Trabajé en el campo con mi papá. La mayoría de mi familia tiene enfermedad renal. Mi hija es la que me va a donar el riñón seguramente hasta febrero del otro año porque faltan citas de sicología y de nefrología.
- Meleanis Rodríguez Rodríguez, paciente renal.
Francisco Campos Carmona: Me dijeron (los doctores) que tenía los riñones chiquititos. Que tomará mucho líquido. Y ya después que tenía uno fregado. ⠀
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María de la Cruz Quirós: Hace más de 20 años que está con tratamiento. Él es un poquito descuidado, dejó una temporada las medicinas. Y ahora tuvo que volver a tomarlas.⠀
Trabajé en las bananeras de Limón y también cortando caña en Guanacaste. Ya voy a tener cinco meses de estar en la casa y me siento bien. Yo camino por toda la casa. Desde que me mandaron para la casa no he tenido mucha complicación. Lo que me mandaron fue a hacer dieta porque me estaba poniendo gordo. Como uno no quema calorías todo se va acumulando entonces uno se gorda.
- José Santiago Palacios Reyes, paciente renal.
Cuando me dijeron lo de la enfermedad, me agarró por reírme y la doctora me regañó. Yo le dije: yo le pongo cuidado, pero no me puedo ahuevar por eso. A mí me da mal de risa. Luego vino un doctor que me dijo que podía ser hereditario: mi abuelito murió por eso, tengo una tía que murió de insuficiencia renal. Mi tía vivía en Cañas y mi abuelo en Upala. Pero realmente no me dijeron. Se cree que también pudo haber sido el producto de la caña porque en ese momento uno llegaba, se ponía la bomba y todo en la espalda le chorreaba. Y eso es un producto que lleva abono y un líquido que es muy caliente. Usted siente que se le quemaba la espalda. Esto era en el terreno de nosotros. Trabajar aquí [pilando arroz en vez de trabajar en el terreno de su madre] es igual o más duro que en el campo. Porque aquí uno como ahorita tiene que llegar, guardar el arroz, meterlo, echárselo al hombro. Cuando yo trabajaba regando arroz o echando veneno había quincenas o semanas que yo hacía 50, 60 mil. Aquí uno no. Aquí es por hectárea pilada [de arroz]. Hay quincenas que yo agarro 40, 15, 30 [en miles de colones]. Ahí va variando. Eso depende de lo que uno pile.
- Carlos Boliche, paciente renal.
Es difícil conseguir donante. El 29 de julio [del 2016] cumplimos un año de la cirugía. La recuperación es bastante dolorosa y hay que cuidarse mucho por tres meses; uno queda con control para siempre. Uno sigue haciendo la vida normal, pero como me quitaron el riñón izquierdo, me dijeron que quedar embarazada es mucho más difícil ahora. Toda la gente que yo conozco acá se ha realizado exámenes. Todo el mundo siente algo extraño.
- Stephanie Buitrago, paciente renal.
En diciembre del 2016 yo me puse muy mal entonces me trajeron aquí y el doctor me dijo que no había nada más que hacer que ponerme la diálisis. De aquí me llevaron a Liberia y en Liberia me hicieron el proceso. Para mí es inexplicable, porque siempre donde yo trabajé en Bijagua es un lugar fresco y yo estuve ahí todo el tiempo. Incluso ahora en Río Naranjo, donde vivo, también es fresco.
- Pablo Chaverri Villalobos, paciente renal.
La situación económica es dura y con ellos se requieren muchas cosas, como para el transporte. A él le da mucha pena en el bus porque tiene tos y todo el mundo lo vuelve a ver y él se siente mal. Es muy difícil y agotado para ellos. Hay días en que él no quiere hacerse la diálisis. Está cansado y yo le digo que hay que hacérsela. Que es una forma de vivir.
