Florencio Espinoza del Barrio Matabuey de Nicoya es el padre de Adriana y Mariana, ambas de 11 años. Estas gemelas nacieron a los seis meses cuando su madre tuvo convulsiones, provocándoles una discapacidad intelectual que para Espinoza ha sido un reto difícil de superar siendo padre soltero. La madre se separó en la crianza de las pequeñas, por lo que Espinoza debió ingeniárselas por sí sólo. A falta de leche materna, las crió a punta de puro atol en botella.
Muchos felicitan a Espinoza en la calle y le llevan comida o ropa para sus niñas, pero en realidad, él sueña con encontrar una compañera que entienda su devoción paterna. Temprano por la mañana sale a vender pipián, chilotes y naranjas en el centro de Nicoya. Mientras tanto, una niñera lleva a las gemelas a la escuela y por la tarde al Ejército de Salvación de San Martín donde se les da de comer. Por la noche, Espinoza recoge a las niñas, les da la cena y las alista para la iglesia.
Hubo un tiempo en el que Eduardo López llevaba una vida muy “normal”. Era un hombre tranquilo y trabajador, quien vivía en Playa Guiones con su esposa, su hija María de 12 años y Fabricio de 5 años. De la noche a la mañana la vida de este hombre cambió dramáticamente. En junio del 2008 su esposa presentó problemas de salud de los cuales no salió con vida. En diciembre de ese mismo año el pequeño Fabricio fue declarado con distrofia muscular.
López trabaja como cocinero y tiene un día libre a la semana. La vida lo preparó para cuidar de un niño especial pues la vida de campo lo hizo fuerte aprendiendo a cocinar, lavar ropa, arrancar frijoles y cuidar de sus cuatro hermanos menores. Algunas veces llega a casa a medianoche y cinco horas después debe comenzar a preparar a Fabricio quien cursa el sexto grado en la Escuela de la Esperanza. Lo baña, alista y le da terapia de estiramientos. Su hija María también lo ayuda.
Ernesto Cerdas de 44 años y Esteban Cerdas de 8 años son inseparables. A donde sea que vaya Ernesto, Esteban lo acompaña y viceversa. Pero esta no ha sido siempre la situación ya que cuando Esteban tenía 2 años y sus padres se separaron, tuvo que irse a vivir a Nambí a casa de su madre. El niño prefería vivir con su padre así que Ernesto luchó durante un año en la corte hasta que en mayo del 2013, logró adquirir la custodia tiempo completo.
Cerdas tiene un taller de mecánica automotriz frente a su casa en el Barrio San Martín, en donde Ernesto juega, se divierte y aprende del trabajo de su papá. Como padre soltero, Cerdas intenta ser ejemplar para Esteban, especialmente en el ambiente del taller en donde hay más posibilidad de escuchar un vocabulario soez o ver a alguien fumando. A pesar de ser también cruzrojista voluntario, Cerdas intenta pasar la mayoría de su tiempo libre con el niño.
Durante 16 años, Pedro Aragón vivió en Nosara con su ex pareja con quien tuvo 3 hijos. Luego de que su relación amorosa no funcionara, Aragón escogió asumir el rol de padre y madre durante casi tres años. Hoy en día la niña vive en casa de su madre. El hijo mayor tiene 16 años y prácticamente se cuida sólo y Jonathan Josué de 8 años es quien más depende de su papá. Aragón hace muebles de madera y tiene su taller detrás de casa desde donde le queda cómodo atender las necesidades del pequeño.
Pedro Aragón hace tareas, cocina, plancha y lava, pero aun así siente un vacío en su casa, la falta de una figura y la suavidad que poseen por naturaleza las mujeres, cualidad o “don” que según él cuesta más encontrarla en un hombre. A pesar de que ya pasó la etapa más difícil (el niño ya se baña sólo), Aragón hace su mayor esfuerzo por cuidar de Jonathan Josué.
Comentarios