En el país muchos lo conocen como el señor de barba y bigote blanco, que usa una boina, y pronostica los temblores. En el cantón de Nicoya específicamente, se lo conoce como la persona que nos advirtió sobre la llegada de un terremoto de grandes magnitudes y quien ahora esta siendo acusado de disminuir el turismo en la zona gracias a sus predicciones. El terremoto llegó el cinco de setiembre de 2012, solo seis meses atrás, y tuvo una magnitud de 7.6 grados Richter. Ahora Protti recién volvió de la Antártida como parte de la expedición del proyecto Wissard , una iniciativa multidisciplinaria que pretende estudiar el lago subglacial Whillans.
De voz mesurada y gentil, Marino Protti brindó a VON un vistazo sobre su vida personal y profesional.Hijo de Roberto Protti y Maria del Rosario Quesada, Jorge Marino nació en 1960 y se crió en el Barrio Corazón de Jesús en Heredia, junto a sus otros cinco hermanos María Auxiliadora, Roberto, Maurizio, Aldo y Javier. Ingresó a la Escuela Centroamericana de Geología de la Universidad de Costa Rica donde se gradúo como Bachiller en Geología en 1983. Un año después obtuvo su posgrado en Sismología en Tsukuka, Japón y en 1991 el grado de Máster en Ciencias de la Tierra, de la Universidad de California y en 1994 el doctorado en Ciencias de la Tierra y Geofísica.
Durante cuatro años, 1984-1988 fue el primer Director del Observatorio Volcanológico y Sismológico de Costa Rica (OVSICORI). En 1989 arribó a California, Estados Unidos para continuar con su formación profesional y durante ese mismo año experimentó el terremoto conocido como el de la Serie Mundial de Baseball, el cual tuvo el epicentro a 10 kilómetros de donde él se encontraba. Entretanto, en esos seis años en tierras norteamericanas, conoció a su actual esposa Ann Marie, quien era compañera de estudios y tiene una especialidad en Hidrogeología. Tienen dos hijas, Isabel y Donatella. Cuando no está trabajando, a Protti le gusta estar con su familia, observar aves junto a su esposa y mejenguear de vez en cuando.
VON: ¿Cómo nace desde la infancia su amor por la geología?
MP: En sexto grado de la escuela recuerdo que hice un trabajo sobre los tipos de capas de la superficie de la tierra que me llamó mucho la atención y recuerdo hasta ahora, además tenía un primo que también era geólogo, y mi hermano, Roberto, también estudió geología, por lo que desde mi juventud había siempre algún libro sobre geología en la casa.
VON: Entonces siempre quiso ser geólogo…
MP: No, no siempre, hubo una época en que quise ser sacerdote, de hecho tenía un amigo que era sacerdote y varios compañeros ingresamos al Seminario de Paso Ancho en 1978 para ser curas de la Iglesia Católica, pero solo estuve un año.
VON: ¿Geología o Sismología?
MP: La sismología no me gustaba. Me empezó a gustar cuando fui a Japón y obtuve el posgrado. Tuve la gran oportunidad de que cuando regresé al país ingrese al proyecto que para aquel entonces iniciaba en el Instituto de Investigación del OVSICORI.
VON: Después de tanta formación y experiencia profesional. ¿Con que visión y objetivos regresa a Costa Rica?
MP: Uno viene con más horizontes, proyectos y sobre todo con contactos de colegas a nivel internacional. Creo que fui oportunista cuando regresé al Observatorio por que la falla estaba ubicada debajo de la Península de Nicoya y porque se encontraba en el final del ciclo sísmico. A partir de ahí, con la ayuda de Víctor González y financiamiento de colegas de otros países empezamos a establecer la Red Sismológica Nacional con los equipos de posicionamiento global (GPS).
VON: ¿Cómo define lo ocurrido desde el 5 de setiembre hasta ahora?
MP: Es un terremoto atípico. El terremoto sigue ocurriendo en Nicoya. Hubo un rompimiento parcial de la falla, día a día se sigue liberando energía, por lo que todavía no tenemos datos concretos. La respuesta del basamento rocoso (tipo de suelo) en la península ha sido muy buena y ha impedido daños más severos.
VON: En una palabra ¿Que es la Antártida?
MP: Impresionante. Es el continente de la investigación. Mi participación en el proyecto Wissard fue al puro final. Yo llegue tres días después de la perforación al lago subglacial Whillians y mi aporte fue el de instalar y dar mantenimiento a los aparatos que permiten medir los movimientos sísmicos.
VON: ¿Fue el clima lo más difícil de acostumbrarse?
MP: No me costó tanto acostumbrarme al frío pues dentro de las instalaciones había calefacción y cuando salía al aire libre siempre iba bien abrigado. Lo que más me hizo falta fue la oscuridad. En esta época del año el sol nunca se oculta y cuando dormía siempre había un rayo de luz o mucha claridad. Recuerdo que cuando acampamos en una cueva cubrimos la entrada con bloques de hielo y aun así se filtraban los rayos del sol.
VON: Y ahora ¿cuales son los objetivos en el país?
MP: Seguir trabajando en la Península de Nicoya y también en la Península de Osa, queremos montar una red sismológica similar a la que hay en Nicoya.
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