Existen varios hoteles en Nosara y Samara quienes ostentan orgullosamente en su recepción o entrada de su establecimiento una placa donde se pueden ver tres, cuatro y hasta cinco hojas pintadas con un titulo que dice: Certificación de Turismo Sostenible.
Obtener esa placa fue el resultado de una largo trabajo para documentar sus esfuerzos para ser considerado un hotel sostenible en Costa Rica.
Para aquellos empresarios y hoteleros que operan en la industria del turismo potencialmente lucrativo de Costa Rica, recibir la codiciada Certificación de Turismo Sostenible (CST) del Instituto Costarricense de Turismo (ICT), es como encontrar el Santo Grial en medio de un bosque que el gobierno aún no ha convertido en un parque nacional. Más de 20 años en el programa CST, y sin embargo, algunos operadores de turismo y de hotelería se preguntan si el embrollo burocrático por el que hay que pasar realmente vale la pena.
La hospitalidad y el turismo sostenible están definidos por el programa CST del ICT como:
«el grado en el cual las operaciones [del turismo y la hospitalidad] cumplen con un modelo de sostenibilidad»
Las personas que evalúan el grado de CST hacen preguntas e investigan las operaciones del negocio, específicamente cómo las empresas interactúan con el hábitat natural y el ecosistema donde operan, cómo involucran a los turistas en sus modelos sostenibles y cómo se beneficia la comunidad local.
Las empresas que ofrecen alojamiento son mayormente evaluadas en su ahorro de energía y estrategias de reducción de la huella de carbono. Las agencias de viajes son evaluadas por su gestión sostenible del producto y de la comercialización. Las empresas están clasificadas por el ICT en una escala de cero a cinco hojas. Las cinco hojas significan que más del 95 por ciento de las operaciones son sustentables.
Según un reciente blog en la pagina web de Cayuga, empresa de dedicada exclusivamente a la hospitalidad sostenible y que opera varios ecolodges en Costa Rica, incluyendo el Hotel Harmony en Nosara, el programa CST ha quedado atrapado en trámites burocráticos y sus prácticas son cuestionables.
Como sucede con otros programas del gobierno en Costa Rica, Cayuga – que estuvo entre las primeras empresas en recibir un CST – cree que ha llegado el momento reformar, o al menos hacer una revisión exhaustiva del programa.
El blog post de Cayuga menciona una carta de un hotelero no afiliado con el grupo, quien no esta de acuerdo con el irrazonable honorario de consultorías sin sentido que se fija en el proceso de evaluación del CST, «Es casi imposible para un hotel llenar el cuestionario sin la ayuda de un consultor altamente pagado que trabaje solamente con el único propósito de ayudar a los negocios con el CST», describe el hotelero.
La carta continúa diciendo que algunas empresas ya no están verdaderamente buscando la sostenibilidad; sino que ellos simplemente están buscando «conseguir más hojas» para atraer más turistas.
«Es mi opinión que el ICT debe crear un sistema más justo de clasificación que dependa del tamaño y los ingresos anuales de una empresa. Debe haber criterios y preguntas más estrictas para las empresas grandes, y preguntas más básicas para pequeños hoteles que tienen un énfasis en la sostenibilidad pero omiten criterios menos importantes. De lo contrario, me temo que en unos años sólo unos pocos hoteles de lujo costosos serán parte del CST, que se habrá convertido en un programa de élite para las empresas que pueden permitirse la certificación. Los pequeños hoteles lo abandonaran.»
En otras palabras, el programa CST se ha convertido más de una cosa de imagen en vez de realmente fomentar la conservación y la sostenibilidad.
Por su parte, Cayuga está invitando a aquellos involucrados en la industria del turismo en Costa Rica, a aportar ideas y comentarios sobre esta cuestión
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