Desde redes sociales y en diferentes recorridos realizados por La Voz de Guanacaste, algunas comunidades en Bagaces evidencian cuán preocupadas están por la presencia de arsénico en el agua, pese a los esfuerzos del Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA) por mantenerse por debajo de los niveles máximos de arsénico.
Marisela Boniche, quien vive desde hace 12 años en Bagatzí de Bagaces, abre la llave del tubo con una mirada de resignación. “Tenemos tantos años de estar tomando arsénico que ya no nos damos cuenta”, afirma ella. Esta comunidad de unas 45 familias está ubicada a 24 kilómetros del centro de Bagaces y se siente olvidada por las instituciones y los medios.
A 200 metros de acá vive Hilda Sibaja, de 70 años. Ella coincide en que por años el agua ha sido el principal problema del lugar. “Toda una vida hemos estado tomando agua sin saber exactamente qué es lo que tiene”.
En Quintas don Miguel, en el centro de Bagaces, Eliécer González tiene la misma preocupación. “Estoy prácticamente seguro que esa agua tiene arsénico”, dice el vecino, y agrega que, por eso, la familia invierte cada mes unos ¢36.000 en agua embotellada. Aunque aquí hay planta removedora de arsénico, los vecinos no confían en que el filtro funcione de la manera correcta.
No solo lo dicen los vecinos sino también la Defensoría de los Habitantes, que en el 2017 advirtió a las instituciones del Estado encargadas de proveer agua que deben darle a las comunidades más información para que tengan más claridad y transparencia.
La directora de calidad de vida de la Defensoría, Tatiana Mora, asegura que aunque el AyA tiene información sobre la calidad del agua, el acceso a esos datos no llega hasta las personas y entonces la incertidumbre aumenta en los pueblos.
El acceso a la información oportuna, clara y precisa, todavía no cala. Todavía esa incerteza ellos la tienen”, dijo Mora a La Voz de Guanacaste.
La preocupación no es en vano: la Organización Mundial de la Salud relaciona el consumo de arsénico en el agua con problemas de desarrollo, enfermedades cardiovasculares, cáncer, neurotoxicidad y diabetes, así como enfermedad renal crónica. También la considera una de las diez sustancias químicas más preocupantes para la salud pública en el mundo.
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Justamente por ello, el AyA asegura que mantiene un control mensual de los niveles de este elemento en el agua de acueductos como Falconiana (que abastece a Bagatzí) y Quintas don Miguel.
Los informes del Laboratorio Nacional de Aguas muestran que durante los diez meses analizados del 2018 (no hay información de agosto ni diciembre) ninguno superó el límite máximo de diez microgramos por litro que permite la OMS, pero algunos meses sí registraron 9 microgramos por litro, por lo que los niveles siguen muy cerca del máximo.
Este es el tipo de resultados que los vecinos desconocen y que les genera incertidumbre sobre el agua que están consumiendo.
Ellos (AyA) con el silencio generan más especulación”, dice Eliécer González desde su casa en Quintas don Miguel.
El AyA afirma que no le niega la información a nadie pero que los vecinos son los que deben tomar la iniciativa y pedirles los datos. Así lo hizo la comunidad de Montenegro de Bagaces, en la que hay una máquina que remueve arsénico. Ahí el AyA cada semana entrega la información a los vecinos mediante una pizarra que hay en la comunidad.
Eso es algo de lo que carecen Bagatzí y Quintas Don Miguel porque, según la institución, los vecinos no lo han solicitado. Lo que sí hacen es llamar a los líderes comunales para que informen a los demás miembros de la comunidad, dice el vocero de la institución, David Quirós.
Los vecinos reconocen estos esfuerzos pero opinan que no son suficientes y que sí han solicitado información, pero que no se las entregan. “En ocasiones llamamos a la oficina del AyA [en Bagaces] para saber porqué no hay agua, pero nadie nos contesta”, asegura Maricela Boniche.
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Epifanía es la solución
“La solución al problema del agua con arsénico en Bagaces es el acueducto Epifanía”, explicó en julio de 2018 la presidenta ejecutiva del AyA, Yamileth Astorga.
Este nuevo acueducto sustituirá la fuente de donde viene el agua que consumen los vecinos de comunidades afectadas por arsénico.
La construcción de este sistema beneficiará a más de 10.000 habitantes del cantón, y está programada para que inicie en el primer trimestre de este año.
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