Un autobús escolar viejo, amarillo con verde, sale a las 11:00 a.m. de la terminal de buses de Nicoya, uno de los dos autobuses diarios que se dirigen a este destino. Los domingos no hay transporte público. Poco después de salir de la terminal el autobús toma la primera izquierda sobre un camino de tierra que va desde Nicoya hasta Nosara. Al llegar al pequeño pueblo de Matambú, ubicado entre las montañas, sus residentes comienzan a bajarse uno a uno. A primera vista, Matambú luce como cualquier pequeño pueblo en Costa Rica, con su pequeña plaza, su cancha de fútbol, la escuela, la iglesia y la pulpería. Las personas que caminan en él no son distintas a cualquier otra persona que usted vería en el país. Lo que hace que este pueblo merezca prestarle atención es que se trata de la Reserva Indígena Matambú, una de las 22 reservas indígenas de Costa Rica.
Matambú, con las 1,710 hectáreas de tierra que la conforman, fue creada el 26 junio de 1976 al mismo tiempo que fue fundada la Asociación de Desarrollo de Matambú. Es el hogar de los Chorotegas, el grupo indígena de la región guanacasteca. Pero más allá de la cerámica y esculturas decorativas que realizan y que hoy en día embellecen las casas, restaurantes y jardines guanacastecos, ¿quiénes son los Chorotegas y que los trajo a Guanacaste?
Los Chorotegas fueron uno de los grupos étnicos en México que decidió migrar del sur de México a la península de Nicoya hace más de 1,000 años. Según Juan Vicente Guerrero, arqueólogo del Departamento de Historia y Antropología del Museo Nacional, a pesar de un sinnúmero de teorías el motivo por el cual decidieron emigrar continúa siendo un misterio. Se establecieron en la península en algún momento entre los 800 y 1,000 A.D. Luego de sobrevivir en la región por varios siglos, debieron enfrentar el inevitable final: el colonialismo.
La llegada de los conquistadores españoles cambió el balance de este grupo étnico. Según una teoría, los españoles llevaron a la mayoría de los hombres Chorotegas a Perú para utilizarlos como mano de obra, dejando muy pocas mujeres y niños atrás. La motivación detrás de este hecho también sigue siendo una incógnita. Fue entonces cuando comenzó la asimilación que llevó a la pérdida de su lenguaje y cultura. Según Guerrero, conforme las familias fueron separadas fue más difícil para el resto de las mujeres y niños permanecer juntos y resistir la asimilación.
Además, según Ezequiel Aguirre, un residente de Matambú de 58 años y quien asegura ser Chorotega puro, cuando los españoles arribaron, «fuimos una presa fácil y no pudimos escapar» debido a la formación natural de la península en la cual habitaban. Por lo tanto los españoles los obligaron a obedecer técnicas de asimilación que incluían la prohibición de su lengua nativa y el asesinato de aquellos que se negaban a convertirse al cristianismo.
Los Chorotegas hoy en día
Un sábado por la tarde en Matambú seis hombres conversan en español y juegan dominó sobre una mesa ubicada al lado de la pulpería. Es una escena vívida y transparente, con los colores saturados después de la lluvia, que recuerda a una película cubana. Cuando las piezas del dominó dejan de sonar, uno a uno el grupo se dirige a casa conforme se pone el sol. Son sólo seis de los casi 1,200 habitantes de Matambú y nadie en la reserva habla el lenguaje Chorotega. Zobeida Ramírez Elizondo, de 44 años y quien habita en la reserva explica, «No podemos decir que el lenguaje Chorotega se ha perdido del todo porque todavía hay vocablos que se utilizan. Sin embargo, por distintas razones, ya tampoco podemos hablar de una lengua. Usted sabe que al llegar los colonos la región Chorotega fue la primera zona de impacto y, por mucho tiempo, los Matambuceños fueron castigados por hablar en su lengua materna, su lengua nativa. Se vieron obligados a aprender otras lenguas para poder comunicarse».
El lenguaje no fue el único elemento de su identidad cultural que perdieron. Los Chorotegas ya no viven en ranchos ni utilizan las vestimentas tradicionales de sus ancestros. Su estilo de vida ha cambiado. Van a la escuela y obtienen trabajos en ciudades más grandes. Sus descendientes ya no se encuentran restringidos a la península como lo estaban sus ancestros. Sin embargo muchos de ellos aún intentan preservar su estilo de cocina y recetas tradicionales. Y probablemente, el aspecto más perdurable de la cultura Chorotega ha sido su cerámica, la cual se produce y vende comúnmente en pueblos como San Vicente y Guaitil.
Al final los Chorotegas se han visto sacudidos por fuerzas externas que han transformado su cultura dejando pocos vestigios de su presencia en Costa Rica. La influencia de las comodidades modernas han desempeñado un papel en esto.
Ezequiel Aguirre, quien es propietario de uno de los pocos ranchos en la reserva, menciona, «Tenemos Internet. Tenemos electricidad. Tenemos celulares. Somos indígenas con tecnología». Agrega, «Construí el rancho para mis hijos, para que puedan ver y aprender sobre cómo vivieron nuestros ancestros». Hoy en día todos viven en casas de concreto. La mayor parte de los residentes relacionan esta transformación en vivienda al cambio en el estilo de vida y a la presencia de la tecnología en su vida diaria.
