Turismo

Yo nadé con un caballo en La Cruz de Guanacaste

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Nado en caballos. Ese es el nombre del tour en el que me había anotado, pero asumía que se trataba de un recorrido normal en caballo con algunos ríos que había que cruzar, como podría suceder en cualquier cabalgata en Costa Rica; sin embargo, nunca esperé que tuviera que sumergirme completamente con el animal, literalmente, nadar con él.

El viaje, más allá de ser un atractivo turístico, es una experiencia de vida al punto de sentirse estar unido al caballo, como si fuéramos un mismo cuerpo.

El escenario

En las montañas de La Cruz de Guanacaste, cerca de la Colonia Bolaños, pasa el río Sapoa, famoso por su extensión y porque desemboca en el Lago San Juan,  en ese mismo río se crea una poza como las que pocas veces he visto, de unos 150 metros de largo y 50 de ancho, con una profundidad de tres metros.

La poza está rodeada de árboles y transmite una sensación de paz inexplicable. En algunos de sus troncos, cuentan los guías de Jonathan Corrales—conocido como Chama— y Jorge Reyes, se ven trazos en la madera que relatan el paso de los indígenas chorotegas. Esas huellas son especies de tallados de líneas simétricas que caminan desde la cima del árbol, hasta la parte más baja, es decir, el sitio es místico por sí solo.

A sabiendas de la hermosura del lugar, Maurice Chartier, dueño de la operadora turística Salve Terra— empresa que realiza este tour—, pensó que podía ser el destino ideal para realizar el proyecto que tiene desde niño.

“A mí se me quedó grabado algunas historias de mi mamá que iba a nadar con  caballos con sus abuelos en Grecia de Alajuela.  Ella siempre me contaba las historias de las cabalgatas”, recuerda Chartier.

Al haber encontrado el espacio ideal, el empresario buscó a un domador de caballos, para que paulatinamente los animales se familiaricen con la poza, aunque por sorpresa, se dio cuenta que muchos parecían ser como patos en el agua.

Luego de seis meses de entrenamiento, Salve Terra arrancó con esta nueva experiencia turística, con excursiones que no pueden sobrepasar grupos de ocho personas.

Para nadar con el caballo tuve que colocar mi cuerpo en posición horizontal sobre el lomo del caballo y sujetarme únicamente de la melena del animal

La turisteada

El tour consiste en una primer cabalgata por un bosque tropical seco de La Cruz, que puede tardar como unos 45 minutos, con la salvedad de que parte de la vista es la cordillera volcánica de Guanacaste, por lo que merece detenerse y tomar unas cuantas fotos.

Después del calorcito que deja la cabalgata aparece la poza, que invita de inmediato al chapuzón con el caballo nadador.

Las reglas son importantes: usar chaleco salvavidas, sujetarse del caballo solo de la melena, seguir siempre las indicaciones del guía quien va a la par uno y disfrutar de la aventura.

Son solamente 50 metros que el caballo nada y luego el viaje de vuelta. Para no cansar al animal, Salve Terra alterna a los caballos, así que ningún animal nada más de 100 metros de distancia. 

El momento mágico sucede en el agua. Al principio sentí que no era una buena idea, pues temía que el caballo enloqueciera dentro de la poza, pero al mismo tiempo valoré que en el agua no hay caídas.

La acción es sencilla, uno se acuesta por completo por el caballo y solo se sujete de su pelo y él se encarga de hacer el resto. Es piel con piel, respiración con respiración. Es sentir que uno abraza al caballo, al tiempo que él lo protege.

Al sumergir mi cabeza bajo el agua, se puede ver perfecto como los pies del caballo nadan sin tocar con el suelo, al tiempo que la respiración del animal se acelera. Realmente está nadando.

El agua es pura, fresca e invita a quedarse. El caballo encambio ya está fuera y espera bajo el sol a secarse mientras Chama y Jorgito lo ensillan de nuevo. Con pocas ganas, salgo de la poza y mientras comemos frutas frescas y unas galletas, me doy cuenta que por unos minutos la vida se sintió más intensa y primordial; sin embargo, hacemos ahora el camino de vuelta, pero con una historia nueva para contar.

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