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“Por nuestra voluntad”, capítulo 7: Celebrando Guanacaste

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En mi última columna presenté un contraste entre Nicaragua y Costa Rica como una forma de entender las diferencias y la evolución de la historia de Guanacaste junto a las partes que conforman su cultura.

Costa Rica no experimentó un momento de independencia, pero en lugar de ello, celebra el patriotismo y la identidad cada año con el aniversario de la Batalla de Rivas en contra de William Walker (11 de abril), La Anexión de Guanacaste (25 de julio) y el 15 de Setiembre (de 1821) día en que se celebra la derrota definitiva española en la Guerra Mexicana de Independencia (1810-21). En esa fecha, las autoridades declararon la independencia de todo Centroamérica en Guatemala. Costa Rica no declaró su independencia completamente como una nación soberana hasta 1848.

Todas estas observaciones demuestran una nación lista para tener un comercio global y el patriotismo de su población demostraba un sentido de su independencia y solidaridad. Esta columna explora cómo el héroe nacional Juan Santamaría, se convirtió en el símbolo de la independencia y, con ello, demostró ser un país con superioridad democrática.

En 1890, con el fin de hacer ofertas comerciales y pedir dinero prestado para construir el ferrocarril costarricense, el gobierno y la comunidad comerciante de San José tuvo que ser presentada como moderna, sofisticada y solvente.

Tuvo que Inventar tradiciones que no eran particulares de Costa Rica pero sí típicas a la nación; tradiciones refinadas y articuladas lo más elegante posible por los Británicos que se convirtieron en los principales socios comerciales y banqueros a finales de 1800.

Costa Rica, como en la mayoría del mundo desarrollado, comienza en este período a proyectar estabilidad, identidad cultural y orgullo frente a sus socios comerciales.

En 1855 el dictador guatemalteco Justo Rufino Barrios anunció sus planes para reunir el Istmo en la República Federal de Centroamérica (una vez más) aun cuando ningún otro país estaba interesado.

Los líderes costarricenses necesitaban un símbolo de unidad y valentía para consolidar la identidad nacional. Entonces, escogieron a Juan Santamaría, el héroe de la Segunda Batalla de Rivas en 1856 contra William Walker, quien llegó a Nicaragua con un ejército de filibusteros que tomaron el control del gobierno por dos años (1).

Al final resultó que Juan era el héroe perfecto. Era parte de la clase trabajadora, un campesino, y no un presidente o un general. Desafortunadamente, él era la tercera persona que intentaba quemar el mesón de guerra donde estaban refugiados los enemigos. El primero fue un teniente que no murió en batalla. El segundo fue un soldado que murió, pero era nicaragüense. Así que quedó Juan, una mezcla de razas, un valiente y un tamborilero pobre, que terminó quemando el mesón y convirtiéndose 35 años más tarde, en el símbolo nacional de independencia.

Estatua de Juan Santamaría en Alajuela. Foto por Rodrígo Fernández.

El gobierno construyó una estatua en 1891 (actualmente se encuentra en su ciudad natal Alajuela), de un héroe local con aspecto de soldado francés. Un década más tarde, el artista tico Enrique Echandi Montero pintó a Juan como un campesino desarreglado con algunos rasgos mulatos.

Pintura Enrique Echandi MonteroComo uno puede imaginarse, las representaciones de Juan en los libros escolares, el nombramiento del aeropuerto en San José y el día nacional de Juan Santamaría son basados en la estatua y no en la pintura.

Revisemos dos ejemplos de esta era en Europa y cuáles fueron sus efectos en Costa Rica alrededor de 1890.

El periodo estaba repleto de grandes ceremonias, procesiones, desfiles y el planeamiento de escenarios desarrollados como la competencia entre países rivales por obtener símbolos de glorificación de la historia pública como los feudos provinciales y que fueron reemplazados por nacionalidad.

El funeral de la Reina Victoria, Alexander III de Rusia, Kaiser Wilhelm I y Victor Emmanuel II eran maravillosos y espléndidos, todos diseñados para parecer parte de una gran tradición antigua, pero de hecho fueron principalmente creados de la nada y en el momento en que se necesitaron.

Funeral de la Reina Victoria, Inglaterra.

Antes de 1860, tanta ostentación y respeto por el precedente en la ceremonia era raro si no inimaginable, basta con imaginar que la Reina Victoria renunció al cetro, corona y armiño y solo aparecía muy ocasionalmente en el Parlamento o en público.

Otra curiosidad de esta era fue el establecimiento del día de la independencia de la República de Costa Rica, el 15 de setiembre de 1821,  fecha de la derrota española en la guerra de la Independencia de México, estableciendo una fecha de 27 años antes de la realidad.

Costa Rica se unió a las Provincias Unidas de Centroamérica en 1823 que incluían El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua. Se independizó completamente bajo el mandato de Braulio Carrillo Colina en 1838 pero no fue hasta el 31 de agosto de 1848 que la cabeza de la provincia, José María Castro Madriz formalmente declaró Costa Rica como república  independiente y soberana.

Lea más de la serie “Por nuestra voluntad”:

Capítulo 1: La llegada a Guanacaste de Gil el conquistador

Capítulo 2: Civilizando a los conquistadores

Capítulo 3: El Tesoro Púrpura

Capítulo 4: Paso entre los océanos

Capítulo 5: Tierra de oportunidad

Capítulo 6: Nicaragua y Costa Rica

Capítulo 7: Celebrando Guanacaste

Capítulo 8: El ferrocarril de Costa Rica

Capítulo 9: El paraíso de las hamburguesas

1)  Díaz Arias, D., Historia del 11 de abril: Juan Santamaría entre el pasado y el presente, Editorial Universidad de Costa Rica, 2006. See also Steven Palmer, Getting to Know the Unknown Soldier: Official Nationalism in Liberal Costa Rica, 1880–1900, Journal of Latin American Studies, Vol. 25, No. 1 (Feb., 1993), pp. 45-72.


Alvin ha sido investigador y consultor en turismo sostenible y desarrollo comunitario para USAID (Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional) y el Banco Mundial en varios países de América Latina, Oriente Medio y África. Además, ha publicado más de seis libros sobre temas culturales como investigador senior de la Universidad George Washington. Alvin vivió en Nosara y visita Guanacaste regularmente, así fue que decidió ahondar en la historia de Guanacaste para comprenderla de la mejor manera posible: incorporando las variables del pasado a los análisis del futuro, para comprender a esta tierra que lo recibió con los brazos abiertos. Alvin fue sistematizando toda la información tomada de libros y entrevistas con varios especialistas, y conversando con guanacastecos conocedores de la historia local para finalmente producir una serie de entregas tituladas “Por nuestra voluntad”.

Los capítulos de la serie Por nuestra voluntad son opinión del autor y no necesariamente reflejan la posición editorial de este medio. Si desea escribir un artículo de opinión, puede escribir al correo [email protected]

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