
Los parques centrales de las comunidades de Guanacaste mantienen viva su herencia indígena con representaciones alusivas a sus antepasados. Metates gigantes, cúpulas con cocodrilos precolombinos y pinturas de cerámicas chorotegas embellecen muchos cantones y distritos de la provincia.
En el parque Recaredo Briceño de Nicoya, la base del monumento a Leonidas Briceño tiene piezas de metates y figuras de animales talladas en piedra que ahora son foco de investigación.
La organización Museo Indígena Contemporáneo denunció en redes sociales que el monumento contiene piezas ancestrales originales, e hizo un llamado a las instituciones respectivas a revisar de cerca el busto a Leonidas Briceño. Debido al señalamiento, el Museo Nacional confirmó que realizará una inspección en el mes de junio para determinar el origen de las piezas arqueológicas.
La publicación de redes sociales señala que “la historia indígena no puede seguir siendo usada como ornamento ni cubierta por concreto” y hace un llamado a la conservación y respeto por el patrimonio ancestral. Según la ley 6703, el patrimonio arqueológico es propiedad del Estado y, por ende, debe estar resguardado por el Museo Nacional.
“La intención era ver justamente cómo se podría resolver, sin necesidad de buscar actores o apuntar con el dedo a quién fue o cuándo se hizo”, asegura el fundador del Museo Indígena Contemporáneo, Gustavo Gutiérrez.

Detalles de metates y figuras talladas en piedra incorporadas en el monumento del profesor y diputado nicoyano Leonidas Briceño.Foto: César Arroyo Castro
La organización, según explica Gutiérrez, se encarga de difundir información sobre temas relacionados a los pueblos indígenas.
La Voz indagó sobre el origen del monumento pero ni la Municipalidad de Nicoya, exfuncionarios o descendientes de Leonidas Briceño supieron mayor detalle sobre la construcción del monumento.
Un matambugueño sobre metates
Leonidas Briceño nació en el territorio indígena de Matambú en 1875. Fue docente y diputado por la provincia de Guanacaste, nieto de Cupertino Briceño, firmante del acta de la Anexión del Partido de Nicoya, quien inmortalizó la frase “de la patria por nuestra voluntad”.
Uno de los pocos registros que existen es la publicación del discurso de inauguración del monumento en 1945 efectuado por el delegado de la Junta Progresista Nicoyana, Blas Melisandro Arauz, que fue publicado en el diario La Tribuna de agosto de 1945.
El artículo menciona que la idea de construir ese busto “flotó por un tiempo en el ambiente y al fin se fue perdiendo hasta casi desaparecer”, pero una junta constituida en 1936 se dio a la tarea de construir ese monumento “montado sobre cultura chorotega”.
La noticia omite detalles como quién fue la persona encargada del monumento o el origen de las piezas que componen el monumento.
Según la arqueóloga y directora del Museo Nacional de Costa Rica, Ifigenia Quintanilla, en la visita de junio, documentarán y realizarán una valoración del monumento.
En la inspección del monumento observarán el tipo de materia prima con la que están construidas, las características de los diseños y las formas que muestran para así determinar la región y período al que corresponden.

El maestro y pastor Aníbal Montero Rojas y Eugenio Briceño junto al monumento pocos años después de su construcción.Foto: Cortesía: Danilo Chong Kan
Otro aspecto a tomar en cuenta es que las piezas no pueden ser sometidas a cambios que modifiquen significado de tal manera que ofenda la memoria de los pueblos indígenas.
“Lo importante es primero ir a hacer la visita. No adelantar criterios porque en realidad lo único que he visto son las fotos de Facebook”, enfatiza Quintanilla.
¿Posibles soluciones?
Este no es el primer caso en que se detecta el uso o intervención de piezas originales indígenas en espacios públicos. En el mirador del cantón de La Cruz hay una roca con grabados sobre la cual pegaron una placa conmemorativa. Y en este momento, el Museo Nacional está buscando una solución conjunta con el gobierno local.
“En una época de tráfico de bienes quizás para algunas personas conservar o hacer las cosas incluyendo elementos arqueológicos no era algo que pareciera violento. Y ahora quizás lo vemos con ojos diferentes. El tema es analizar en específico cada caso, su momento histórico y a partir de ahí tomar las decisiones”, considera Quintanilla.
Es precisamente el contexto lo que vuelve este monumento tan particular, ya que fue construido en 1945, apenas siete años después de la primera ley que hacía mención a la necesidad de resguardar el patrimonio arqueológico.

Grupo de estudiantes frente al monumento de Leonidas Briceño cerca de la década de 1940.Foto: Cortesía: Mario Rojas
“Cada momento histórico, las visiones, las reflexiones que hacemos sobre las cosas son diferentes. Este monumento en sí ya sería histórico, ya tendría su antigüedad, no es algo que se hizo en tiempos recientes con pleno conocimiento de la ley”, manifiesta la arqueóloga.
En caso de que la investigación determine que se trata de piezas originales, Quintanilla asegura que el museo —una institución de ámbito nacional que protege el patrimonio que se define como algo que le pertenece a toda la ciudadanía— debe respetar las voluntades y comunicarse con el gobierno local para definir los pasos a seguir.
“Algo muy importante para nosotros es conocer el criterio de la comunidad, tampoco quisiéramos ir a violentar. Porque quizás podríamos generar una reacción no positiva, por querer recuperar unos objetos arqueológicos que habrán estado ahí por muchísimo tiempo”, añade.
Por último, la arqueóloga destaca que esta situación puede ser una gran oportunidad de reivindicar este monumento y dar a conocer más el papel de Leonidas Briceño en la historia de Nicoya.
“Si se decidiera dejar tal cual, se puede poner más información, pero ya eso es a partir de ir, verlo, conversar. Pues a final de cuentas estamos hablando sobre un diagnóstico que no hemos hecho”, recalca.
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