Regional, Medio Ambiente

Ernest Cañada: El turismo en Guanacaste genera lujo a costa de recursos naturales inaccesibles para la mayoría

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“Todo el paisaje en Guanacaste se está transformando con base en las necesidades del desarrollo inmobiliario. Es algo que visualmente es muy claro”. Las palabras son del investigador catalán y crítico del turismo, Ernest Cañada. 

Conversó con La Voz una tarde de agosto, cuando vino a impartir en la sede de Nicoya de la Universidad Nacional (UNA) un taller para analizar las nuevas tendencias del turismo mundial y cómo se palpan también en Guanacaste. 

Cañada indaga y analiza desde hace más de 15 años las implicaciones del turismo alrededor del mundo, es investigador postdoctoral en la Universidad de las Islas Baleares y también coordina Alba Sud, un medio investigativo que ofrece una mirada crítica del turismo. 

En su visita a Costa Rica, recibió a La Voz para conversar del entretejido turístico en la provincia y lo que está trayendo a las comunidades. Para él es claro: es un modelo insostenible. Esta es la conversación editada únicamente por espacio y precisión.

En esta visita a Costa Rica y a Guanacaste, ¿cómo describiría el tipo de desarrollo turístico del país? 

Hay una primera contradicción muy evidente y es que Costa Rica proyecta una imagen de turismo verde y cuando uno llega, te das cuenta la contradicción que existe con el desarrollo turístico inmobiliario de Guanacaste, que es un problema enorme tanto ambiental como social. 

La segunda tiene que ver con esta apuesta tan fuerte por el turismo residencial que tiene enormes problemas. El primero es que genera un impacto ambiental enorme, porque la lógica del turismo residencial es diferente al de hotelería. La base de la hotelería es llenar habitaciones, por lo tanto tú no tienes que construir un edificio continuamente, tienes que estar llenándolo. La lógica del turismo residencial es la especulación a partir de la tierra y la venta de la casa. Una vez has terminado la venta de la casa, ahí se acaba la operación. Puedes tener actividades complementarias muy pequeñas, con mucho poco valor agregado y con poca capacidad de generación de empleo. Pero para que siga el ciclo económico, tienes que seguir construyendo y especulando con tierra.

La tercera característica es la apuesta por la elitización, es decir, por esta idea de que frente a los problemas que genera el turismo de masas, trabajamos para tener menos turistas pero con un mayor poder adquisitivo. Esta apuesta genera mucha desigualdad y mucha exclusión. 

Usted ha mencionado en diversas ocasiones que el tipo de turismo por el que apuestan países como Costa Rica es “una carrera suicida”. ¿Por qué?

Porque no hay ricos para todos. Estamos haciendo una apuesta con una enorme incertidumbre. Después de la pandemia [del Covid19], el sector salió con mucha presión y parece que estamos en un momento en el que hay todo tipo de turismo. Pero las incertidumbres que teníamos previas a la pandemia siguen estando presentes: crisis climática, crisis energética, problemas de suministros globales, tensiones geopolíticas… todo eso es un cóctel que pone mucha presión sobre un sector que se recupera, pero es muy sensible a estas situaciones porque no puede controlar esos mercados externos que no da para todos. Vamos a tener que competir mucho entre ciudades y territorios por quedarnos con ese mercado. A algunos les irá bien, pero a muchos otros no, y mientras tanto habrán apostado y gastado enormes cantidades de recursos en promoción, en infraestructuras, en eventos.

Entonces, ¿es “menos suicida” apostar por un turismo más local? 

Mientras tenemos esta tendencia hacia la elitización, tenemos un montón de gente que no puede hacer turismo y no hay políticas públicas pensadas para la población local. En este contexto tenemos dos vías: o apostamos y competimos por la elitización, que es lo que están apostando grandes ciudades como Venecia, Amsterdam, Barcelona, Málaga, Mallorca, y como Guanacaste y Costa Rica, o apostamos por una transformación del turismo pensando en mercados domésticos a cortas distancias, con un esfuerzo enorme también en términos de formación, de profesionalización, porque el mercado doméstico es mucho más exigente. Tú no puedes contarle lo mismo a alguien que vive en el lugar a lo que le contarías a cualquiera que viene.

En Guanacaste, los polos turísticos coinciden con ser lugares con bajo desarrollo humano, y en países como España también es así. ¿Por qué en estos lugares el turismo falla en potenciar el bienestar multidimensional de las poblaciones? 

