Opinión

“Hoy exijo justicia. Justicia para mi hija, justicia para todas”

Sandra Salas es la mamá de Daniela Escobar, la joven desaparecida en Sámara en octubre del 2024. Desde su desaparición, Sandra se ha convertido en una portavoz de la lucha contra la violencia de género y por las personas desaparecidas. Alterna su vida entre la frescura de Tilarán, de donde es oriunda, y el calor de Sámara, donde fue vista por última vez su hija. Sandra enunció este mensaje en Sámara el sábado 22 de febrero.

Queridas hermanas, compañeras, madres, hijas, amigos y aliados:

Hoy me paro aquí con el corazón roto, pero lleno de una fuerza que solo el amor de una madre puede dar. Hace cuatro meses, mi hija, mi luz, mi razón de ser, desapareció. Cuatro meses de angustia, de noches en vela, de preguntas sin respuestas. Cuatro meses en los que mi vida se ha convertido en un laberinto de dolor y desesperación. Pero hoy, no estoy aquí solo para llorar. Estoy aquí para gritar, para exigir, para luchar.

Mi hija no es un número más en una estadística fría y deshumanizada. Ella tiene nombre, tiene sueños, tiene una familia que la ama y que la espera. Ella es parte de una generación de mujeres valientes, inteligentes y llenas de vida, que merecen crecer y vivir en un mundo donde no tengan que temer por su seguridad. Un mundo donde ser mujer no sea una sentencia de muerte.

Pero hoy, en este país, ser mujer es un riesgo. Cada día, nos despertamos con la noticia de otra hermana, otra hija, otra madre, que ha sido arrebatada de manera violenta e injusta. Cada día, el miedo se apodera de nosotras, de nuestras familias, de nuestras comunidades. ¿Hasta cuándo? ¿Hasta cuándo permitiremos que nos arranquen a nuestras hijas, a nuestras hermanas, a nuestras amigas? ¿Hasta cuándo seguiremos siendo víctimas de un sistema que nos ignora, que nos revictimiza, que nos calla?

Hoy exijo justicia. Justicia para mi hija, justicia para todas las que ya no están, justicia para las que aún luchan por ser escuchadas. Exijo que las autoridades hagan su trabajo, que investiguen, que no permitan que un solo caso más quede en la impunidad. Exijo que se tomen medidas concretas para proteger a las mujeres, para prevenir la violencia, para educar a una sociedad que aún normaliza el abuso y el machismo.

Pero también exijo algo más: exijo solidaridad. Solidaridad de todas y todos ustedes, que hoy están aquí, que hoy alzan la voz conmigo. Porque esta lucha no es solo mía, no es solo de las madres que lloran a sus hijas, no es solo de las mujeres que han sido víctimas. Esta lucha es de todos. Porque si una de nosotras sufre, todas sufrimos. Si una de nosotras es silenciada, todas somos silenciadas.

A mi hija, donde quiera que esté, le digo: mamá no se rinde. Mamá no descansa. Mamá no deja de buscarte, de luchar por ti, de amar. Y a todas las mujeres que hoy están aquí, les digo: no estamos solas. Juntas somos más fuertes. Juntas podemos cambiar esta realidad. Juntas podemos exigir un futuro donde nuestras hijas, nuestras nietas, nuestras hermanas, puedan vivir libres, seguras y felices.

¡Justicia para mi hija! ¡Justicia para todas! ¡Ni una más, ni una menos! ¡Vivas nos queremos!

Gracias.

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