos, yo comúnmente trabajo con madera de melina porque es mucho más barata”, dijo.

Rodeado de aserrín y tucas de maderas, el ebanista aclara que él sólo trabaja la teca cuando es por encargo. Según Alemán, algunas veces tiene encargos de instituciones locales, sobre todo muebles de oficina, escritorios, sillas, mesas y estantes.

Dudas ambientales

Caminar por tecales maduros, aquellos que ya están casi listos para ser cortados, es caminar por un laberinto. Líneas de largos árboles se disparan por cualquier parte. Los rayos del sol se filtran por las hojas. Es agosto y se respira el suelo húmedo. Se ven algunas ardillas y aves, y los productores dicen que también hay serpientes y zarigüeyas. La convivencia de animales es mucho más escasa que la que se puede apreciar en un bosque natural.

Existen cuestionamientos al impacto negativo que este tipo actividad puede provocar en el medio ambiente a través de la erosión de los suelos y la escasa convivencia de las especies. Debajo de las plantaciones adultas sí puede crecer vegetación debido a que las plantaciones van sufriendo raleas periódicamente. Las hojas secas en el suelo pueden permanecer por más tiempo cuando la presencia de las lluvias es irregular, debido al lento proceso de descomposición.

El biólogo Johnny Villarreal, de la Universidad Estatal a Distancia (UNED) de Nicoya, cree que este tipo de actividad contribuye muy poco con los ecosistemas y con los humedales.

 

“Los aportes biológicos al bosque seco de la provincia no solo consisten en que las plantas puedan generar oxígeno o disminución de la temperatura ambiental; también es importante analizar cuanto contribuyen con los humedales, en alimento, refugio y sitios de reproducción de fauna nativa, en relaciones con otros seres vivos. Es importante comparar los beneficios biológicos y económicos de un bosque nativo, y un cultivo de teca”, comentó Villarreal.

Villareal explicó que entre las plantaciones de la teca, las posibilidades que crezcan plantas nativas de la zona son escasas, lo mismo que la convivencia entre especies animales. Además, considera que la posibilidad de erosión en los suelos es muy alta debido a la escasa presencia de vegetación.

Pero para Jiménez, el cultivo de la teca sí contribuye con el medio ambiente, aunque debe realizarse de una manera responsable. El biólogo aseguró que las plantaciones de teca deben ser para sustituir potreros abandonados o sitios de poca vegetación y con poca inclinación y nunca para reemplazar bosques. Para controlar que estas medidas ambientales se respeten, Costa Rica prohibió a través de una ley ambiental en 1981, el remplazo de bosque natural por mono cultivos de cualquier especie.

 

Hoy, estos bosques de gran altura que pintan el paisaje guanacasteco, son una nueva oportunidad que tienen los campesinos y ganaderos guanacastecos de sacar provecho a sus tierras, tras tiempos en los que el agua es escaza y el sol aumenta su calor.

Comentarios