Porque no lo pretende. La especialización turística es la vía rápida al empobrecimiento. El problema es que el modelo de desarrollo turístico se ha asentado sobre vivir de recursos naturales, de playas, de entorno, es decir, el capital hotelero y el capital turístico vive de algo que no es suyo, que es el entorno y lo utiliza para beneficiarse. Está basado en eso y en un grueso de mano de obra muy barata. No quiere decir que los directivos no cobren bien, pero el grueso de la mano de obra está cobrando muy poco y está basado en explotación laboral. La base del negocio está ahí y nunca ha pretendido ser otra cosa. Necesitamos políticas públicas para situar el turismo como un elemento de desarrollo. 

Lo que tenemos es una bifurcación: gente que se mueve mucho y que cada vez gasta más y gente que no se puede mover. La población en América Latina con mayor nivel de participación turística es Argentina. Hasta hace muy poco solo un 48% de la población podía hacer turismo. Quiere decir que el 52% no lo está haciendo. Cuando vas mirando país por país, ni la mitad de la población puede hacer turismo. O apostamos por fortalecer una estrategia de elitización del turismo y abandonamos a todos los demás o ponemos el turismo como una estrategia que sirva para satisfacer las necesidades de la mayoría de la población. Y necesitamos hacerlo dentro de los límites biofísicos del planeta. Es decir, no podemos seguir promoviendo vuelos de larga distancia de forma masiva. 

Las políticas y el Estado costarricense parecen estar incentivando este modelo de turismo del que usted es crítico. Algunos ejemplos nacionales que se me vienen a la cabeza son la ley de nómadas digitales, los planes reguladores permisivos y/o desactualizados, el permiso de cualquier persona de obtener tierras…

La pregunta es ¿para quién es la política turística? ¿Es para los inversionistas o es para la población local? ¿Cuáles son los esfuerzos que hace el ICT o qué hace el Ayuntamiento de Barcelona para que sus habitantes, que son en definitiva quienes están pagando impuestos, estén haciendo turismo?  Es una apuesta muy clara por el turismo internacional y claramente no para beneficiar y satisfacer necesidades y derechos de la mayoría de la población.

En la entrevista que usted realizó en El Salto usted expresó: “el turismo entra en un territorio. Lo deteriora. Lo explota. Y luego salta al siguiente”.

Pero esto no es nuevo. Hay siempre un sector de turistas que se aventuran a territorios no tan turísticos y están buscando la originalidad. Llegan y a través de ellos después van llegando los otros hasta que se satura el destino y buscan otros lugares. Y esto es parte de la historia de Costa Rica. Costa Rica es producto de la saturación de Cancún, Riviera Maya. De la saturación de Punta Cana, Bávaro. Pero cuando Guanacaste se empieza a saturar, empiezan a subir hacia arriba, hacia Nicaragua. Y esa es una dinámica muy clara de gente que ya huye de lugares masificados en Guanacaste, pero el problema político en Nicaragua impide que se consolide.

Hace poco una familia migrante que vive en Nosara me comentó que querían vender su casa e irse debido a la inseguridad y la contaminación del distrito. Esa familia, con gran poder adquisitivo, posiblemente podrá migrar mientras otros no…

Esa familia que decide marcharse se podrá ir a otro lugar pero gente de la pulpería, los trabajadores migrantes que intentaron construir aquí van a tener mucho más difícil y ya habrán articulado una vida en Nosara o no sé dónde. Por ejemplo, en Punta Cana, en República Dominicana, después de la pandemia ha habido un crecimiento residencial enorme, sin ninguna planificación, sin servicios, sin infraestructuras. El problema de gestionarlo será mucho peor que el de gestionar Cancún, que de alguna manera fue pensado y planificado. Claro, aquí en Guanacaste tenemos un problema enorme en torno al agua.  

Usted reitera que el Estado y el sector público reciben mucha presión de este tipo de modelo turístico, ¿cómo podemos percibir esa presión?

Son todos estos mecanismos tan engrasados que tienen los sectores empresariales con los distintos gobiernos. No en vano en el anterior gobierno teníamos un ministro aquí en Costa Rica dedicado a las relaciones con el sector privado y era de aquí de Guanacaste. Es decir, estamos hablando de cómo aceitar esas relaciones y cómo el sector privado empresarial logra posicionarse para que le hagan las inversiones que le hacen falta en el terreno de la promoción, de las infraestructuras, en el terreno de leyes laborales que facilitan determinadas condiciones de trabajo, o sea, en el incumplimiento de la legislación; no dotando el estado de capacidad de vigilancia y de inspecciones laborales que permiten que estos trabajadores aquí en Guanacaste estén bajo las condiciones en las que están.

Hay una declaración suya muy contundente: “no estamos viviendo del turismo, es el turismo el que está viviendo en nosotros”. ¿Cómo la explica?