- Ángel Manuel Acevedo y Miriam Alvarado Ordóñez
Yo lloré el día en que me dijeron que no podía trabajar más. La verdad es que sí me dolió tamaño poco. Cuando me dijeron esto se me vino el mundo encima. Pero gracias a Dios ahí está uno levantándose. Ya hice amistades. Es que al principio uno cree que esto solo le está pasando a uno, uno se encierra, y cuando llegué aquí (al CAIS de Cañas) habían ocho personas y entre todos nos llevamos bien, entonces prácticamente olvidamos lo que estaba pasando. Ya lo vemos tan normal. Tengo una familiar que me quiere ayudar con un transplante, pero yo le dije al doctor que mejor esperaba a un transplante cadavérico, porque no quiero hacer pasar a la familia por los exámenes que uno tiene que estar pasando. Yo les dije que mejor se quedaran tranquilos. Yo en este momento le doy gracias a Dios que soy solo, no tengo doña, no tengo hijos, sino, qué hubiera pasado si hubiera tenido una familia.
- Henry Guzmán Brenes, paciente renal.
Dos años y medio despues de trabajar en la Cámara de Ganaderos me diagnosticaron. El médico dice que la enfermedad me comenzó por la exposición al sol y porque el agua estaba contaminada con arsénico. Hay muchachos jóvenes que nunca han trabajado bajo el sol y tienen esta misma enfermedad. Después de que me enfermé la familia ha estado muy unida conmigo. Mi esposa murió hace ocho años de efisema pulmonar, por lo que tuve que alquilar la casa que tenía e irme a vivir con mis papás.
- Walter Gómez Salazar, paciente renal.
Yo no le puse mucha importancia a lo que me dijo el doctor, no seguí la dieta y trabajé tres años después del diganóstico. Ahora le aconsejo a los demás que se cuiden porque esto no es jugando. Ya perdí 7 compañeros. La doctora Montero me regañó porque ya todo esta listo para mi transplante pero yo no quiero quitarle el hígado a una hija mia. Yo ya hice lo que tenía que hacer y ellas ni han empezado a trabajar.
- Uriel López Monge, paciente renal.
Nos operaron el 21 de setiembre del 2011. Para ese entonces mi mamá sufría mucho porque no podía donar el riñón porque era hipertensa. Yo le dije que si no había ningún problema yo podía donar el riñón, más que todo verla sufrir tanto a ella. Por eso fue mi decisión. Mi hermano entró a hemodiálisis directamente y él sí tuvo que viajar martes, jueves y sábado porque al principio él perdía mucho líquido y otros nutrientes entonces salía de ahí muy desorientado y había que estar acompañándolo porque él muchas veces se descompensaba. A veces llegando a Bagaces se tenía que quedar en Urgencias o a veces ni siquiera podíamos salir de San José, había que quedarse con él.
Yo tenía un hijo de dos años. Mis otros hermanos, el mayor no pudo porque era otro tipo de sangre y él ya estaba expuesto a químicos. La que no se había relacionado con químicos era yo. Teníamos otras hermanas pero eran menores de edad.
- Marisela Boliche, donadora.
Tengo que tomar pastillas. Es todo en la vida, tomar pastillas. Y madrugar: levantarme a las 3 de la mañana día por medio y a veces hasta llegar de noche aquí. Pero cuando voy a que me pasen por la máquina yo me siento como que estuviera bien. Un sábado que yo voy, después tengo que pasar aquí sábado, domingo, lunes y ya lunes en la tarde ya se siente uno como cansado, le hace falta el aire un toque. Ya el martes llega allá y lo dializan a uno y se siente uno como nuevo, pero de todas formas no puedo hacer prácticamente nada. Yo me vengo aquí a andar vagueando a un solarcillo que hay ahí, para hacer que hago.
- Pedro Alvarado Quirós, paciente renal.
Flor: "Al parecer [la enfermedad renal crónica] es algo en el agua que a veces sale como jabonosa, pero llevan pruebas y nos dicen que sale buena. Ellos cuando pueden buscan chambitas en la noche porque no pueden asolearse, pero es que uno se enferma de estar metido en la casa".
Martina (izq): "Estamos en un curso de quesos, yogurt y productos lácteos. La profesora nos dice: espero que no salgan de aquí a no hacer nada, que le saquen provecho y se monten un negocito, pero nosotros aunque sepamos cómo hacer el producto no tenemos materia prima, ¿entonces con qué? El marido de ella es hermano mío y está enfermo de los riñones. Mi marido también. Hemos pulseado la pensión, pero no le ha salido a él todavía".
