Luego de navegar 15 minutos por las aguas del Golfo de Nicoya, Hilario Díaz nos señala el lugar en el que pescan él y sus compañeros de Puerto Pochote de Nicoya: la zona interior, el área de cría de peces más importante del Golfo de Nicoya.
Desde los nueve años, cuando su papá le enseñó a pescar, Hilario ha vivido del mar. “Hay mucha gente que dice que pesca por necesidad, y sí, en parte es eso, pero también hay un cariño inmenso”, dice.
Pero el hambre y el cariño juntos no siempre benefician la sostenibilidad del mar. Hoy, la sobreexplotación del Golfo de Nicoya por la pesca ilegal, la cantidad de pescadores que viven del mismo ecosistema, la falta de alternativas de empleo y el irrespeto a las vedas tiene a las comunidades en un punto de inflexión: aunque pescar es lo que más les gusta en la vida, saben que tendrán que buscar otros empleos para sobrevivir.
No hay estudios actuales que demuestren exactamente cuánto se ha reducido el recurso marino, pero Hilario dice que mientras que hace unos nueve años capturaban 60 kilos de pescado en un día, ahora solo captan 15 en días buenos. Hay días en que cinco kilos es lo normal.
A inicios de los 2000 en el golfo se extraían hasta 400 toneladas por año. Esa cifra para el 2009 se redujo casi que a la mitad”, corroboró también el gerente de ciencias de la Fundación MarViva, Gustavo Arias.
Hilario y varias familias se integraron hace cuatro años a la Red del Golfo, una iniciativa de la fundación MarViva que reúne a 14 comunidades pesqueras de Nicoya, Abangares, Nandayure, Cañas y Puntarenas para proteger los recursos marinos. La fundación les da acompañamiento técnico y financiero.
El asesor de incidencia política de MarViva en la zona, Félix Fonseca, considera que tan solo poner a las comunidades a dialogar es ya de por sí un gran logro. Pero la red ha tenido otros impactos.
Los pescadores aprendieron la importancia de apegarse a la pesca artesanal y de respetar los tiempos de veda. Incluso plantearon junto a la Universidad Nacional un área de pesca responsable y, en el 2017, algunos pescadores reportaron a este medio que respetar la veda les ayudó a tener capturas más grandes en los meses posteriores.
También han limpiado playas, escriben noticias de los problemas que suceden en sus comunidades para trabajar en conjunto por solucionarlos y reciben capacitaciones de entes estatales. Sin embargo, sus esfuerzos no logran ser suficiente para salvar el golfo.
Soluciones en camino
A 15 minutos de Puerto Pochote, en el distrito de Quebrada Honda de Nicoya, una de las hijas de Hilario, Gloria Díaz, y otras tres mujeres preparan el desayuno del Restaurante El Pescador.
El negocio es parte de Coopesergoni, una cooperativa que la red creó para para emplear y darle a los integrantes opciones productivas distintas a la pesca, como el comercio y el turismo. Además, según Félix Fonseca, la cooperativa tendrá un espacio en el próximo Mercado Regional Chorotega para la comercialización de mariscos.
La Red alquila el restaurante desde diciembre y esperan comprarlo pronto. Lo equiparon con dinero que recolectaron de bingos, torneos de futbol, karaoke, motocross y ventas de comidas.
Una de las mujeres es la presidenta de la red, Auxiliadora Díaz. Cuando le pregunto qué han logrado en estos cuatro años, me responde “empoderamiento”.
Ahora pensamos que podemos lograr cosas que nos proponemos para salir adelante”, dice.
“Nosotros venimos de familias pescadoras que piensan que solo el mar nos puede dar, y con esto [el restaurante] ya vamos a incursionar en algo diferente”, dice también Cindy García, la secretaria de la Red.
También piensan incursionar en el turismo. Visitaron varios atractivos del golfo y otras comunidades guanacastecas para armar los tours. Uno de ellos incluye visitar el Parque Nacional Barra Honda, navegar por el golfo y llegar a San Buenaventura de Abangares para apreciar el proceso de extracción de la sal. Otros tours incluyen pesca deportiva, cabalgatas, visitas a islas y a cataratas.
“Cuando la mayoría de costarricenses pasa sobre el puente del río Tempisque, se dirigen a las playas del norte de Guanacaste. Pocos saben de la belleza que aquí existe y nuestra cooperativa la quiere aprovechar turísticamente”, cuentan en un video que realizó MarViva sobre la cooperativa.
La comunidad pondrá en marcha el proyecto a partir del segundo semestre del 2019, cuando el consultor termine de darle forma al modelo de negocio. “Con esto esperamos ayudar económicamente y de forma indirecta a unas 120 personas”, dice Gutiérrez.
¿Todos a bordo?
No todos se suman a las soluciones de la red. En nuestro recorrido por la zona interior, Hilario nos señaló pescadores con mallas en sitios donde solo se puede capturar con cuerda. Y de regreso en Puerto Pochote también conversamos con pescadores que no están tan convencidos de lo que sus vecinos están haciendo.
El presidente de la Asociación de Pescadores de Puerto Pochote, Rolando Ramírez, dice que practica la pesca responsable pero no es parte de la Red del Golfo. De hecho, es escéptico de que las comunidades puedan lograr algo por sí mismas. “Nosotros podemos hablar un montón de cosas, pero es mejor ir a los altos mandos”, dice.
Para él, los pescadores tienen que presionar a los diputados y al gobierno para que les den soluciones como acceso a fondos por el cambio climático y un protocolo claro de cómo deben actuar las autoridades de Guardacostas con los pescadores ilegales.
Costa Rica no ha tenido éxito en su política pública pesquera. Lograr acuerdos entre el sector y los ambientalistas sobre la “pesca de arrastre” (con mallas ilegales) se convirtió incluso en tema de campaña política.
El Golfo no es el único que sufre de una explotación indebida, y por eso MarViva cree que puede ser un ejemplo para que otras comunidades costeras del país se organicen como ellos y busquen alternativas. “Es un plan piloto que puede llevarse a otras comunidades”, dice Gutiérrez.
Pese a todos los obstáculos, la Red del Golfo continúa reuniéndose para darle un giro de negocio al Golfo que lo salve de la agonía. Esa que miran con angustia los pescadores, cuando les comparten videos de los ilegales utilizando redes que arrastran todo.
Si siguen utilizándose esas formas irresponsables de pesca, vamos a acabar por completo con el golfo. Yo le doy 10 años más, si acaso”, dice Carlos Rivas, uno de los pescadores.
A su lado, Hilario asegura que si el nuevo proyecto de turismo les sirve, él consigue una panga más grande y vive de eso (del turismo). “Yo tengo un cariño y apego a pescar, y cuando no voy, me hace falta, pero lo que está pasando duele”.
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