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“Sele” indígena se consagró entre las 10 primeras de festival mundial de futbol

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No solo la selección nacional mayor de futbol hizo historia en el mundial Brasil 2014. La delegación indígena costarricense Ditsöwapa (del Bribri y que significa raíces o semilla originaria), también demostró estar a la altura de las circunstancias y alcanzó a meterse entre las 10 mejores selecciones del festival Fútbol por la Esperanza (Football For Hope).

El festival es organizado cada cuatro años por la Federación Internacional de Fútbol Asociados (FIFA), en el marco de la copa del mundo. El objetivo es desarrollar líderes comunales, la resolución de conflictos, la integración social y la igualdad de género por medio del deporte y el intercambio de experiencias personales con jóvenes de otras partes del mundo.

La delegación nacional fue escogida por la organización Servicios de Educación y Promoción Juvenil (Seprojoven) con integrantes de las comunidades: cabecar, chorotega, bribri, ngabe, teribe, brunka y maleku del país.

Guanacaste tuvo su representación en el torneo

La guanacasteca María Alicia Solano Aguirre, integrante de la selección, se dio el gusto de anotar dos veces en la tierra de la samba durante el festival. Solano Aguirre es de ascendencia indígena, vive en Matambú de Hojancha, y tiene amplias habilidades en el fútbol.

Desde que se bajó del avión, Solano Aguirre nos cuenta que se sintió como en casa: “Me llamó la atención lo amigables que son los brasileños, nos recibieron muy; bien eso fue lo que más me gustó. Nos hicieron sentir que no estábamos en un país extraño”, indicó.

La futbolista asegura que hubo un alto nivel competitivo entre los 32 equipos que participaron en el festival. “La competencia fue bastante exigente, habían mujeres que se movían muy rápido, casi como los hombres”, comentó Solano.

Sin embargo, la mayor satisfacción de la hojancheña fue cuando anotó los goles del triunfo en los partidos frente a Australia y Francia, ambos con marcador de 1-0 a favor de los ticos.  

Solano Aguirre también cuenta que su sangre chorotega viene por parte de su madre, María Aguirre Montiel, y aunque asegura que no conoce la lengua de sus ancestros, se siente muy orgullosa de las tradiciones y de representar el legado indígena de Matambú.

Por este motivo decidió hacer esa misma un traje de manta con encajes de maíz y vestirse como la princesa chorotega para así representar el amor por su cultura durante la competencia.

 “Entre todos hicimos una sola coreografía y bailamos con nuestros trajes”, nos explicó y agregó “a mí me tocó hacer el traje, una señora de acá que hace trajes me dio la idea, y yo más o menos capté algo y lo hice. El modelo que ella tenía lo copié porque era el de la princesa Chorotega, entonces yo me quería identificar como ella y resaltar la importancia del maíz en nuestra cultura”, afirmó. 

El pasado 14 de julio, Solano Aguirre cumplió 18 años, y aunque ella asegura que todavía tiene posibilidades de participar varios años más en las Copas Indígenas que organiza Seprojoven, sus metas principales son terminar su bachillerato en el CTP de Hojancha y luego cursar una carrera como veterinaria, biología marina o guía turística.

Ella hace un llamado a los jóvenes para que salgan de los vicios y las drogas y utilicen el fútbol como una distracción para divertirse y jugar limpio: “A los jóvenes les digo que en vez de estar en drogas que escojan cualquier deporte que los haga sentir bien. El fútbol es para divertirse con juego limpio. Si ganamos, está bien, pero si no, no pasa nada”, concluyó.

Nuestros indígenas derrotaron a las selecciones de Brazil, Francia y Australia, mientras que empataron con Vietnam y Zambia y cayeron ante el Reino Unido y ante otro de las 8 representativos brasileños que disputaron el torneo.

En total el equipo sumó 28 puntos y logró estar entre las 10 mejores selecciones de la competencia; sin embargo, el puntaje no le dio para alcanzar las semifinales debido a que solo los cuatro equipos con más puntos clasificaban a dicha ronda.

Los partidos se llevaron del 7 al 10 de julio en la Villa Olímpica Mané Garrincha en Río de Janeiro. El campeón del certamen fue la isla africana de Cabo Verde.

El torneo cuenta con la particularidad de que no tiene árbitros para pitar faltas ni validar jugadas, por lo que son los propios jóvenes quienes mediante el diálogo resuelven las dudas y conflictos.

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