Aguirre está casado con una mujer blanca (caucásica), al igual que su hermano y su primo. Esto con el fin de evitar la endogamia conforme el número de Chorotegas sigue disminuyendo. El primo de Aguirre, Ronald Alemán García, de 43 años de edad, explica, «Un día mi madre me dijo que no podía casarme con una Matambuceña porque aquí todos somos familia». Como resultado todos sus hijos son una mezcla. La pureza de la sangre indígena se ha perdido.
Algunos rasgos físicos que definen a los Chorotegas son su estatura media, su nariz ancha y plana y su cabello oscuro y grueso, el cual por lo general es lacio y, en los hombres, hacia arriba.
La madre de Evelyn Aguirre Mora, de 23 años, es blanca, siendo esto aparente en sus facciones. Evelyn tiene una perforación en el trago de su oreja, la cual se complementa con su look a la moda de pantalones cortos blancos y una camiseta sin mangas. La joven dice con nostalgia, «Aunque así lo quisiera, no me siento tan identificada (con los Chorotegas). Mi mamá me ha enseñado las comidas de maíz. Yo la veo y estoy aprendiendo pero muchas personas jóvenes no lo hacen». Agrega, «Hay una falta de identificación entre los jóvenes porque queda muy poco con lo que ellos puedan identificarse con su propia cultura».
De forma similar Ever Siviani Pérez Alemán, de 13 años menciona, «Yo no sé nada (sobre los Chorotegas)… únicamente sobre los bailes típicos, nada más». El asocia esta falta de conocimiento sobre la cultura a su corta edad e inexperiencia.
Por otra parte Alison Estefan Aguirre, de 15 años, explica, «Para mi ser Chorotega es como mi vida. Es esencial. Desde que nací me han criado con las costumbres y tradiciones Chorotegas. Para mí ser Chorotega no es un problema como lo es para otros jóvenes que quizás se avergüenzan».
Hay una escuela primaria en Matambú pero al momento de asistir al colegio los estudiantes deben desplazarse ya sea en a ciudad de Nicoya o a Hojancha. Ocurre lo mismo cuando se trata de educación universitaria. Los alumnos que desean continuar estudiando deben hacer largos viajes a la ciudad. Además de la escuela y la clínica de salud, o EBAIS, las fincas aledañas y una única pulpería, no existen empresas grandes ni oportunidades de trabajo que se ubiquen específicamente en la reserva. Así que además de los estudiantes, aquellos Matambuceños que deseen mejores oportunidades laborales también deben dejar la reserva.
Evelyn Aguirre Mora se está preparando para regresar a San José para trabajar como enfermera y continuar sus estudios. Es consciente que las oportunidades se encuentran en las grandes ciudades. A pesar que quiere pasar los siguientes 5 a 10 años trabajando en la ciudad, eventualmente piensa regresar a Matambú para vivir y trabajar allí.
Jose Bivian Aguirre es presidente de la Asociación de Desarrollo de Matambú y director de la Escuela de Matambú. También es Chorotega y lleva todos los rasgos físicos de su origen. Su presencia está llena de sentimientos de orgullo, amor y el anhelo de ser Chorotega. Explica que, «Según una investigación realizada en el 2003, la introducción de la religión católica y la educación antes de 1886 fueron los responsables de la pérdida de nuestra cultura y lenguaje. En 1886, explica, se fundó la Escuela de Matambú como una de las primeras 15 escuelas en Guanacaste. Entonces vinieron los maestros e impusieron un nuevo lenguaje, el español». Evelio Alemán, de 50 años de edad y quien se graduó de la Escuela de Matambú en 1972 agrega, «(en clases) los maestros nunca hablaban sobre los Chorotegas».
Ya sea por la ignorancia de las nuevas generaciones o por la asimilación estratégica en distintos niveles, la pérdida o transformación de la cultura Chorotega ha sido inevitable. Sin embargo el presidente de la Asociación nos recuerda, «Nosotros (los Chorotegas) no somos diferentes. Ni nos vestimos diferentes ni comemos cosas diferentes al resto de la sociedad actual de Costa Rica. Somos ciudadanos iguales. Sin embargo», agrega, «los Chorotegas existirán en el futuro. Lo pienso porque ahora estamos fortaleciendo nuestra cultura (junto con algunos programas del Ministerio de Educación) al introducir a nuestros niños nuestras raíces culturales».
Lo que dijeron los dioses a los Chorotegas
De acuerdo al libro «Guanacaste: Rutas de Viaje», escrito por Luciano Capelli y Yazmin Ross, cuando los Chorotegas consultaron con sus dioses sobre a dónde ir, la respuesta fue, «vivirán cerca de un mar de agua dulce que tiene una isla con dos picos altos». Al buscar este enigmático sitio los Chorotegas llegaron a la Isla de Ometepe y a la península de Nicoya. En arqueología Ometepe, la cual se ubica en el Lago de Nicaragua, se considera parte de la Gran Nicoya, una región cultural precolombina que consta de la región de Guanacaste, de Costa Rica, y de parte de la región del Pacífico de Nicaragua.
El significado detrás de Chorotega
Algunas fuentes utilizan el término Choluteca en vez de Chorotega. Según Terrence Kaufman, lingüista americano, los Chorotegas habitaban la ciudad de Cholula, la cual se ubica actualmente en las cercanías de la ciudad de Puebla, en México. Por lo tanto la palabra Chorotega, la cual se intercambia indistintamente con Choluteca, significa habitantes de Cholula.
Por otra parte, según el libro «Guanacaste: Rutas de Viaje», el término Chorotega significa «personas que huyen». Esta teoría se basa en el hecho de que los Chorotegas tomaron la decisión de viajar desde México hasta el norte de Costa Rica.
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