Identidad

Pesca turística en Garza, muchas sorpresas en pocas horas

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A las 8 a. m. de uno de los primeros días de diciembre, zarpamos desde playa Garza en una panga y nos instalamos minutos más tarde en un bote de uno de los pequeños empresarios de la comunidad, Eduardo Carrillo.

Nuestro objetivo era pescar, aunque a decir verdad, muy pocos de nosotros (un grupo de nueve personas) habíamos practicado esta actividad antes. Nuestras expectativas eran bastante bajas: queríamos pasarla bien durante las cinco horas del tour y, con algo de suerte, atrapar algo para la cena.

Una vez en el yate, que mide 31 pies, cada quien se acomodó donde mejor le calentara el sol, literalmente, y buscó su pasatiempo favorito: tomarse una cerveza, extender el cuerpo al sol para broncearse o entender el arte de la pesca con los asistentes del capitán, don “Chano”.

Una hora más tarde, nos dimos cuenta de que aquel era nuestro día de suerte. A pocos metros de la embarcación, una ballena sacó la cola. Todos aplaudimos: el espectáculo parecía diseñado a la medida y solo para nosotros. Luego de unos minutos, dos delfines comenzaron a danzar al lado de la embarcación, como acompañándonos y, un rato después, logramos ver de cerca a dos tortugas en pleno apareamiento.

Tuvimos suerte, pues no es tan común ver ballenas en esta época del año. Carrillo, dueño de la embarcación, explicó que usualmente llegan a estas aguas en agosto y se quedan hasta tres meses para dar a luz y criar al ballenato.

Después de que el capitán estuvo seguro de que las ballenas estaban lejos, también pudimos nadar un rato en altamar. Un par de clavados y brazadas más tarde, pedimos los salvavidas y flotamos un buen rato, hasta que nos cansamos y quisimos subir a tomar agua y comer algo de fruta, que en este caso estaba incluida en el tour.

¡A pescar!

Los yates como este suelen tener varias cañas de pescar que se insertan dentro de una cavidad en la parte trasera del bote. Los asistentes del capitán pescan algunos atunes negros al principio del viaje que después utilizan como carnada para buscar a los “peces gordos”.

Esos peces gordos suelen ser pargos y dorados. Cuando alguno pica, el pescador debe enroscar la cuerda y comenzar un juego de sube y baja para atrapar a la presa (sí, al día siguiente los brazos amanecen bastante resentidos). Si el pescado es apto para el consumo, el asistente lo termina de aprehender con un gancho y todo está listo para la fotografía de rigor.

Guanacaste, como lo explicó el biólogo Erick Ross, de Marviva, es un sitio privilegiado para la pesca deportiva por su constante presencia de especies como cabrilla, pargo, pez gallo o atún de aleta amarilla.

Tome en cuenta que, si va a practicar esta actividad solo por diversión (y no para comerse al animal), lo más adecuado es que baje al mar y se tome la foto con su presa desde allí para manipularlo lo menos posible antes de liberarlo, pues los peces tienen una baba en las escamas que los protege de infecciones y que se va lavando con la manipulación, aconsejó Ross. 

Al final del día logramos atrapar tres peces, más que suficiente para cocinar una cena para todos y comer ceviche al día siguiente.

¿Cuánto cuesta?

Precio: Desde $400 por medio día hasta $1.200 por todo el día, dependiendo de la cantidad de personas y la compañía.

Contactos: Eduardo Carrillo: 8359-0691. [email protected]

Mahi Mahi Sport Fishing: 8602-0873.

 

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