Comunidad

Ruido de eventos en Tamarindo sobrepasó límites permitidos

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La Asociación de Desarrollo Integral de Tamarindo (ADIT) denunció cómo el exceso de eventos en el distrito, como conciertos y fiestas, afectan la vida de los vecinos de la comunidad y el medio ambiente.

Urs Schmid, presidente de la ADIT, aseguró que estos eventos son casi a diario, pero que les afecta aún más a finales de cada año y semana santa, cuando la afluencia de visitantes aumenta.

Un estudio de contaminación sónica elaborado por una ingeniera en salud ocupacional a petición de dicha Asociación, evidenció que el ruido provocado por diferentes eventos a finales de año sobrepasaban lo permitido por el Reglamento para el Control de Contaminación por Ruido de la Ley General de Salud.

El documento señaló que mientras en una zona comercial durante la noche se permite que los niveles de sonido sean de máximo 55 decibeles, en Tamarindo alcanzan niveles de 81 decibeles. (Ver Infográfico)

Todas las mediciones que realizamos, todos los días, superaron el máximo permitido por la Ley”, dijo la ingeniera a cargo de la realización del informe,  Raquel Larios.

 

El Concejo Municipal de Santa Cruz tiene la potestad de aprobar o no los eventos que suceden en Tamarindo y puede establecer las reglas para hacerlos. Sin embargo, no tiene un reglamento para ello pese a que desde el 2015 prometió hacerlo.

Schmid aseguró que desde la ADIT son conscientes de que la realización de eventos y la presencia de hoteles en la zona dinamiza la economía del lugar, “pero que debe de existir mayor control”.

Selina es una de las empresas que realizó eventos a fin de año. Su gerente Andrés Barrantes justificó que ninguno de sus eventos se realiza sin los permisos de la municipalidad o del Ministerio de Salud.

Principales afectaciones

El Parque Nacional Marino Las Baulas queda a unos 20 kilómetros de Tamarindo y, según su administrador, Rotney Piedra, los eventos en la playa y otros espacios afectan el área silvestre protegida.

“Cuando los eventos son nocturnos y ocurren durante la temporada de anidación de tortugas marinas (entre octubre y febrero), se le suma el impacto de contaminación lumínica”, escribió el administrador en una carta aportada por la ADI de Tamarindo y de la cual La Voz de Guanacaste tiene copia.

La luz puede influir en el comportamiento de las tortugas. Las puede asustar y ellas hasta podrían llegar a abortar el proceso de hacer el nido, dejando los huevos al descubierto y a merced de algún depredador.

Piedra manifestó que, además del ruido y la luz artificial, el desarrollo de estas actividades genera una importante cantidad de residuos sólidos que, al no estar bien manejados, llegan al mar y que varias especies marinas los confunden con alimento.

Las bolsas plásticas, pajillas, tapas de lapiceros y otros objetos pequeños son los que más ingieren aves, peces y tortugas, según datos de la ONG Marviva, que lucha contra la contaminación marina y la pesca ilegal.

El coordinador del programa de Bandera Azul Ecológica de la comunidad de Tamarindo, Jordi Rivera, agregó que la falta de recurso humano para limpiar la comunidad durante las 24 horas hace que se acumulen grandes cantidades de basura en la calles.

Las organizaciones que limpian la comunidad no perciben ningún apoyo de las compañías que organizan los eventos”, comentó Rivera.

Además, el “caos” por calles colapsadas de la cantidad de gente que atraen las actividades y la imposibilidad que esto representa para atender emergencias, son otras de las preocupaciones manifestadas por vecinos y organizaciones de la zona.

La ingeniera Larios indicó que las consecuencias del ruido en la vida de las personas pueden ser psicológicas, físicas y hasta sociales.

Algunas de ellas, a su criterio, van desde trastornos del sueño hasta pérdida del oído, malestar y estrés.

Destino en la mira

Que Tamarindo sea epicentro de actividades no responde a algo fortuito. El informe “Planificación turística en zonas costeras de Costa Rica” señala cómo el desarrollo turístico en poblados como Tamarindo ha sucedido de forma vertiginosa y sin control, al menos, en los últimos 15 años.

De acuerdo con el documento, la alta concentración de hoteles y de ofertas de cuartos en una zona muy reducida, ejemplifica ese crecimiento del turismo.

A ese crecimiento se le suma la actual problemática en materia ambiental, conflictos por el uso del agua, desarrollo de infraestructura de forma acelerada, construcción en plena zona pública, entre otros aspectos.

Soluciones a paso lento

Para aminorar las consecuencias del ruido y del exceso de eventos en el distrito santacruceño, la ADI de Tamarindo sugirió al concejo municipal la creación de un reglamento municipal para la obtención de permisos y regulación de eventos masivos.

La tesorera de la ADI, Helen Soto, explicó que en diciembre del 2015 el concejo había tomado un acuerdo para trabajar ese reglamento, pero que nunca se concretó.

La muni no tiene reglamentos de eventos masivos, hay leyes y reglamentos nacionales pero no hay nada a nivel local. Sabemos que es algo que no se logra de la noche a la mañana pero vamos a darle seguimiento”, continuó Soto.

El presidente del concejo municipal, Omar Cruz, manifestó en una sesión del concejo que sí existe voluntad para darle trámite a ese reglamento y que están conscientes que “hay que tomar cartas en el asunto”, pero no definió fecha alguna para tener el documento final.

Oscar Guevara, asesor legal del concejo, explicó que los regidores pueden reglamentar todo tipo de actividades y que justamente la responsabilidad recae sobre ellos pues los ediles están facultados para aprobar o no una actividad.

La ADIT también recomendó considerar el criterio de la comunidad y del Ministerio de Salud para la redacción del reglamento, y que la aprobación de permisos se dé solo si la muni puede garantizar la presencia de la Policía Municipal.

 

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