Laura Rivera cierra los ojos y recuerda con detalle la huerta de su abuelo: un gran terreno con hortalizas y un sistema de riego construido con bambú, aún lo guarda en su memoria pese a que él murió cuando ella tenía seis años.
Hoy Rivera es la segunda vicealcaldesa de Nicoya y desde la muni transformó su recuerdo en la consigna “sembrar lo que se come”.
Su idea está plasmada en un proyecto de la municipalidad que consiste en el desarrollo de diez huertas comunitarias en el cantón.
Según Rivera, las huertas son una alternativa a los esfuerzos municipales para que los vecinos puedan mitigar los efectos económicos que generó la pandemia, a nueve meses del primer diagnóstico de COVID-19 en la zona.
“Si usted produce chile en su casa, se ahorra ir a comprarlo. Si a la persona le gusta y produce más, puede comercializarlo. Este proyecto está enfocado en la seguridad alimentaria y luego, dependiendo de su producción, en reactivar la economía con un impulso al emprendimiento”, comenta Rivera.
Siete de las huertas ya están incluidas en el presupuesto del 2021 y se ubicarán en cada distrito de Nicoya, en terrenos municipales. Estas tierras serán donadas a cada comunidad para que desarrollen el proyecto.
Las tres restantes están pensadas para el Hogar de Ancianos San Blas, la Asociación Nicoyana de Personas con Discapacidad (Asonipe) y la cárcel de Nicoya, según información brindada por Rivera.
“Esto no se me ocurrió de la noche a la mañana. Visité productores y adquirí mucho conocimiento de cómo se siembra en una zona alta como La Esperanza y también en la bajura donde el calor prevalece. Los microclimas dentro de Nicoya son una gran riqueza que podemos aprovechar en estos tiempos”, dice la vicealcaldesa.
Plan piloto en San Martín
La primera huerta estará ubicada en el barrio San Martín y es un plan piloto para ejecutar las otras nueve en el invierno del próximo año.
Hace un mes, el lote municipal, ubicado 100 metros norte y 100 este del Centro Educativo Católico San Ambrosio, era un basurero a cielo abierto. “Era algo horroroso, ¡botaban de todo! Sillones, animales muertos, colchones, vidrios […] Era un montazal espantoso”, comenta Tatiana Vargas, vecina del barrio San Martin.
La municipalidad, junto con un grupo de mujeres entre las que se encuentra Vargas, realizó una actividad para limpiar el lote, recuperar el espacio público e involucrar a la comunidad en el desarrollo de la huerta.
“Ahora es lindísimo. Se ve todo despejado; como tenía que ser. La municipalidad nos va a dar una malla y nosotros queremos hacer una actividad con ventas de comidas para comprar los postes y cerrar el terreno”, cuenta Vargas.
Quince mujeres de la comunidad lideran el proyecto de la huerta en San Martín; apoyaron la idea de la vicealcaldesa y ahora trabajan junto a la muni para llevarlo a cabo.
La síndica de la comunidad, Jaqueline Zúñiga, es una de ellas.
Según Zúñiga, la huerta también podrá beneficiar a las familias más afectadas por el COVID-19. “Nosotros vemos que la huerta puede ser un gran beneficio para toda la comunidad. Tenemos la idea de que cuando la huerta de frutos, una parte pueda donarse a las familias de San Martín que lo necesiten”, comenta.
Para Tatiana y Jaqueline, la huerta será un espacio de reactivación económica que les permitirá a las mujeres involucradas llevar alimento a sus casas, comercializar parte de la cosecha e incluso generar actividades en donde los vecinos puedan ir a ofrecer productos de sus emprendedurismos.
Rivera, vicealcaldesa de la muni, espera que la apertura sea posible antes de concluir el año o durante los primeros meses del 2021.
Mientras tanto, la muni entregó 25 composteras a familias de Nicoya para promover el abono de la tierra que será utilizada en las demás huertas que, según Rivera, estarán listas en mayo del 2021.
“Yo espero que a la gente le guste el proyecto y que quieran replicarlo. ¿Por qué no imaginar una huerta en cada pueblo? Para eso van a tener todo mi apoyo”, dice la vicealcaldesa de Nicoya.
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