Siete mujeres, entre las cuales figuran estudiantes y exintegrantes del grupo de gestión cultural GuanaRed, señalaron al profesor y cantautor nicoyano Olman Briceño por lo que ellas describen como actos que van desde tocamientos, acoso incesante por plataformas digitales hasta una violación.
Los mensajes que dos estudiantes de la UCR Guanacaste guardaron comprueban que Briceño las invitó a salir y les hizo preguntas y comentarios con contenido sexual. Entre las demás denunciantes figuran dos jóvenes que aseguran que eran menores de edad cuando recibieron propuestas o imágenes sexuales. Al menos tres mujeres señalaron abusos físicos. Ninguna de ellas lo había denunciado penalmente al momento de esta publicación.
Parte de sus testimonios fueron confirmados por otros exintegrantes de la red o personas cercanas a las denunciantes, quienes contaron su relato a La Voz de Guanacaste y al Semanario Universidad con el fin de denunciar públicamente al profesor. Briceño niega categóricamente los señalamientos en su contra.
«A mí esto me parece muy personal, yo siempre he sido honesto con mi trabajo y espero que ustedes lo consideren bien. Entiendo que hay animosidades que se despiertan en los estudiantes», dijo.
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Paulina recuerda a Olman Briceño como su “sensei” en el grupo de artistas y gestión cultural GuanaRed. Era alguien a quien le tenía mucha confianza y una admiración enorme. “Me decía que yo era la protectora de la energía de la red, que yo era muy importante. Yo estaba super contenta con ese papel”, cuenta Paulina, quien pidió mantener su anonimato para esta publicación.
En el 2009, la GuanaRed organizó el segundo Encuentro de la Red Mesoamericana de Arte Caleidoscopio en Nicoya y Paulina asistió. Ella, de 19 años en aquel momento, y Olman, de 27, aparecen en una fotografía de la época.
Uno de esos días, cuenta que estaba en la casa de él, en una oficina pequeña a la que le cabía apenas una computadora y unos libros. “La esposa tuvo que salir a hacer algo, entonces se llevó al chiquito y en el momento en que salió, él entró super rápido donde yo estaba. Entonces me dice: ‘Vení un toque’. Me agarró así y me llevó para el otro cuarto y me dice: ‘Hínquese’. Entonces yo me hinqué, el mae se sacó el pene y me lo metió a la boca. Y me dijo: ‘Vamos, vamos, rápido, rápido’”.
Paulina dice que en ese momento quedó paralizada, desconectada. “Y lo hice, lo hice. El mae me dice: ‘Acuéstese’. Entonces yo me acosté, me quitó la ropa interior, se puso el condón rapidísimo y me empezó a penetrar. Yo no hice nada. Nada más me quedé ahí”. Dice que ella estaba como un vegetal, que se movía solo por la inercia que provocaba la penetración, como un títere, un poco desarmada. Pero nada más.
“Ya el mae terminó e inmediatamente se levantó. Él era amigo de mi novio, entonces me dice: ‘Bueno, esto que quede entre nosotros porque él y yo tenemos muchos años de ser amigos, él es como mi hermano, y como yo soy casado luego la gente no lo va a entender y se va a hacer un enredo’”.
Paulina asegura que ella se puso la ropa y volvió a su trabajo, pero que de regreso a casa se dio cuenta: “Me violaron, decía yo. A mí me violaron”.
Al menos cinco personas confirmaron que ella les contó, en los meses y años posteriores, que había sufrido “un abuso” por parte de Olman Briceño.
Una de las primeras que a quien Paulina le contó fue a Fresia Camacho, quien estaba asumiendo el liderazgo de la GuanaRed en esos años. “Yo recibí una denuncia por parte de ella. En este momento sinceramente yo no me acuerdo los detalles, pero sí me acuerdo que Olman tenía un discurso de amor libre, se acercaba a las mujeres jóvenes y muchas veces muy inocentes. Las iba enredando en una telaraña. En ese caso ella me dijo que él sí se había acercado y había tenido, digamos, un abuso con ella”.
Fresia dice que no recuerda si Paulina le mencionó la palabra violación, pero afirma que el tema de los abusos por parte de Briceño “andaba en el aire”. “Yo sí sabía de varios casos en los que Olman tenía comportamientos indebidos, conductas impropias con muchachas jóvenes, y con aproximaciones sexuales e incluso con muchachas menores de edad”.