- Martina Campos Quirós y Flor María Cortés Martínez, familiares.
Nosotros vivimos de una pensión solamente y eso las afecta a ellas. La enfermedad mía digamos, todavía no les ha afectado mucho. Es económicamente el golpe. Yo todo el tiempo he tomado bastante agua. Todo el día trabajaba debajo del sol de 6 de la mañana a 5 de la tarde. Trabajaba en riego de arroz. Como aquí hay tanto arroz eso es lo que hace la gente. Mojar las terrazas. En eso me la tiraba todo el día y la mayoría de gente aquí. Por eso todos padecemos la misma enfermedad.
A uno le dicen que es el agua pero uno dice: si fuera el agua, todos estarían enfermos. Y yo veo que la mujer muy poco. Sí padece la mujer de los riñones, sí hay casos, pero no es como el hombre.
- Evaristo Morales Salazar, paciente renal.
Me di cuenta cuando yo trabajaba llegaba a la casa y ya en la tarde me daba calentura. Yo seguí trabajando así y después de eso me fui al seguro y fue que me dijeron que tenía la enfermedad. Eso fue hace como unos diez años. Ahora tomo tratamiento, pastillas, creatinina. Yo sigo trabajando de jornalero, en el campo, viendo arroz, en caña. Voy de 6 a 10 de la mañana, pero el patrón me paga las ocho horas y el seguro y todo. Es un buen patrón.
A mí me dan tratamiento, me dijeron que eso seguro viene del agua, del sol. Me dijeron que no me asoleara mucho.
Yo tengo el apellido de la esposa de mi tata. García es de mi madrasta que le llaman. Mi legítima mamá está enferma en Nicaragua.
Trabajaba chapeando, ver cañales, arroceras, trabajaba en las piedras, de rancho horizonte. Ahí trabajamos de cinco a cinco. Trabajé varios años. Mojica también, en Taboga, siempre en Guanacaste. Tenía un amigo aquí y me dijo que me viniera para acá, que me tenía un brete. Tengo tres hijos. Los tres están estudiando. Una está en el kínder, otro está en la escuela, otro en el colegio.
- Israel Lazo, paciente renal.
Ese día andaba solo, llegué y me puse a trabajar el agua. Allá como a las 8 de la mañana sentí un dolor como que se me acalambró todo. Digo yo: ¿qué me pasa? y pensé: “me voy a arrecostar aquí, tal vez alguien viene”. Debajo de unas matas de caña, ahí me acosté. Y no, no llegaba nadie. Ya eran la una y yo ahí. “Siento como tieso”, decía yo. A como pude me arrastré, me monté a la moto y la arranqué. Con las piernas abiertas porque no podía ni cerrarlas por el calambre. Y llegué a la casa y esta (la esposa) llamó una ambulancia.
Yo pago un seguro voluntario. Bueno, mis hermanos, ellos me ayudan, viven en Guápiles. Me llaman y me dicen que ahí me viene una ayudita y ahí me llegan hasta 50.000 pesos. Estoy esperando a que me aprueben la pensión. El doctor me dice "usted es para que ya estuviera pensionado". Pero metí los papeles y nada. Hace un mes que no puedo ir por las pastillas porque mis hermanos se olvidaron de mí y no puedo pedir un seguro del Estado porque si no pierdo el derecho a jubilarme. Eso me dijeron. Es que yo tengo casi todas las cuotas y el resto las he ido pagando para que me quede una pensionsita más grande porque la del Estado es muy pequeña.
- Dimas López Carrillo, paciente renal.
Sentía un escalofrío que era como taquicardia. Me acostaba en la cama y temblaba todo. Por dicha el cuarto estaba listo para la diálisis, porque mi papá también padecía y el cuarto lo íbamos alistando poco a poco para la diálisis de él. Pero diay, ahora lo tengo que usar yo. La doctora dijo que yo lo tengo que usar porque soy el caso más urgente.
