Me toma de la mano y me guía con gentileza a través de las olas. Me siento segura y respiro con bastante tranquilidad. Me enseña un pez globo, el cual se escurre cuando trata de atraparlo por su cola. Entonces recoge una estrella de mar azul y me la entrega, y luego una concha grande de donde se asoma un tímido caracol. Debo admitir que no me siento exactamente como La Sirenita: tengo un tanque de oxígeno sujeto a mi espalda, respiro a través de mi boca y en mis pies tengo dos aletas en lugar de cola. Sin embargo, estoy explorando el maravilloso mundo bajo el mar.
Steeve Hardy, un buceador de Quebec, inauguró en diciembre del 2012 Freedom Diving en Playa Sámara. Durante la temporada alta, de noviembre a marzo, Hardy lleva a pequeños grupos de turistas en su bote, The Scorpion (El Escorpión), a bucear en sus lugares favoritos alrededor de Isla de Chora, así como por las playas de Carrillo y Buena Vista.
Los grupos no son de más de 5 personas (8 si es snorkeling o buceo de superficie), para así poder garantizar la seguridad de sus clientes. Hardy se toma muy en serio la cuestión de la seguridad: todo su equipo es nuevo y en óptimas condiciones.
Hardy aprendió a bucear en Sámara hace 6 años y hasta el momento ha realizado más de 300 inmersiones. Todos sus familiares han buceado junto a él, incluido su sobrino de 7 años. La primera vez que buceó, Hardy recuerda las burbujas y la luz que se filtraba entre las olas, sin teléfono, sin computadoras… sólo uno y los peces. Un sentimiento maravilloso.
Sin importar cuántas veces se sumerja en el mismo punto, la experiencia siempre es diferente, nos asegura. “No lo hago porque deba, sino porque me gusta”, dice, y su entusiasmo es evidente. En una ocasión en el bote lo escucho cantar: “It’s a beautiful day ba ba ba ba” (Es un día bonito).
El curso para principiantes o para aquellos que necesiten recordar sus capacidades, incluye una sesión de práctica en una piscina antes de aventurarse en el océano. De esta forma, uno aprende cómo respirar bajo el agua, sacar agua de la máscara, recuperar el regulador de aire si se cae de la boca, y cómo moverse y flotar en el agua. Después de esta sesión, Hardy realiza dos inmersiones: la primera no es muy profunda, cerca de los 4 metros, y la segunda de no más de 12 metros de profundidad. Entre una y la otra, Hardy ofrece un refrigerio con fruta, galletas, agua y té.
A los buceadores más experimentados, Hardy los lleva a profundidades entre los 17 y los 22 metros. Cada sumergida puede durar entre 40 y 60 minutos. Hardy asegura que aproximadamente el 60% de sus clientes son buceadores certificados.
Las especies submarinas que se pueden observar, aparte de corales y peces multicolores, son las manta rayas, anguilas, tortugas marinas y, si uno anda con suerte, caballitos de mar en el coral naranja. Irvin Mendoza Ruiz, capitán de la embarcación, calcula que ellos ven tortugas marinas 3 veces por semana. También, en los primeros días de enero de este año, asegura haber visto ballenas cerca del bote.
Otra posibilidad, la cual atrajo en un principio a Hardy y a Mendoza Ruiz al mundo del buceo, es la de observar tiburones. No hay de qué preocuparse: ambos aseguran que el tiburón de arrecife de punta blanca es bastante dócil y usualmente se oculta bajo las rocas. A Hardy le tomó 3 años ver a su primer tiburón, y la primera vez apenas pudo verle los ojos. “Una vez que estás familiarizado, podés acercárseles más”, afirmó, “yo le temo más a los delfines que a los tiburones. Los delfines son muy curiosos y podrían golpearte”.
Yo no vi a ningún tiburón durante mi inmersión, pero sí vi una anguila, una langosta grande, una variedad de estrellas de mar y muchos peces multicolores y brillantes, algunos tan pequeños como mi uña y otros bastante grandes. Los cardúmenes se deslizaba sobre y alrededor de nosotros, y debajo observé delicados corales rosados moverse con la corriente como los árboles con el viento.
El agua acá siempre está caliente, con una temperatura que varía entre los 28 y los 30 grados Celsius. “Es como una enorme bañera”, nos comentó Hardy. Aún así, un adecuado traje de buceo provee calor y brinda protección contra las piedras y medusas.
Es normal sentirse sediento, hambriento y un poco cansado después de bucear. Esa noche también se duerme muy bien. Sin embargo, es importante recordar que después de bucear hay que esperar entre 18 y 24 horas antes de subirse a un avión. Freedom Diving también ofrece snorkeling y tours de delfines. Para reservaciones, llame al 2656-0479, escriba a [email protected] o dese una vuelta por el local, el cual se encuentra a la par del Super Samara.
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