Asegura también que ella confrontó a Olman y que él le explicaba que sus conductas no eran agresivas. “Él le quitaba totalmente el peso. Él lo justificaba y le quitaba el peso de una conducta violenta”, recuerda Fresia. La acción que decidió tomar en ese momento fue organizar talleres para combatir el acoso sexual dentro de la red.
Paulina dice que por la falta de apoyo y por miedo, nunca interpuso una denuncia penal. Para el momento de esta publicación, esa denuncia ya estaría prescrita por el plazo de diez años que da la ley.
Otros exintegrantes de la red recuerdan que Paulina era “una de las favoritas” de Olman. Para entonces, el cantautor ya había fundado las peñas culturales en Nicoya, espacios culturales y grupos artísticos que se reunían mensualmente en las ciudades para hacer presentaciones de teatro, poesía, canto, malabarismo.
El cantante ha grabado tres discos, se ha subido al escenario con cantantes internacionales y siguió participando en la escena musical y artística como uno de los exponentes más reconocidos de la música en Guanacaste.
Las personas entrevistadas lo describen como una persona joven a quien muchos admiraban por su música y su capacidad de gestión. Su amigo Luis Fernando Barrantes, cuentacuentos, dice que lo conoce desde el año 2000, cuando lo escuchó cantar y lo invitó a participar en sus presentaciones.
Aclaró que no se referiría al caso en específico porque no puede recordar lo que sucedió en aquella época debido a un tumor cerebral. “Si le fueran a hacer un juicio, a lo mejor yo haría un esfuerzo. Olman es un gran amigo mío y yo haría un esfuerzo para contarlo bien, pero en un juicio, a la prensa a mí no me interesa”, dijo.
Paulina también le contó a dos de sus amigos de la red: Cristina (quien pidió el anonimato) y Esteban Alfaro, uno de los primeros integrantes de la GuanaRed. Ambos dan fe de que ella y otras mujeres comenzaron a manifestar su incomodidad sobre las conductas de Olman.
Hace un par de años, Paulina se topó a Walter Morera, amigo tanto de ella como de Olman, en un bus. Ella asegura que le contó toda la historia. Morera confirma que hablaron del tema, pero dice que no recuerda que fuera “algo tan grueso como una violación” y que él tiene un muy buen concepto de Olman. “Yo lo considero una persona respetable, oyente, una persona que tiene mi confianza”, dijo.
Paulina le contó también hace unos dos años al que era su novio en el 2009, según confirma él mismo. “Ella estaba muy afectada. Me contó que llegaron a tener sexo oral bajo esa situación. Era una cuestión sin autorización”, recuerda. Ninguno de ellos forma parte de la agrupación hoy, diez años después.
De hecho, su ahora exnovio recuerda que la rotación de gente era muy alta y que él salió de la red porque no le gustaba la actitud de Olman. “Lo que siempre he sabido es que el compañero Briceño sí ha tenido una dinámica de seducción y acoso dentro de la organización en la que estábamos que era GuanaRed. De hecho yo salí de ahí por eso, por algunas cosas que en realidad no me calzaban”, cuenta.
El esposo de Paulina dice que ella se lo contó hace unos meses, cuando estalló el caso de Óscar Arias. “Ella estaba un poco ahuevada y ya después tuvo la confianza y me contó un poco de lo que vivió. Me comentó que ella había sido víctima de una violación. No quise escarbar detalles. Simplemente me contó y la apoyé. No le pregunté mucho”. Paulina dice que ese fue justamente el día en que a ella se le volvió a encender el recuerdo, cuando se dio cuenta de que tenía que hablar.
La Voz de Guanacaste y el Semanario Universidad buscaron a Briceño en la Universidad de Costa Rica en Liberia, el martes 19 de noviembre del 2019, con el fin de obtener su versión sobre estas denuncias. Briceño dijo que rechazaba contundentemente todos los señalamientos, que él siempre ha sido honesto con su trabajo y que era la primera vez que escuchaba las acusaciones. Este periódico insistió en obtener más detalles pero él se negó a dar más declaraciones. “Estoy sorprendido”, dijo antes de subirse al carro y partir.
Sin embargo, el 21 de octubre del 2019 la organización GuanaRed le había enviado una carta explicándole que, a raíz de las denuncias de acoso, habían decidido suspender su participación por completo en la red. Briceño contesta al correo indicando que no tiene conocimiento de las denuncias.
