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El pulso por el paraíso: todos quieren tener casa en Tamarindo

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La presión por construir viviendas sobre las tierras de Tamarindo se multiplica con fuerza pese al estrés que sufren sus fuentes de agua. En los últimos cinco años, la demanda aumentó en un 485%.

Sobre esta pequeña metrópoli ya se pelean el espacio los restaurantes con los hoteles, los cafés con las tiendas y los carros con los transeúntes.

Sin embargo, los datos del Colegio Federado de Ingenieros y Arquitectos (CFIA), analizados por La Voz de Guanacaste, demuestran que esa explosión comercial no desanima a quien quiere construir casa en esta zona turística, algo que le preocupa a los pobladores de la zona.

“Nos preocupa que aumenten las construcciones en el distrito porque ahorita no hay suficiente agua. Pero también, entendemos la necesidad de trabajo y vivienda de la gente”, dijo el presidente de la Asada de Huacas, Miguel Obando.

Por el contrario, los metros cuadrados tramitados ante esta entidad para fines de vivienda pasaron de unos 4.300 en el 2010 a más de 25.000 en el 2015, con un aumento siempre creciente entre año y año.

Esto no quiere decir que estas viviendas hayan terminado por construirse, pues los interesados después deben conseguir otros permisos. Sin embargo, demuestra la intención que tienen las personas de levantar una edificación (otra más) en el lugar.

En el 2015 se tramitaron permisos para la construcción de viviendas que, en metros cuadrados, ocuparían un espacio de 3,5 veces el que ocupa el Estadio Nacional.

“Es un crecimiento muy importante. Es muy alarmante porque no es lo mismo abastecer 3.000 hogares que 23.000, más en Tamarindo con la salinización de los pozos”, dijo Pavel Bautista, investigador del proyecto Futuragua.

¿Hay agua para todos?

El Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA) y la Asada de Huacas (que abastece parte del agua de la zona) coinciden en que los permisos para residenciales y para comerciales se deniegan por la densidad de consumo que significan, pero las casas y los apartamentos pequeños suelen recibir la carta de disponibilidad de agua.

Según Obando, el acuífero Huacas-Tamarindo, que suministra parte del agua de la zona, está en condiciones de “completo estrés” y ya presenta cierto grado de salinización.

“Conozco de un proyecto de 300 viviendas a las que se les denegó el permiso”, dijo Obando, quien confirmó que ahora se otorgan permisos para construcciones de viviendas unifamiliares o de bono.

El titular de la Asada detalló que los requisitos para obtener la disponibilidad de agua incluyen el plano catastro, la certificación literal y el plano constructivo, entre otros. El trámite pasa luego por la junta directiva del acueducto y dura de 15 a 22 días en resolverse.

El director Regional del AyA en Guanacaste, Germán Araya, comentó que existen restricciones parciales en toda la costa de Santa Cruz, incluido Tamarindo. En abril del 2015, la institución le denegó la disponibilidad de agua a la compañía que pretende construir un mall en Tamarindo.

Municipalidad abre los brazos a nuevos habitantes

Si los proyectos reciben una carta de disponibilidad de agua, pueden continuar con los trámites hasta llegar a la municipalidad, que es la que tiene la última palabra.

“Aquí solo se aprueban (los permisos) que llegan con la disponibilidad de agua de la Asada o del AyA listo”, comentó la alcaldesa de Santa Cruz, María Rosa López.

Santa Cruz, que incluye al distrito de Tamarindo, fue precisamente el cantón que más atrajo nuevas construcciones de vivienda en los últimos cinco años. Otro de sus distritos, Cabo Velas, también ha comenzado a sentir la presión. En sus barrios, casi 30.000 personas dependen de camiones cisterna para poder tomar agua, según demostró una investigación reciente de La Voz de Guanacaste.

López le atribuye el crecimiento del cantón a la belleza de sus paisajes y a que el comercio, lejos de ahuyentar, atrae a los turistas que quieren construir casas de vacaciones.

Otra posible explicación del aumento es la cantidad de viviendas que se vieron afectadas por el terremoto del 2012 y cuyos dueños ahora podrían estar solicitando permisos para reconstruir, dijo López.

Las bonitas playas santacruceñas se enfrentan a la misma disyuntiva del desarrollo versus la sostenibilidad del recurso hídrico al que lo hace el resto de Guanacaste, pero, a juzgar por la intención de vivir en sus tierras, a un ritmo mucho más acelerado.

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