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Poesía pura de México y Guanacaste

Como parte del festival Internacional de Poesía, el miércoles 14 el restaurante nicoyano “La Fulana Cosa” juntó a varios artistas locales. Reunieron la poesía y el jazz para presentar el libro “Senderos Inconclusos,” de Roberto Arizmendi.

Arizmendi, originario del Estado de Aguascalientes ubicado en el centro norte de México, ha publicado 43 libros de poesía y con éste suma uno más en su amplio expediente.

Junto a las poesías de Arizmendi, y de poetas locales como Carlitos Deep de Nicoya y Maryori Segura de Abangares, el grupo de Jazz First Meet de la Universidad Nacional de Costa Rica, le ponía un broche de oro a la velada.

“La Libertad”

“Dentro de algunos años, me juzgarán por lo que hago, pero todos harán a lo mejor dentro de veinte, lo que juzgaron insensato y absurdo en su pasado.

La arena del reloj cae a su tiempo preciso en cada vida y no habrá más de una escala para medir la libertad humana. La forma de construir la vida surge del sueño, se teje con la red del viento y se entremezcla con amor y anhelo”. (Roberto Arizmendi)

“La playa de tu cuerpo”

“Soñé con un naufragio, no sé si es un presagio de algo que me ocurrirá, pero soñé…Soñé encallarme en tu piel, en tu firme y bello abdomen.

Fiel a mis besos con caricias, a mis cosquillas sin prisas y a esa risa angelical. A esa manía fatal de contar tus lunares, a tus gestos singulares imposibles de imitar.

No envié ninguna señal de alerta, no esperaba ni quería que vinieran por mi; deseaba beber de tu tasa perfecta, la sal de tu cuerpo, tus fluidos sin fin. Fue un bello naufragio sin sobrevivientes, morí yo besando tu espalda marfil”. (Carlitos Deep)

“Las tetitas tristes”

“Un día me pregunté: y ¿qué se hicieron mis nalgas? El tiempo me contestó: Todo pasa, todo cambia. Me toqué y nada encontré, era una vieja tabla. La vanidad pudo más con calzones afelpados y bombachos con guirnaldas.

Los abultados melones son ahora triste carga, llegan hasta la cintura como guindajos del alma. Las que tuvimos poquito, son tortitas de esperanzas porque son tetitas tristes, alforjitas de nostalgia.

Solo queda nuestro espíritu y dios que nos da la calma. Es una etapa de cambios y tenemos que aceptarla”. (Maryori Segura)

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