“Existen publicaciones anónimas difamatorias realizadas en un contexto muy convulso dentro de la Sede de Guanacaste de la UCR. La misma atraviesa momentos de cambios estructurales fuertes”, indica en su respuesta, de la cual este medio tiene copia.
“No hacer suposiciones es un acuerdo tolteca compañeros/as, ruego lo tengan en cuenta”, agrega en el correo electrónico.
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Sin hablar de este caso en específico, la especialista en género del Centro de Investigación en Estudios de la Mujer (CIEM), Sylvia Mesa, dice que es común que las mujeres no logren decir que no cuando sufren agresiones sexuales.
“De repente una mujer muy fuerte, que no ha tenido mayores problemas en su vida puede decirle: “quítese”. Pero una mujer que tiene más factores que la vulnerabilizan probablemente no consigue decir nada”, sostiene la especialista. “Si ella se paraliza y él sigue, lo está haciendo contra su voluntad”, agrega.
Para Mesa, la sociedad tiene muchas excusas para justificar el comportamiento de hombres que violan a mujeres como: “Él creyó que ella quería, ella no le pegó, se quedó quieta. No se comprende que hay diferentes formas de decir que no, que no necesariamente son verbales”, sentencia.
“Hay mujeres que le pegan al que las tocó, hay otras que gritan, hay otras que se cambian de lugar y hay otras que no pueden hacer nada, que se quedan quietas. Son diferentes posibilidades de respuesta”, agrega.
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Durante una semana, La Voz de Guanacaste y el Semanario Universidad escucharon los relatos de al menos siete mujeres que señalaron a Briceño por lo que ellas describen como agresiones sexuales que van desde el acoso hasta la violación. La mayoría de ellas fueron recibidas primero por la Colectiva Me pasó en la UCR Guanacaste. Las mujeres acudieron también a ambos medios con el fin de denunciar de manera colectiva y pública los hechos que habrían ocurrido entre el 2005 y el 2016.
En los casos más recientes está el de una joven que fue estudiante de Olman Briceño en el 2016, en un curso de sicología para otras carreras. Los mensajes que compartió con este medio muestran una conversación en la que ella le manifiesta su incomodidad con sus comentarios.
“Qué lindas fotos, pero usted es más linda en vivo y en directo”, le decía él. “Cómo te consideras? tierna, apasionada o ardiente? (sic)”. En las capturas de pantalla se lee que ella le expresó al menos una vez que se sentía incómoda cuando él le dijo que le parecía “muy sensual”. Después de este intercambio, él le preguntaba en varias ocasiones si ella estaba molesta por lo que le dijo. En época de vacaciones le dijo que se fueran de paseo y ella lo rechazó.
“En ese momento yo tenía 19 años, entonces estaba asustada, pensaba que tal vez no pasaba el curso. Entonces yo por compromiso le respondía”, dice la estudiante. Las interacciones incómodas no se quedaban solo ahí, sino que trascendían al aula, según su relato.
“En clases me decía que qué linda blusa o que qué linda me veía al frente de todos mis compañeros y todos veían las intenciones más allá y era súper incómodo para mí y para todos”, relata.
El otro caso sucedió el mismo año, cuando Olman Briceño le dijo a una exalumna que quería “abrazarla, sentir su corazón…y cogermela bien rico (sic) de una vez por todas…”. En las conversaciones compartidas por la joven con La Voz, él le dice que nunca ha estado con una estudiante, “ni a usted que la deseo tanto le he tocado un pelo”.
Ninguna de las dos pudo presentar la denuncia por hostigamiento ante las instancias universitarias porque tenía más de dos años. “Yo fui a San José, fui a la comisión [contra el hostigamiento sexual, de la UCR] para hacer la denuncia y me dijeron que ya había prescrito”, dice la segunda estudiante.
La comisión no puede confirmar casos específicos porque deben guardar confidencialidad, pero es cierto que la ley contra el hostigamiento sexual le da dos años de plazo a las víctimas para presentar la denuncia a partir del momento en que dejan de tener la relación de poder que les impide denunciar.
La directora de la carrera de Sicología en la UCR de Liberia, Marleny Campos, confirmó a través de la oficina de prensa de la universidad que se reunió con las estudiantes a partir de las denuncias que ellas comenzaron a hacer en el perfil de Facebook de la colectiva y que les pidieron un documento escrito.
Hasta el momento, la universidad no ha indicado que haya tomado ninguna decisión con respecto a las denuncias particulares de las estudiantes hacia Briceño.