- Diego Quirós Martínez, paciente renal.
Diego, mi hijo, se agravó un miércoles a las 6 de la tarde. La hermana lo había llevado a la clínica y ahí fue el bombazo: tenía la creatinina en 27. Le hicieron los exámenes y lo dejaron esperando. El médico decía que todo indicaba que estaba muy mal, muy mal. Fuimos a la cita, llegamos a la casa y ahí fue cuando se agravó. Ya no orinaba y todo lo vomitaba. Entonces a las 9 de la mañana del día siguiente le abrieron el primer hueco. Era de emergencia. Aquí estaba en proceso el papá de él, José Sábalo. Lo iban a dializar en octubre. Yo le estaba dando una medicina natural que lo tenía estabilizado. Yo me alegraba porque son nueve meses menos con ese catéter ahí [cuando hacen la diálisis por primera vez, ya no hay vuelta atrás]. Y después seguía yo, que también tomo tratamiento desde hace siete años.
- Celia María Martínez Ordóñez, paciente renal
Yo estuve trabajando un tiempo y ahora ya no puedo. Estaba estudiando y tampoco. Uno puede estudiar en la noche pero no tengo los medios. Antes yo misma me los pagaba. He tenido que dejarlo a un lado porque solo yo le hago a él la diálisis. La doctora cuando lo llevamos al CAIS me dijo que como él no tiene hijos ni esposa y yo era la que lo andaba, ella me dijo que si yo no me hacía responsable de hacerle la diálisis, él se moría, entonces que tenía que decidir yo. Y como yo era la única familiar. Para mí y para mis hermanos él siempre ha vivido con nosotros. Uno lo ve casi como un padre.
- Melisa Molina, familiar.
"Hace doce años empezaron los problemas, me sentía como algo enfermo. Me fui a la consulta y me pusieron en control y tomé pastillas por varios años hasta que ahí ya se fue trepando la creatinina hasta el punto que ya no podía más, tenía que ponerme catéter para la diálisis. Trabajaba en Taboga. Eso funciona por metro. Uno corta los metros que pueda cortar, pues, y eso le pagan. Ahí el que hace más gana más, el que hace menos paga menos. Sí me pagaban seguro, si no no estuviera con diálisis porque el que no tiene seguro no le hacen nada. Yo ahora, diay, ya caí enfermo, me pusieron catéter, con la diálisis. Uno ya medio hace esfuerzo y ya se cansa, ya no es lo mismo".
- Ángel Enrique Martínez, paciente renal.
David Villalobos se hace diálisis peritoneal en su casa cada seis horas.
No tenía síntomas pero en el trabajo llegaron a hacer unos exámenes y después me despidieron. Yo sospecho que fue por esto, entonces me pagué a hacer exámenes y me di cuenta de que tenía la enfermedad. Sí tenía mareos, muchas ganas de vomitar, mucho cansancio. Antes de que me despidieran trabajé como un año y medio en Hacienda La Pacific. Como es un trabajo en el monte, teníamos que llevar nuestra propia agua. Era bonito trabajar en el campo. Por mi enfermedad me dieron una pensión pequeñita.
- William Antonio Díaz, paciente renal.
Tengo una enfermedad que le dicen insuficiencia renal. Se me complicó ahora que perdí el transplante y ahora otra vez estoy en lo mismo, esperando a ver si llega algún riñoncito por ahí, si Dios me quiere dar un riñoncito para salir adelante. Yo noté la enfermedad cuando comencé a ponerme delgado, ya vomitando y débil. Me agarraban calambres en todo el cuerpo. El tratamiento es una bolsa de líquidos de suero de 1.5 y eso lo hago cada seis horas. Hay que metérselo al estómago para limpiarse el veneno, porque uno lo que tiene es un veneno en el estómago, en el cuerpo de uno, porque mientras el riñón no trabaje, lo que es la comida, el agua, es un veneno. Por eso a veces hay veces se hincha. Se siente la boca horrible, fea, como decir plata en la boca es lo que uno siente.
- Enrique Quirós Quirós, paciente renal
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