Participar en concursos es una práctica común en muchos individuos, instituciones o grupos, siempre con el estímulo de un buen premio. Pero hacerlo cuando nos dicen que el premio es una bandera suena quizás un poco discordante o paradójico. Les comparto mi historia en este concurso en el que he visto a muchos ganar banderas y sentirse felices y compensados con su premio.
Si cuidas el ambiente, si limpias tu comunidad, si siembras árboles ,si reduces el consumo de electricidad, o el consumo de papel en la oficina, si reciclas, si limpias las playas te ganas una bandera.
¿Quién no ha visto banderas azules ondeando presumidas en instituciones, playas, centros educativos, comunidades o en espacios protegidos?
El galardón Bandera Azul Ecológica otorgado en nuestro país es un programa instaurado en 1996. Desde entonces es habitual ver agitándose banderas azules, primero en nuestras playas, luego en centros educativos, adentrándose en comunidades, espacios protegidos, cuencas hidrográficas e instituciones. Es un premio adicional a la ya de por sí gratificante satisfacción del deber cumplido. Es una retribución al esfuerzo realizado de luchas constantes contra la ignorancia y el desequilibrio de individuos inconscientes que ensucian, destruyen, contaminan y dañan nuestro entorno. Bandera Azul es un premio que existe en una sociedad cambiante, con un norte enrumbado hacia nuevas generaciones más conscientes que de no cambiar llevarán a nuestro mundo a la decadencia. .
Ganarse una bandera se ha convertido entonces en el mejor de los premios; no hay dinero que gratifique de igual manera participar en este concurso. Realizar acciones concretas en beneficio de nuestro planeta, buscar soluciones a veces inexistentes en ríos sucios, zonas deforestadas o en mentes mezquinas- inútiles e incapaces de limpiar, recoger, reciclar y conservar- se han convertido en un reto asumido por unos pocos y premiado en beneficio de muchos.
Es un proceso en el participas durante todo un año cumpliendo con parámetros, escalonando eslabones, informando la labor realizada, recibiendo una mirada auditora, y al final cual niño sonriente que espera un caramelo, se recibe orgulloso una bandera azul. Una bandera que habla por sí sola. Quien ve una bandera azul ondulando sabe que en esa comunidad, playa, institución o espacio protegido, hay orden, aseo, cultura de reciclaje; que es un lugar limpio, que recibe agua potable, que protege el ambiente. Allí se siembran árboles y se limpian los ríos. Esa bandera es el estandarte de gente que trabaja, que lucha sin interés de lucro ni apariencia, de gente de acción y no de discursos.
Está aquí entonces la respuesta a la pregunta inicial, del porqué ganarse esta bandera, de porqué seguir concursando, trabajando con ahínco, firmeza, voluntad y mucha perseverancia. Continuar insistiéndole a la población sobre la importancia de luchar por la conservación y supervivencia de nuestro ambiente es un mandato general que tiene como premio para todos un lugar digno para vivir.
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