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La falta de denuncia es el principal obstáculo para combatir los casos de abuso y acoso dentro de la Universidad de Costa Rica, considera Mesa, del CIEM. Sin embargo, ella misma explica que es normal que las víctimas no lo hagan.
Muchos factores pueden llevar a las víctimas a quedarse calladas. La forma en que la sociedad juzga a quien denuncia es una de ellas. “Cuando una mujer es hostigada en esta sociedad, se dice ‘es que mire cómo se vestía, como se pintaba, cómo se comporta, porque tuvo muchos novios’”, agrega la especialista.
Aunque aclara que puede ser un estereotipo, dice que Guanacaste tiene un agravante: sus niveles de machismo. “Cuando existe un ambiente misógino, un ambiente de discriminación, la exposición de las mujeres a la violencia es mucho más grande y la denuncia mucho más difícil”, considera Mesa.
Y en todo el país, agrega, los procesos judiciales pueden ser revictimizantes, lentos, largos. Y sobre todo dolorosos.
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Dos mujeres eran menores de edad cuando sufrieron agresión sexual por parte de Briceño, según sus denuncias. Una de ellas, quien pidió ser identificada como Andrea, cuenta que conoció a Olman a los 13 años cuando organizaban peñas en Liberia y que él les dio un taller de poesía. “Yo lo veía como un hermano mayor porque daba los talleres de poesía y estaba a la par de gente mayor”, recuerda.
Cuando tenía 16 años, su mamá compró una computadora porque ella se iba de intercambio al extranjero durante un año. Un día, en una conversación por una plataforma de mensajería instantánea, dice que Olman le mandó una fotografía de su pene. Ella relata que se asustó mucho, la borró, nunca más le volvió a hablar y trataba de “andarle de larguito”.
Una amiga cercana a ella recuerda que Andrea le contó su versión sobre lo que ahora denuncia. Asegura que a ella nunca trató de acosarla, pero dice que una vez le dijo que se le veía bien una blusa apretada porque se veía menos “gordita”. “Y a mí eso me dolió”.
Según las entrevistadas y los entrevistados para este reportaje, hubo un momento en que todas las chicas que habían sufrido algún tipo de agresión se unieron y empezaron a contarse lo que estaba pasando. Todas las entrevistadas, además de Esteban Alfaro y el exnovio de Paulina, lo relatan de forma similar: una le contó a otra, esa otra había escuchado de otros casos y dicen que así comenzaron a entender por qué las muchachas entraban a la red y tres o cuatro meses después se salían.
“Me di cuenta de que la gente no quería ir a GuanaRed porque les daba miedo”, cuenta Andrea.
La otra mujer que era menor de edad, según su propio testimonio, pidió ser nombrada como Marcela y es prima de Paulina. Cuenta que tenía 17 años cuando lo conoció en una reunión en Tibás entre el 2011 y el 2012. Después del encuentro, dice ella, él empezó a escribirle y a ella le pareció normal, hasta que la invitó a salir.
“Era muy insistente. Yo le hablaba cordialmente. Cuando yo lo rechacé y le dije: ‘No, ve, es que yo definitivamente creo que estás confundiendo las cosas’, el tipo se puso súper malcriado, me dijo que yo era una zorra, que qué me creía yo, que si yo era igual que mi prima, que él ya se había apretado con Paulina, que nadie se tenía que enterar”.
En otro encuentro comunitario, también en Tibás, recuerda que se volvió a encontrar a Olman, quien le repitió que él conocía a Paulina, que ella no tenía por qué tener miedo y le reclamó por “hacerme la rogada”, dice ella.
Marcela dice que Olman, antes de eso, le pareció un tipo todo “paz y amor”. Cuando le contó a Paulina, ella le dijo que a ella también la había acosado y no le dio más detalles. Ella lo bloqueó y no volvió a las reuniones de GuanaRed.
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Méndez prefiere ser identificada solo con su apellido. En noviembre del 2009 escribió un artículo para una revista y citó a Olman Briceño como fuente. Dice que fue a su casa a hablar sobre ese texto y que estuvo en la misma oficina que describe Paulina: la de la compu y los libros. Era de noche, la esposa de él de aquel momento estaba en la cocina.
