El Organismo de Investigación Judicial (OIJ) detuvo el viernes 26 de junio a cuatro sospechosos del robo de dos yuntas de bueyes. Una de las yuntas era la encargada de transportar la imagen de la Virgen de Guadalupe en las fiestas patronales de Nicoya.
Se trata de una yunta de bueyes blancos de raza brahman, cachos altos, de unos 1000 kilos de peso, propiedad José Segundo Oconor Matarrita, vecino de barrio La Virginia de Nicoya y quien comúnmente encabezaba con sus bueyes las procesiones y otras importantes actividades culturales como la pica de leña y fiestas de la Yegüita.
Las dos yuntas estaban valoradas en ¢6 millones.
La madrugada del 22 de mayo del 2015, Oconor fue alertado a través de una llamada telefónica que algo raro estaba pasando con sus bueyes, por lo que a las 3 de la mañana fue hasta el potrero donde solían pastar los animales, pero su sorpresa fue grande cuando se percató que sus bueyes no estaban, y más bien encontró que los cercos de alambres habían sido cortados.
Presentó la denuncia ante el OIJ y los funcionarios judiciales investigaron para descartar que se tratara de un robo, pero mientras los días pasaban, las pistas fueron apareciendo una tras otra.
De acuerdo con el OIJ, los animales habrían sido transportados por un pequeño camión desde Nicoya hasta el sector de Limonal de Abangares, donde fueron abordados por un camión grande en donde los trasladaron hasta una subasta en Barranca, Puntarenas.
En dicha subasta fueron vendidos a un comerciante de Grecia, de apellido Murillo, el cual los envió al matadero El Arreo en San Antonio de Belén, Heredia, donde los animales fueron sacrificados.
Tras varios allanamientos, los agentes judiciales lograron capturar a un sujeto de apellidos Sojo, de 55 años de edad y su hijo de 36 ambos del sector de Sardinal de Carrillo, Guanacaste. Otro de apellido Mairena de 37 años, y un cuarto de apellido Mendoza de 44, ambos de Nicoya.
Los detenidos tienen tres meses de medidas cautelares, mientras se les realiza el juicio.
Como parte del seguimiento, los agentes del OIJ lograron decomisar la cachamenta (los cachos) de los dos bueyes grandes sacrificados, que fueron reconocidos por Oconor.
“Cuando supe que los habían matado, no hallé ni qué decir, eran 15 años de andar con ellos, de verlos pastar, de cuidarlos. Eran animales muy mansos, pues desde pequeños se les enseñó eso, para los desfiles todo mundo quería sacarse fotos con ellos, los niños los montaban y ellos como si nada, me contrataban en los hoteles para exhibirlos al público porque eran animales muy bonitos”, dijo Oconor.
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