Carlos Luis Carmona Aguilar sobresalía entre los 150 atletas que corrieron el SamaRun el pasado 12 de octubre: él era el único no-vidente en correr los 10 km.
Puedo afirmar que a todos los presentes nos hiso sentir alagados, orgullosos y privilegiados con su presencia. La presencia de Carlos fue como un llamado a la reflexión para todos los que teniendo todos los sentidos, no apreciamos lo que tenemos y nos llenamos de excusas, de sin-sabores.
Carlos corrió junto con su prima Xiomara Carmona. A lo largo de la carrera Carlos siguió luchando, le dio vuelta a su reloj personal para regalarnos una experiencia y enseñanza maravillosa: cuando la angustia nos llegue, cuando la depresión nos acose, podemos mirarla pero no abrazarla, contemplarla pero no invitarla. Todos tenemos el poder para llorar y para reír. Hay que elegir reír.
Por que aunque lleguen momentos de llanto, de soles negros y de lunas rotas, de situaciones difíciles, Carlos nos recuerda que son solo eso: MOMENTOS, no los debemos de convertir en días, en semanas, en meses.
Al acercarme a su persona, se escuchaba el latido de un hombre enérgico, lleno de amor, de seguridad, quien no tenia fronteras por que corrió con los ojos del alma y del corazón.
No basta con estar dotado físicamente para llegar alcanzar las metas, sino estar muy decidido de llegar hasta el final. Cuando se tiene ese espíritu de atleta, se tiene esa ilusión por la vida, ese talento. Es una parte del éxito, el resto es trabajo y sacrificio
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