Medio Ambiente, Bagaces

Un bagaceño recupera el bosque de su infancia para dejárselo a sus nietos

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“En este parque casi no habían matas”, recuerda Víctor Manuel “Nengo” Rojas mientras esquiva ramas y árboles frutales en el parque central de Bagaces. Nos invita a que probemos tal fruto, tal hoja, que olamos aquel tallo, y luego de cada degustación, nos explica qué son y cómo llegaron aquí.

Nengo, de 63 años, usa sombrero de ala ancha y una camisa de manga larga para protegerse del sol fuertísimo. Hace tres años, la Municipalidad de Bagaces lo contrató para asear las calles y las zonas verdes y, desde entonces, él empezó a sembrar árboles y matas en las propiedades de la muni. 

Empezó por este parque. Luego creó un vivero en un plantel municipal polvoriento, repleto de vehículos en desuso y materiales de construcción. Y en otro parque municipal abandonado, está cuidando más de cien arbolitos. 

Recuerda que, cuando era niño, el cantón estaba lleno de bosque y de agua. “[Ahora] el Río Bagaces es muy diferente a como cuando yo me bañaba en esas pozas deliciosas”. 

En el fondo, a él lo que le preocupa más es cómo vivirán sus nietos en el futuro.

“Yo creo en la reforestación y en el oxígeno que dan las plantas”, dice con su voz calmada. “Pero cada día me hago más viejo y me preocupa, hay que dejar a los güilas bien fundamentados”.

Nengo tiene argumentos muy parecidos a los de los científicos e investigadores del cambio climático. 

El director de investigación del Área de Conservación Guanacaste, Róger Blanco, explicó que el bosque por sí mismo tiene la capacidad de disminuir la temperatura, que es cada vez más alta por el calentamiento global provocado por las emisiones de carbono. 

Los árboles en la ciudad pueden cumplir una doble función. Por un lado, fijan o absorben el dióxido de carbono que emitimos al usar vehículos que funcionan con derivados del petróleo, y liberan oxígeno a cambio. Por el otro, proveen sombra y vuelve los pueblos más “caminables”, explica el ingeniero forestal Óscar Benavides. 

En dos propiedades municipales, “Nengo” tiene viveros donde cuida árboles que luego trasplanta a parques y zonas verdes del cantón. Foto: César Arroyo Castro

El ingenio de Nengo, además, ha generado una reacción en cadena: la muni ahora le regala árboles a centros educativos, siembra otros en la catarata Llanos del Cortés y planea trasplantar más de 100 a la orilla del río Bagaces, en mayo. Los vecinos también se han involucrado. Buscan a Nengo para regalarle semillas o para buscar consejos de cómo cuidar alguna planta.

“Don Víctor me ha asesorado con un arbolito que nos nació en la esquina de nuestro edificio comercial”, me cuenta un vecino de Bagaces llamado Héctor Paniagua. “El árbol se ha desarrollado bien y, como dice don Víctor, se va guiando para que no afecte la acera o el cableado”.

Este señor está ayudando a crear una comunidad resiliente”, explica también la gestora en recursos ambientales Sara Cognuck, secretaria general de la Red de Juventudes y Cambio Climático de Costa Rica.

Se refiere a que, mientras más bosque tenga Bagaces, menos vulnerable será a los impactos de las sequías (porque protegen el agua) o las inundaciones (porque ayuda a evitar la erosión). 

Mientras conversamos con Nengo en el parque, la coordinadora de servicios generales de la muni, Sandra Pichardo, camina por la otra acera. “¡Jefa, jefa!”, la llama él. Pichardo se acerca y nos dice que con Nengo el cambio de los espacios ha sido evidente. “Vemos que don Víctor siempre que puede, transmite lo que sabe a otras generaciones”, agrega.

Justamente este es otro aspecto que rescata Cognuck. El fenómeno del “contagio” o la “inspiración”. “Yo creo que los seres humanos somos así, con una persona que empiece actuando, las otras alrededor sienten curiosidad de qué está haciendo y por qué lo está haciendo”, dice.

¿Vale el poder de uno?

“Una sola persona no puede generar el cambio”, opina el gerente de ciencias de la Fundación Marviva, Gustavo Arias. “Se necesita el diálogo, bases técnicas científicas y la buena voluntad de distintos actores incluyendo la parte política para lograr el cambio”.

Pero Arias inmediatamente explica que los esfuerzos individuales unidos sí pueden traer resultados. 

Cada vez que alguien tiene una buena idea en temas de conservación, puede ir sumando más actores y eso cuenta para generar cambios sustantivos en la forma en cómo nos relacionamos con los recursos”, explica.

Arias y Cognuck coinciden en que las iniciativas cobran mayor relevancia si cada comunidad identifica sus riesgos ambientales y trabaja para mitigarlos.

El objetivo de Nengo está claro: reforestar las áreas verdes para oxigenar poco a poco Bagaces. “Si las matas las quiebran, yo vuelvo a sembrarlas. Y he aprendido a traerlas más grandes para que los niños no las boten”, dice Nengo. “¡Vea qué grande ese malinche rojo!”. 

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