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Tres organizaciones de Guanacaste toman el rol de las escuelas mientras los profes siguen en huelga

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Sara echa los cuadernos de matemática, español e inglés en su mochila, mira a su mamá y le pregunta: “¿Mami, vamos para clases, verdad?”. Su mamá, Ligda Valdés, le dice que sí, aunque en realidad no van para la escuela en la que está matriculada la niña en Potrero de Santa Cruz.

Mientras los maestros cumplen dos meses de estar en huelga, una organización de Potrero llamada Abriendo Mentes sustituye el papel de las escuelas públicas. Los docentes voluntarios revisan los contenidos de los cuadernos y libros de los niños y les dan clases sobre los temas que los profesores les están debiendo.

Como esta, otras organizaciones (ONGs) como Cepia en Huacas y Crear en Sámara, se han convertido en aliadas de los niños y adolescentes para llenar el vacío que la huelga está dejando, no solo en el aula sino también en los comedores.

 

 

Las tres ONGs llevan al menos nueve años trabajando con población vulnerable en las costas de Guanacaste. Conocen los contextos que rodean a los estudiantes, sus situaciones familiares y los conocen a ellos.

A raíz de estas huelgas prolongadas los chicos se atrasan en temas y capacidades, y esto aumenta el riesgo de deserción escolar. Y bueno, las mamás les buscan trabajo a los adolescentes y cuesta mucho que vuelvan al cole”, dice con pena Lauren Morún, directora de Cepia.

El otro riesgo está en las calles. “Cuando los niños dejaron de ir a la escuela, pensaron que estaban en vacaciones entonces al principio bajó la asistencia a las clases y eso nos preocupó”, dice la directora de Abriendo Mentes, Rachel Sine. “No se trata solo de las clases, sino que este es un lugar muy sano para que no estén en las calles”.

La milla extra

La huelga empujó a las ONG a asumir retos adicionales. Por ejemplo, Abriendo Mentes le daba clases extracurriculares a 29 estudiantes por mes y ahora el número aumentó a 43. Allí, la mayoría de voluntarios que trabajan como docentes son extranjeros que usualmente imparten clases de inglés y últimamente se las ingenian para explicar ellos mismos los contenidos de las materias básicas.

Crear, en Sámara, tuvo que reforzar con una maestra asistente las clases en El Torito, pues estaban llegando más niños de lo usual. “Para una sola era difícil manejar 30 niños”, cuenta su directora Andrea Keith.

En Cepia, la maestra de preescolar es pagada por el Ministerio de Educación Pública y está en huelga. La ONG decidió que uno de sus docentes la sustituya hasta que regrese.

Las escuelas en las que están matriculados los niños apoyados por estas organizaciones están cerradas. Los centros educativos que están alejados del centro del país son los más afectados por la huelga, recalcó el ministro de Educación, Édgar Mora en el programa radial Hablando Claro de ayer.

Menos comida en las mesas

Las directoras de Abriendo Mentes y de Cepia sospechan que la huelga está afectando la alimentación de los niños porque los comedores escolares están cerrados. Muchas familias se apoyan en ellos para complementar las comidas de sus hijos.

Ambas organizaciones solicitan víveres al Banco de Alimentos —al que deben dar un pago simbólico— y los donan a familias de escasos recursos de la zona. En estos dos últimos meses de huelga, Cepia ha apoyado a 20 familias adicionales a las 10 a las que ayuda siempre.

Para nosotros ha sido durísimo esa parte. Tuvimos que incrementar el volumen de alimentos que pedimos al Banco para responder a la demanda de las familias cercanas a Cepia que nos dicen que no tienen qué darle de comer a sus hijos”, cuenta Morún.

La demanda de las familias se repite en Brasilito y Potrero, donde incide Abriendo Mentes, aunque a diferencia de Cepia, ellos no han podido apoyar a más personas.

“Casi todos los días hay una familia que llega a nuestras oficinas a preguntar cómo puede entrar, pero ahorita no podemos recibir más”, dice la directora Rachel Sine.

Al principio ni siquiera el Banco de Alimentos recibía ni repartía comida porque los bloqueos impedían el paso de los camiones que venían de San José a abastecerlos.

Mientras los alimentos se pudren en los comedores de las escuelas, las ONGs están de manos atadas. El ministro de Educación dice que el MEP no puede trasladar dinero a las ONGs, pese a reconocer el esfuerzo que hacen.

“Es ilegal y cambiarlo no es algo que podamos hacer en el corto plazo”, dice Mora.

Estar en las calles

Morún y Sine coinciden en que además de la pérdida de lecciones, les preocupa que los niños y jóvenes estén en las calles.

El lugar más sano e importante son las aulas, no solo para la educación sino también para la seguridad. Si tienen mucho tiempo libre, es fácil que caigan en problemas porque en estos pueblos rurales no hay mucho que hacer”, dice Sine.

Por eso, las organizaciones tratan de mantenerlos ocupados. En Cepia, por ejemplo, la ONG los involucra como voluntarios en otras actividades extracurriculares.

“Hemos agregado algunas actividades en las tardes, entonces ahora los chicos ayudan con el programa de natación cuenta Morún les dimos camisetas salvavidas para motivarlos, otros van a crossfit, surf y al laboratorio. Para ir rellenando el tiempo libre”.

¿Volverán a la escuela?

La pregunta que se hacen las directoras de las tres ONGs con las que habló La Voz de Guanacaste es si los niños y jóvenes regresarán a clases una vez acabada la huelga.

Keith, de la organización Crear que trabaja en Sámara, dice que el daño que la huelga le hace a los niños y niñas es grave. “Como seres humanos necesitamos cierta normalidad y ellos están fuera de su rutina. Al volver a su escuela les va a costar un montón. Me preocupa demasiado eso”.

A cientos de kilómetros de estas costas, el ministro Édgar Mora también considera que la huelga va a aumentar la deserción estudiantil y va seguir afectando a las familias más pobres, por la falta de becas, de comedores, de educación.

La inconstancia y el ausentismo de los maestros es una razón de exclusión. Por eso no nos equivocamos cuando proyectamos un aumento en la exclusión”, agrega.

Mientras se cumplen 60 días de huelga, las ONGs se las ingenian para remendar el daño de la falta de clases para los niños y de la falta de alimentos en las mesas. Su objetivo final es que no se alejen para siempre de la pizarra.

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