En su relato, la imagen es así: él le habla del artículo, le asegura que nada relacionado con la GuanaRed se le pasa por alto y comienza a tocarle la pierna… “e intentó tocarme más y yo nada más me quedé súper en shock. Y yo pensé: ‘Mierda, la esposa está ahí’. Yo no pude racionalizar nada, solo pensaba en la esposa. Y obviamente yo no quería eso, nada más como que no hice nada”.
Méndez dice que él logró tocarle la ingle, pero que no pudo pasar de ahí porque ella se levantó, se despidió de la esposa y se fue. Nunca denunció porque no creyó que tuviera suficiente peso legal, dice ahora.
“Yo era muy joven, no tenía idea, y normalizaba muchas de las cosas que pasaban en la GuanaRed”, dice. Como ella, varios entrevistados describen positivamente el discurso de amor entre los integrantes de la red, el ambiente de festividad, la explosión de teatreros y poetas. Pero en algunas ocasiones, cuenta Fresia Camacho, ese mismo ambiente se prestaba para “confusiones”.
“Hacíamos giras, hacíamos peñas, había un ambiente festivo, empezamos a ver que había una confusión y que el ambiente festivo se prestaba para esa confusión, y que por lo tanto había que poner límites claros”, relata.
Méndez no es la única que dice haber sufrido tocamientos. Otra de las denunciantes dice que a ella le tocó el trasero cuando la abrazó, pero que ella lo empujó y no pasó a más.
Peggy Chamorro es sicóloga y dice que conocía a Olman de la universidad y de la pastoral social de Liberia. Según su relato, un día después de una peña cultural, ella lo invitó a dormir en la sala de su casa. Su compañera era muy abierta y no le molestaba tener visitas. De hecho, cuando tiraron el colchón, la compañera de Peggy le dijo a Briceño: “ahí pega un chiflón, meté el colchón en el cuarto”, recuerda Peggy.
“Al día siguiente, mi amiga sale de su cuarto y está súper alterada llorando”. Dice que su amiga le contó que Olman se le subió en la madrugada a la cama y empezó a tocarla, que ella le dijo que se bajara y que él se hizo el que estaba medio dormido. Él se bajó de la cama y siguió durmiendo, pero ella no pudo dormir ni moverse el resto de la noche, hasta que escuchó que Peggy salía del cuarto, dice ahora Peggy. “Yo lo tiré a la calle a él, le dije de lo que se iba a morir”.
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Paulina, quien cuenta la historia de lo que ella describe como violación, dice que lo que pasó en el 2009 la marcó por el resto de la vida.
Relata que Olman la buscó varias veces después de lo que pasó. “Me decía que volviera, que la red estaba sin protección, que necesitaba mi energía”. Luego, según su relato, la acusaba de irresponsable por no volver, y la comparaba con Méndez, otra de las denunciantes. “Me decía: “Vos sos igual a Méndez, sos una irresponsable, Méndez viene, se le asignan cosas y luego desaparece”. Y me hacía sentir pésimo porque yo amaba la red”.
La última vez que la contactó, ella lo amenazó con llamar a la esposa y contarle todo y también con denunciarlo. Él desapareció, dice Paulina. Pero ella nunca lo denunció.
Cuando trata de explicar por qué no ha denunciado, se quiebra y empieza a llorar. “Le rompería el corazón a mi mamá”, dice. Asegura que siempre estuvo dispuesta a prevenir a otras mujeres. Cuando lo veía en las publicaciones de alguna amiga, le decía que por favor tuviera cuidado.
Hace poco, le envió a Fresia el relato completo de lo que le pasó, según consta en capturas de pantalla del cual este medio tiene copia. Fresia lamenta no haber comprendido la gravedad de las cosas en ese momento. “Cuando ella me habló hace poco sobre lo que todo esto había significado para ella, yo le digo: “Sinceramente me siento super mal, si yo hubiera sabido el nivel de gravedad… debimos actuar en ese momento poniendo una denuncia penal y todo. En ese momento yo no lo dimensioné de esa manera”.
A Paulina le fueron sanando las heridas de a poco, pero todavía le duelen. Dice que ella está segura de que su historia habría sido otra si no hubiese sufrido el abuso que la obligó a alejarse de la GuanaRed.
“Ahora las cosas son diferentes y no me arrepiento de nada. Pero en aquel momento yo era muy mordida, realmente trabajaba mucho en la GuanaRed y estaba muy ilusionada de estudiar, todo con la ilusión de que yo salía de la universidad y me devolvía para la GuanaRed porque veía mi futuro ahí. Ahí había puesto mi plan de vida”.
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