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¿Por qué debemos empezar a hablar de política desde ya?

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Salga de su casa y observe cien metros a la redonda: ¿está asfaltada la calle?, ¿por qué no?, ¿recogieron la basura esta semana?, ¿hay un parque cerca de su casa donde llevar a las niñas o al perro en la tarde?, ¿el bar de la esquina está funcionando sin patente de licores? 

Hacia donde sea que miremos, las municipalidades tienen un rol protagónico con un impacto altísimo en nuestra vida diaria, desde el desgaste de las llantas hasta las birras del sábado. 

Los titulares de nuestra edición impresa de setiembre son un repaso de ese impacto: mientras en Nicoya el concejo decidió publicar por segunda vez un reglamento para regular las construcciones cercanas al refugio de Ostional (con agrado de unos y desidia de otros), en Liberia los vecinos tuvieron que llegar a gritar al concejo para traerse abajo el proyecto de parquímetros —un poco tarde, porque si los eliminan, la muni tendrá que pagarle una millonada a la empresa que los instaló. 

Sean buenas o malas decisiones, la mayoría de  los responsables son regidores, alcaldes, síndicos —así, en masculino, porque quienes detentan los cargos suelen ser hombres— a quienes elegimos hace cuatro años. 

Aunque Guanacaste es, como indica el reportaje «Cinco datos que debe saber antes de las elecciones 2020», la provincia con el menor abstencionismo del país, en ciudades determinantes estamos dejando que otros elijan por nosotros. 

Liberia, por ejemplo, tuvo el abstencionismo más alto en las votaciones municipales del 2002, 2006, 2010 y 2016 entre los cantones de la provincia. Todos los años, menos de tres de cada diez personas fueron a votar. Es decir, son diez personas depositando su poder de decisión en solo dos de ellas, en el cantón con el presupuesto más grande de Guanacaste. 

Es indispensable que empecemos a hablar hoy mismo sobre política, que entendamos de dónde venimos, qué nos caracterizó en el pasado y hacia dónde vamos. Que sepamos que las mujeres todavía no ocupamos todos los puestos de elección popular que podríamos porque el sistema todavía es muy débil en procurarlo. Que entendamos que hay una nueva ola que mezcla la religión y la política y que ahora, los discursos no se dan solo en las plazas públicas sino también en los púlpitos.

Así como tenemos derecho a quejarnos cuando queremos parquímetros más baratos, tenemos una responsabilidad altísima de entender, de compartir, de hablar. Es nuestra obligación participar desde ya de las discusiones públicas y promover un ambiente en el que cada vez más gente se involucre en la política, que ayude a aceitar la maquinaria de los partidos y los comprometa a presentar candidatos y candidatas —¡candidatas también por favor!— preparadas para el puesto. Acá, con el periódico en las manos, usted empiezan a ejercer esa responsabilidad. 

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