“Hola yo soy la muchacha de Hojancha que estuvo un mes y medio en el Hospital México por el mal de Chagas. Si gusta le puedo contar mi gran historia”.
Este fue el mensaje que nos envió Karolina Paniagua Paniagua, vecina de Hojancha, quien luego de leer el artículo publicado en la edición de enero de este año en La Voz de Guanacaste, se animó a compartir su historia y dar a conocer detalles de esta singular enfermedad.
En el caso de ella, los síntomas empezaron en agosto del 2015, primero con un cuadro viral: fiebre, pérdida del apetito, dolor de cabeza, y dolores en sus articulaciones. Los médicos en el Área de Salud de Hojancha, incapacitaron a Karolina pensando que el diagnóstico era dengue ya que los síntomas son los mismos.
Luego de dos semanas de no mejorar su salud, la remitieron al Hospital de La Anexión, en Nicoya, donde el análisis preliminar fue de chikungunya, sin embargo sus plaquetas no bajaron lo que suelen bajar con el chikungunya (alrededor de 122), y tras perder la movilidad en ambas piernas le realizaron un examen lumbar para detectar la posibilidad de lupus o el síndrome de Guillain-Barré, –enfermedad que ataca el sistema nervioso ocasionando debilidad y parálisis muscular- .Sin embargo, ambas pruebas resultaron negativas.
“Llegué a un punto en que no tenía fuerzas en las piernas, no podía caminar,”, relató.
Ante la frustración de los doctores por no saber qué era lo que tenía Karolina, la remitieron el 7 de octubre de 2015 al Hospital México en San José, donde una vez más le volvieron a hacer una gran cantidad de exámenes incluido el virus del Nilo del Oeste. Todos salieron negativos.
“Cuatro veces más me hicieron el examen de lupus sin éxito. También en una clínica privada me hicieron el examen de lupus y salió negativo. Yo me agotaba mucho, sentía mucha fatiga y cansancio”.
El tiempo corría y ahora la enfermedad avanzaba a su corazón provocando una miocarditis -inflamación del músculo cardíaco que afecta al corazón- y pericarditis –inflamación del pericardio, cubierta similar a un saco alrededor del corazón.
Fue el 2 de noviembre del 2015, casi tres meses después de la aparición de los primeros síntomas, que el Dr. Luis Diego Quesada e Ignacio Arias decidieron efectuar el examen por el mal de Chagas, el cual resultó positivo con una incubación de 60 días del parásito Trypanosoma Cruzi, agente trasmisor de la enfermedad.
La noticia del diagnóstico causó gran conmoción en el staff médico del Hospital josefino, debido a lo poco frecuente que es. Con la enfermedad de Chagas en su fase aguda o inicial, sólo un 5% de los infectados desarrollan síntomas visibles.
“Los doctores no podían creer que tuviera la enfermedad, me visitaban todos los días doctores de diferentes departamentos, asombrados y con curiosidad de ver lo que tenía, hasta llegaron estudiantes de medicina de las universidades, para aprender y hacer investigaciones. Me sacaron como 15 tubos con sangre para hacerme análisis, yo estaba como un experimento, los doctores me decían que mi caso era muy raro verlo”, explicaba Karolina .
Peor el remedio que la enfermedad
Dos días después del diagnóstico con Chagas, Karolina empezó el tratamiento con Nifurtinox, medicamento con efectos secundarios bastante fuertes que combate a los parásitos en el organismo, y que por momentos le hizo pensar que era peor el remedio que la enfermedad.
“Yo no dormía, pasaba vomitando, tuve una crisis en el sistema nervioso, espasmos, insomnio, dolor abdominal, ataques de ansiedad, no la pase bien, la verdad el medicamento era muy fuerte”.
Luego de perder 10 kilos, y llegar a pesar tan solo 50, Karolina inició de a poco y con mucha paciencia la etapa de recuperación. Finalmente, el 20 de diciembre le dieron la salida del centro médico y el 18 de enero de este año se incorporó a su trabajo como analista de créditos en el banco local.
En febrero tuvo cita para hacer una prueba de esfuerzo, sin embargo los médicos le indicaron que no era necesaria debido a que su corazón se encontraba dentro de lo normal.
Tras el diagnóstico positivo de la enfermedad el Ministerio de Salud hizo una campaña de divulgación y fumigación en Hojancha.
“La gente desconoce los efectos de la enfermedad, hay personas que se dan cuenta hasta cuándo van a donar sangre, o porque se manifiesta hasta 20 años después y muchos han muerto por insuficiencia cardiaca sin saber por qué y puede ser por el Chagas, yo lo que recomiendo es que no traten de tener madera cerca de la casa, revisar los colchones y fumigar”, explicó.
Aunque ahora se siente bien, ella reconoce que no está completamente curada y por eso ella debe tomar precauciones para vivir con la enfermedad el resto de su vida.
Karolina de sólo 26 años, ya entiende que la pelea no llegó a su fin:“No estoy curada, por ahora no hay cura para esta enfermedad, por eso debo cuidarme del sol, no puedo donar sangre y sé que probablemente los síntomas volverán cuando tenga unos 50 años –en la fase crónica-”, pero la joven se mantiene positiva y dispuesta a luchar con todo su ser.
Enfermedad silenciosa
La enfermedad lleva el nombre del médico brasileño Carlos Chagas, quien descubrió el parásito en 1909 en el poblado de Lassance del Brasil.
Los primeros síntomas del mal de Chagas se caracterizan por una roncha o erupción en la piel, la cual produce irritación y picazón donde la chinche ha hecho la picadura. Sin embargo, la picadura no es en sí la que transmite directamente la enfermedad, sino las heces de la chinche que entran en contacto con la herida expuesta. También se presenta fiebre, dolor de cabeza e irritación de los ganglios linfáticos.
Luego de 8 a 12 semanas de la infección, la persona ingresa a la fase crónica de la enfermedad donde solo del 30% al 40% de personas desarrolla síntomas más graves como ventrículos en el corazón, alargamiento del esófago y el colon.
La infección por este parásito puede permanecer “escondida” por años en la persona infectada sin darse cuenta. Se estima que son infectadas por la enfermedad de Chagas entre 15 y 17 millones de personas cada año, de las cuales mueren unas 50.000. La enfermedad tiene mayor prevalencia en las regiones rurales más pobres de América Latina, según un reporte del Centro para el Control de las Enfermedades y Prevención de los Estados Unidos.
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