Nosotros no estamos viviendo del turismo, es gracias a nosotros que vive el turismo. ¿Cómo? A través de empleos de miseria, con trabajadores que tienen que dejarse el lomo trabajando. Además están viviendo de nuestros recursos comunes, de nuestros espacios, de nuestras playas, de nuestras fiestas populares. Estamos, sin quererlo ni cobrando, trabajando para el turista, ofreciéndole escenarios que le resulten atractivos. Nosotros [en España] ahora en agosto tenemos las fiestas populares. Se han convertido en un espacio de disputa y de reclamos turísticos. El sector hotelero y la vivienda de Airbnb viven de que tengamos estas actividades que resultan atractivas, que hacemos los vecinos que nos organizamos, pero que ya nosotros no podemos disfrutar. 

¿Y cómo se aplica lo que señala en el turismo de tipo residencial por el que apuesta mucho Guanacaste?

Están viviendo de esos recursos a los cuales a la gente se le impide llegar. En Papagayo tienes el ejemplo paradigmático: estás viviendo de generar un entorno de lujo con recursos naturales que no son accesibles para la mayoría de la población y aunque no sean así legalmente, en términos prácticos, se impide a la gente que pueda hacer vida cotidiana en esos espacios donde antes iba a bañarse o donde se hacía actividades en cada lugar. La lógica es la misma, es decir, la industria turística vive fundamentalmente de explotar los recursos que hay en ese entorno.

Hace unas semanas llegó a Guanacaste la familia más rica de Asia, Anant Ambani y su esposa. Según reportaron los medios de comunicación, el precio que pagaron por noche fue de $50.000 ¿Qué encadenamiento económico genera a las comunidades este tipo de visitas?

¿Quién te dice que ese dinero se está quedando en Costa Rica? Que alguien pague mucho no significa que eso se redistribuye mejor. De entrada, los salarios no son mucho mejores porque alguien gaste más. Además, estamos ante un sector con un consumo ambiental mucho más grave en términos de contaminación atmosférica con los jets privados, con el consumo de recursos naturales como el agua. Es decir, estamos haciendo una apuesta por un sector que en realidad gasta mucho, sí, pero no significa que ese dinero se redistribuya bien. En cambio criminalizamos a los come huevos y a la gente de los sectores populares cuando no estamos creando infraestructuras ni condiciones para ellos.

El turismo es la principal actividad económica de la provincia, ¿a qué alternativa más sostenible puede aspirar Guanacaste? ¿Hay algún modelo exitoso?

Creo que la clave está en la diversificación económica, en la no dependencia. Dejar de creer en el esquema neoliberal de que el mercado proveerá y de que te especialices en algo y ser muy competitivo en algo, y volver a esquemas que nos permitan diversificar mucho más la economía y no ser tan vulnerables ante escenarios de riesgo.

La turistificación ha causado múltiples manifestaciones contra estos modelos turísticos que usted señala. En Costa Rica ya se habla de gentrificación y el tema empieza a ser mencionado en el Poder Legislativo. Ante los movimientos críticos al turismo, surgen términos como turismofobia. ¿Cómo puede entenderse ese término dentro de la resistencia a la turistificación?

Yo creo que la turismofobia no sirve para entender nada. Es un término que se pone en circulación a partir de 2014, fundamentalmente en Barcelona, y de ahí se expande. Surge en un momento en que empieza el primer gran ciclo de protestas contra el turismo que dura entre 2014 y 2017. Fruto de ese proceso de turistificación global y de la penetración del turismo en todos los espacios, hay protesta social y cambios en los estados de opinión. El barómetro de opinión que hace el Ayuntamiento de Barcelona cada año pregunta “¿Cuáles son los principales problemas que tiene la ciudad?, y el turismo se posiciona rápidamente entre los primeros lugares. Es decir, la gente identifica que el problema es el paro, la inseguridad, el transporte y el turismo. 

Si tú dices que algo es fóbico es que es irracional. Entonces lo que estás intentando es deslegitimar las razones que están apareciendo ahí. En estos días ha vuelto a aparecer, y con lo de las pistolas de agua, se ha reforzado aún más. Y uno de los lemas de los manifestantes el 6 de julio en Barcelona era “no es turismofobia, es lucha de clases”. 

Hay que salir de esos términos trampa que no han sido construidos para explicar, sino que han sido construidos como una arma arrojadiza frente a un adversario. Y el sector empresarial lo ha utilizado el término turismofobia para deslegitimar la protesta social.


La Voz de Guanacaste, Alba Sud y el Observatorio de Turismo, Migraciones y Sustentabilidad (Obtur) de la Región Chorotega propiciaron en junio del 2024 el foro virtual «¿Qué es la gentrificación? Abordaje y experiencias en Costa Rica, en el que participó el investigador Ernest Cañada y la periodista costarricense y exdirectora de La Voz, María Fernanda Cruz. Repasalo aquí:

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